¿Se puede saber dónde estoy? ¿Cómo he llegado aquí? La cabeza me va a explotar...¡Ah! ¡No estoy sola!
-¡Disculpe! ¡Señora! ¿Podría ayudarme?
-Vaya...vaya...tú también aquí...
¿Por qué estoy con mi jefa en una isla? Piensa Almudena...Ayer estábamos en la oficina y...¡Ay no! ¡La explosión! Recuerdo barullo, angustia, confusión, gritos...¡Qué desgracia! ¿Qué ha ocurrido con el resto del planeta?
Apenas pude ordenar mis ideas, nadie vendría a por nosotras y debíamos ponernos manos a la obra. Busqué cualquier cosa para hacer un refugio, hojas de palmera, troncos rotos, ramas...Luego comida, me adentré en la zona más espesa para buscar fruta o plantas comestibles ¡Cuánto agradecía mis conocimientos sobre la naturaleza!¡Debía encontrar agua! O no sobreviviríamos. Trabajaba sin descanso, corriendo de un lado a otro. Mientras tanto, mi jefa, tumbada al sol y mirando hacia el mar, ni si quiera reparaba en mí, simplemente se limitaba a comer y beber todo lo que yo recolectaba.
Hasta que me cansé.
-Disculpe Belinda, no es justo que yo me esté dejando la piel por las dos, y usted no haga nada. Esto no es la oficina, usted ya no es mi jefa. Buena suerte.
Posteriormente, me marché, anduve por toda la isla hasta llegar al otro extremo, volví a construir un refugio, busqué comida y agua, y me limité a vivir la nueva vida que el planeta me había impuesto.
Al cabo de unas semanas, por curiosidad, fui en busca de Belinda para asegurarme que todo iba bien. No era el caso. Estaba en estado de deshidratación e inanición absoluta.
Me entraron ganas de dar media vuelta y abandonarla a su suerte, después de tantos años soportando sus malos tratos...pero yo no soy Belinda, soy Almudena, tengo buen corazón. La cuidé hasta que se repuso, la enseñé a abastecerse y justo antes de marcharme y volver a mi soledad, me dijo:
-Gracias
Sonreí. Nunca sabes en que posición te colocará la vida, intenta siempre tratar a los demás como te gustaría que te tratasen a ti. Aparta el rencor y la venganza, no sirven para nada, y menos, en una isla desierta...
Tu relato contiene un mensaje de esperanza y ánimo para todos aquellos que creen que su destino está marcado y que es invariable. Cada uno tenemos nuestra propia voluntad e iniciativa, ambas son lo primero que nos quieren sustraer aquellos que la sociedad nos ha puesto por encima. En tu ejemplo, qué mejor que una isla desierta para reflejar un ambiente absolutamente opuesto a una oficina, donde la jerarquía ya no existe.
ResponderEliminarMi enhorabuena a esta tu primera participación, Pilar.
Por cierto, una de las reglas en las que insistimos es que todos comentemos los comentarios de los demás. A todos nos cuesta tiempo pero es lo que en justicia debe hacerse.
Saludos cordiales y felicidades una vez más.
Quise decir que comentemos los relatos de los demás, no los comentarios. Disculpa el lapsus.
ResponderEliminarSaludos.
A veces hay que resistirse a los deseos de venganza, incluso cuando la circunstancia es propicia para eso.
ResponderEliminarUn abrazo.
En los peores momentos sale a flote lo que realmente somos, Almudena era una persona buena, un alma del bien que más allá de los malos tratos y lo que había pasado pudo ver más allá de si misma y ayudar a su compañera de isla. Hermoso relato
ResponderEliminarUn abrazo
Buenos días, Pilar, me gusta que te hayas animado.
ResponderEliminarNos dejas no solo una experiencia en la isla, sino que a pesar de tener motivos para no ayudar a Belinda, sale tú yo más personal y tu generosidad, y dejas al lado su mal hacer para no ser como ella.
En circunstancias asi, de límite, nunca sabemos como vamos a obrar, pero hay algo, es la conciencia y esa siempre priva por encima de lo demás. Un placer leerte. Besotes.
Hola Pilar, me encantó tu relato y su mensaje... "Nunca sabes en que posición te colocará la vida, intenta siempre tratar a los demás como te gustaría que te tratasen a ti. Aparta el rencor y la venganza, no sirven para nada..."
ResponderEliminarUn final que lleva a reflexionar. Muy significativo y emotivo. La venganza es mala consejera y el rencor también.
Un abrazo
Hola Pilar, es una excelente historia con un mensaje esperanzador y positivo al final, me gustó mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
PATRICIA F.
Hola Pilar bienvenida a los jueves! Que bello relato nos has traído, a veces la bondad puede cambiar los corazones más duros... Besos por ahí!!!
ResponderEliminarLos buenos sentimientos de tu protagonista la dignifican pero me hacen pensar que quizás esa otra mujer no sepa apreciar el mensaje de lo que una buena acción significa y a la larga siga explotando a la que fue antes su empleada. Nos dejas pensando. Un abrazo y bienvenida a nuestros jueves. =)
ResponderEliminarNo sé yo si Belinda habrá aprendido algo aparte de decir gracias. Si ha aprendido algo podrían quedarse juntas, pero para eso hará falta otra expedición dentro de 15 días..
ResponderEliminarCivilización en la barbarie. ¿Durará?
Soy Gabiliante, desde mi blog no puedo comentarte
ABrazooo
Una historia con moraleja. La jefa quería seguir ejerciendo también en esa situación tan anómala. Pero el buen corazón de Almudena la salvó de sí misma. Buen relato. Un abrazo!
ResponderEliminarNi en una isla desierta ni en ningún lado, el rencor emponzoña el alma y con eso sí que no se puede sobrevivir.
ResponderEliminarBonito relato y con una muy buena enseñanza.
Besos
La venganza engendra una espiral de represalias, tu ejemplo de perdonar es la manera humana de terminar con esa rueda interminable. Un abrazo
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