Libertad de expresión

Datos personales

Mi foto
Todos los seres viven unos instantes de éxtasis que señalan el momento culminante de su vida, el instante supremo de la existencia; y el éxtasis brota en la plenitud de la existencia pero con completo olvido de la existencia misma. "LA LLAMADA DE LA SELVA" JACK LONDON

14.12.20

PABLITO CLAVÓ UN CLAVITO

 CARTA A UN POLÍTICO

Querido Pablo, a pesar de las contradicciones que sufren últimamente mis neuronas, me he aventurado a escribir esta carta, aún a sabiendas que jamás llegará a tus manos, mas mis deseos por expresar lo que anida en mi interior, superan cualquier excusa barata para no escribir.

Por suerte, crecí en una parte de la historia donde los libros apenas tendrán nada interesante que contar, exenta de guerras, de sufrimientos y de hambre. No viví en mis carnes todo aquello que te hace escribir un libro, no presencié con mis propios ojos la calamidad humana, ni la desolación social, ni siquiera actos vandálicos que secuestran la bondad humana. No. Mi infancia fue feliz y próspera, inculcada de valores reales que conciernen la vida misma.

La política siempre existió en mi conocimiento, o eras de un bando o eras de otro, hablando en plata, querido Pablo, o eras de izquierdas o de derechas, no había más, o quizá, no se conocía más. Evidentemente, yo pertenecía a tu bando, a ese que defiendes, según expresas, con uñas y dientes; al trabajador, al pueblo pobre y mal asalariado que lucha con el trabajo y apenas tiene para vivir. 
Luchaba por una España libre, sin yugos del poder, por un ciudadano honrado, luchaba para que el proletariado usara sus ventajas con dignidad y respeto. Jamás me callaba, si algo no era justo, ahí estaba yo, con mis palabras bien ejecutadas, mi sabiduría temprana y mi fuerza en la lucha. ¡Gilipollas de mi!
No me atormento por esos años, pues la política era otra cosa, y no una especie de programa telebasura donde unos señores, supuestamente preparados, se tiran tierra unos a otros en lugar de hacer su trabajo, que es mirar por el ciudadano y por su país. En fin, que me voy por las ramas y aún tengo mucho que decirte Pablo. 

Cuando mi conciencia llegó a la madurez de una persona adulta, y observó que existían otros problemas más importantes e individuales, aparté la política de mi vida. ¿Para qué? Para qué iba yo a defender a un señor, el cual casi ya ni compartía mi defensa, y mucho menos representaba mis ideales. ¿Para qué? Si cada mañana me tocaba madrugar para poder llevarme algo de comer a la boca, para pagar mis facturas, para vivir, con limitaciones, pero vivir. Empecé a visualizar el tema político como algo absurdo, un asunto sin pies ni cabeza que no servía de nada, bueno sí, para crear conflictos entre las personas que se disponían a intercambiar pensamientos, pero ojo, no sus propios pensamientos, no, los que el partido se disponía a defender y por consiguiente, inculcaba a sus votantes. 
Evadía cualquier conversación que contuviese política, me producía arqueadas, una pérdida de tiempo. Dejé mi voto en el fondo del cajón, cogiendo polvo, y ni siquiera me digné a recordarlo. La vida sin política era...como más feliz. Que el mundo se dejase convencer si quería, que yo vivía adoctrinada por mis propios pensamientos, nadie me representaba, ni hablaría por mi. Pasé a convertirme en una persona apolítica.

Y de buenas a primera, apareciste Tú. Con tu melena despeinada, tu ropa inusual, apartando de tu vestimenta cualquier traje de chaqueta. Apareciste con tus palabras embaucadoras, hablabas de libertad, de un pueblo azotado por recortes e impuestos. Nos contabas tu infancia, tus estudios, nos alentabas con un "Sí se puede" Tu vocabulario, exento de terminología incomprensible para la gente de a pie, nos hipnotizaba, nos hacías creer que eras el salvador de una nueva era. Llegaste con fuerza, con las ideas claras, en busca de un pueblo cansado y perdido, y tú, querido amigo traidor, supiste desde un primer momento qué palabras e intenciones utilizar para engañarnos una vez más. 
Creabas manifestaciones, te posicionabas del lado de los menos favorecidos, y hablabas y hablabas de un cambio. Un cambio que no sería posible sin la unión del pueblo. Un cambio que reflejaba el despido inminente de políticos corruptos, de esas personas insensibles y ricas que desconocían la vida normal del ciudadano. Un cambio beneficioso para todos.

