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Todos los seres viven unos instantes de éxtasis que señalan el momento culminante de su vida, el instante supremo de la existencia; y el éxtasis brota en la plenitud de la existencia pero con completo olvido de la existencia misma. "LA LLAMADA DE LA SELVA" JACK LONDON

14.5.20

RELATO: Pasatiempos Mentales

El banco estaba repleto de gente, no entraba en sus planes controlar a tantas personas, no se sentía preparado, pero ya estaba allí, con todo listo, era imposible echarse atrás. Miró el reloj de su muñeca, quizás si esperaba un par de horas, la sucursal estaría más vacía. Se puso nervioso, había meditado su plan durante 5 meses, pero ahora que se encontraba a pocos minutos de ponerlo en marcha, las dudas enfrentaban más responsabilidad. Debía hacerlo, no era momento para retractarse, todo saldría bien, tan solo debía ceñirse al plan meticulosamente redactado.
Una niñita de ojos azules, lo observaba sin pestañear, intimidando hasta la última gota de sudor que resbalaba por su frente. Para disimular su acojonamiento, sonrió a la niña de la forma más natural que podía aparentar, consiguiendo que la chiquilla fijara su mirada en otra persona.
Había cometido un gran fallo olvidándose el pasamontañas en el coche, ya era demasiado tarde para volver, su cara salía reflejada en el video de seguridad, por suerte, la gorra impedía una visión clara, y de todas formas, no tenía nada que perder, ese era el principal motivo por el que se había decidido a hacerlo, si todo salía bien, obtendría una grandiosa cantidad y desaparecerían sus problemas, y si por el contrario se torcían los hechos, no le vendría mal pasar una larga temporada en la cárcel, allí al menos tendría comida todos los días, aunque le atormentaba el pensamiento principal de todo aquello, su madre.
Como había calculado, el director abandonaba su puesto de trabajo para ir a desayunar, una situación ventajosa para su conveniencia, sin un líder resultaba más fácil efectuar el atraco. El guardia de seguridad tampoco sería un estorbo, era un hombre regordete que aparentaba no tener ganas de trabajar, sabía que en cuanto lo viese sacar el arma, se tiraría al suelo el primero. Lo había observado durante los días anteriores, y sus movimientos lentos junto a las charlas con los clientes, demostraban que más que ejercer las funciones por las que había sido contratado, se dedicaba a hacer un paripé.
Deslizó la mochila de su espalda para alcanzar la pistola, nadie le prestaba atención, aún así, sus movimientos debían ser milimétricos para no levantar sospechas antes de tiempo. Palpó el arma con sus dedos y mentalmente, para obligarse a reaccionar, contó hasta tres. Empuñó la pistola lo más firme que pudo y con una voz segura e imponente gritó "Que nadie se mueva, esto es un atraco" Había meditado mucho la frase con la que comenzar, quería ser original, vaya estupidez, pero él siempre se había considerado diferente a los demás y le apetecía demostrarlo. Al final optó por la típica frase que se ve en las películas, no encontró otra más adecuada, sobretodo para que lo tomaran en serio.
Tras soltar la exitosa frase, lanzó un disparo al techo. Las personas, tranquilas y pacientes unos minutos atrás, comenzaron a gritar y a escandalizarse, más que tumbarse en el suelo, se tiraron contra el como si de una piscina se tratase. Volvió a disparar para provocar un silencio absoluto, necesitaba comunicar sus normas.
"Todos tranquilos ¿De acuerdo? No deseo hacer daño a nadie, una vez obtenga el dinero me marcharé sin más. Si a alguien se le ocurre impedirlo, dispararé sin pensarlo y será demasiado tarde para todos"
Dicho esto, se dirigió a uno de los mostradores intentando no pisar ninguna silueta postrada en el suelo. La mujer de la ventanilla lloraba desconsoladamente, pensó en tranquilizarla pero eso demostraría debilidad. Realmente no quería hacer daño a nadie, era un buen hombre que se había visto obligado a obtener dinero por la fuerza, ya que su situación familiar empeoraba por momentos. Siempre había tenido un buen corazón, jamás se había metido en problemas, fue el sistema quien lo había impulsado a cometer esos actos, o vencía al Gobierno o acabarían con él. No estaba dispuesto a perder todo por lo que había luchado durante toda su vida, era injusto y cruel.
Trabajaba casi desde la niñez, meses atrás lo habían despedido por recortes, el dinero que el Estado le proporcionaba no llegaba ni para pagar la hipoteca, y por más solicitudes que mandó, nadie le prestaba ayuda. Por otro lado, estaba su madre, enferma desde hacía años, necesitaba cuidados intensivos de un especialista, que evidentemente no se podía permitir. Le martirizaba ver a su madre tan desvalida, la impotencia de no poder ayudarla por cuestiones económicas era lo que realmente lo habían encauzado a planear el atraco. Ella merecía morir en paz y cuando llegara su momento, no por causas impartidas por un Gobierno inhumano.
La trabajadora elegida para introducir el dinero en la mochila, no daba pie con bola, después de caer la maleta un par de veces, no atinaba con el código de la caja fuerte, haciendo al atracador perder la paciencia. Ella se disculpaba con cada uno de sus actos sin evitar el atraso del atraco. El hombre que la apuntaba con el arma intentaba calmarla con palabras suaves, direccionando sus movimientos con una pausada voz.
6 millones de euros metidos en la mochila, cerrada a cal y canto. La sostenía con cuidado, parecía que iba a reventar de un momento a otro.
Listo, no había nada más que hacer allí, por un momento pensó en dar las gracias, menos mal que solo fue un pensamiento estúpido y fugaz que desapareció ligeramente de su cabeza. Todo había salido a pedir de boca, solo tendría que dar unos pasos y sería libre, ¡y rico! En pocas horas estaría metido en un avión para viajar lejos y comenzar una nueva vida, ya se encargaría de ayudar a su madre desde el lugar donde se encontrara, lo importante era obtener el dinero, el resto de planes surgirían con la marcha.
Agarró el asa de la puerta empujando hacia él y...


-Disculpe señor, le toca a usted
Giró la cabeza y vió a una señora mayor que le indicaba que avanzara en la fila, a su lado una niñita de ojos azules sonreía sin motivo. Cambió su mirada hacia la ventanilla, una de las trabajadoras lo esperaba con una amplia sonrisa, indicándo con la mano que se acercara.
Por un momento deseó que sus alucinaciones hubiesen sido reales, ahora sería tremendamente rico. Pero no, todo había sido fruto de su imaginación desesperada.
Obtuvo el poco dinero que le quedaba en la cuenta, tendría que hacer altas operaciones matemáticas para repartirlo durante todo el mes, o eso, o aprender magia, porque la idea de atracar un banco se desvanecía ante su cobarde imaginación.
 "Al menos mamá ya descansa en paz" pensaba, desanimado y avergonzado, mientras salía del banco.