Tu comportamiento, tu forma de dirigirte a los que serían futuros votantes, tu honestidad, y todo lo que abarcaba ese pensamiento libre que te representaba, me convencieron para volver a ese cajón olvidado donde yacía mi voto mugriento. Y creí en ti.
Defendía cada palabra que salía de tus labios, luchaba con garras hasta convencer una opinión, que en aquel entonces, para mi era equivocada. Intentaba hacer entender que tú no eras como los demás, que provenías de una familia humilde, que no te cegaría el poder, que realmente te importaba España, y que eras la clase de político que necesitaba este país.
Incluso llegue a hacer algo que jamás pensé que sería capaz de hacer, convertirme en militante de tu partido. Aún me duele.
Cada debate que presenciabas, cada aparición pública, ahí estaba yo, al otro lado del televisor, expectante, incrédula, estúpida, como una boba, deseando escuchar todo lo que tenías que contar. Y siempre te aplaudía, te vitoreaba, porque Pablo, yo te admiraba, y lo peor de todo, confié en ti.
Las primeras votaciones en las que pude elegir a tu partido fueron mágicas, pues la ilusión que abordaba mi ser era invencible. Creía tanto en ese cambio, que estaba cegada por una realidad cruel. Recuerdo ir gritando por la calles, hasta quedarme sin voz, "Sí se puede" Seguir tus pasos hasta alcanzar el objetivo.

Sí Pablo, fuiste una bocanada de aire fresco en medio de un hedor a heces. Convertiste el bipartidismo en algo más semejante a una democracia, o al menos eso nos hiciste creer.

¿Y ahora? ¿Qué ha sido de todo eso? ¿Dónde está tu indumentaria inusual? ¿Tu humildad? ¿Dónde quedó aquel chico con valores irrompibles? 

¿Te asocias con partidos que no comparten tu lucha? ¿Besas una constitución a la cual aborreciste unos años atrás? ¿Das la mano a una monarquía en la que no crees? ¿Y nosotros Pablo? ¡Dónde quedamos nosotros! 

Has olvidado quién te puso ahí, en ese puesto que tanto te gusta, lo has olvidado todo. Ahora solo eres capaz de ver el poder en tus bolsillos, y te gusta, lo adoras, tanto, que tiraste por el retrete los objetivos, para al final, convertirte en uno de ellos, un político más.

Déjame decirte algo más Pablo, déjame contarte lo que verdaderamente define a una persona que cree en la política. Es una persona que nunca venderá sus valores con tal de llegar al poder, una persona honesta y con vocación para gobernar un país, anteponiendo el bienestar del ciudadano ante uno mismo. Una persona que no deja que el viento se lleve sus palabras, porque pesan tanto y poseen tanta creencia, que ni todo el oro del mundo hará que se corrompa. Una persona que no olvida quien fue, y que recuerda día a día cómo ha llegado hasta la cima. Una persona humilde, sensata, coherente, y justa, que ame a su país, y que sufra por los males que la atacan. En definitiva, todo lo que no tiene un político en la actualidad.

No poseo ningún tipo de odio hacia tu persona, ni mucho menos, simplemente estoy decepcionada, creí en algo que ni siquiera existía, una cortina de humo que se evaporó al primer suspiro. 
No obstante, amigo Pablo, tengo que darte las gracias, pues tras tu subida al poder, y al verte codearte con tus amiguitos y convertirte en uno más, no solo comprendí qué clase de política teníamos en España, si no que me hiciste ver al mismo perro con distinto collar.
Y gracias a esta maravillosa decepción que nos regalaste, encontré a personas, no muy conocidas, que sí luchan por un país libre de corrupción, un país con libertad, y con una constitución donde todos los ciudadanos seamos tratados con los mismos derechos e igualdad. 
(Una de estas personas de las que hablo es Ruben Gisbert, jurista y abogado, que intenta inculcar unos conocimientos desconocidos entre la población. Os dejo aquí el enlace de su canal, para aquellos que quieran saber de verdad qué pasa en España.)


Total, que con los años te das cuenta que salga el partido que salga, todo sigue igual. Actualmente, debido al virus, más aún nos tenemos que concienciar que los señores que tenemos como responsables y representantes de un país, no tienen ni puta idea, no les importamos un comino, y mucho menos miran por nuestro bienestar. A ellos solo les interesa el dinero y el poder, y no lo digo yo, lo dicen los hechos.

Mi lucha no cesa, mi convicción no se rinde, y mi libertad está más viva que nunca.

Pablito clavó un clavito, sí, en mis esperanzas.