VENCER A LA VIDA
Todos
tenemos un mundo interior, pensamientos que nunca saldrán a la luz, secretos
que nos atormentan, o por el contrario, nos hacen sonreír, pero los mantenemos
ocultos a otras mentes, ya sea por miedo, por vergüenza, o porque simplemente
nos consideramos personas un poco mas reservadas, y vemos innecesario
compartirlo todo con los demás. Sea cual sea el motivo, el caso es que siempre
nos guardamos algo, no somos lo bastante transparentes, o mirándolo de otro
modo, somos precavidos a la hora de utilizar sentimientos, que a veces, no
sabemos controlar, definitivamente, nos refugiamos en un silencio oculto, nos
colocamos la máscara de la verdad, pero escondemos nuestro verdadero rostro, y
vivimos de una apariencia imaginaria, pero que a los ojos de otra persona,
resulta real, auténtica e indiscutible, nadie puede recriminar nada, pues
desconocen los verdaderos cimientos de nuestras neuronas.
Me
gustaría compartir con vosotros una historia inolvidable, al menos para mi. Una
historia repleta de sentimientos incomprendidos, sentimientos indescifrables a
los ojos que solo ven lo que uno muestra. Una historia imaginaria, o quizá
real, según el enfoque que decidáis darle.
Lucas
era una persona normal, con sus defectos y virtudes, pero con un buen corazón.
Habría hecho algún que otro trapicheo, pero como cualquiera de nosotros a lo
largo de nuestra vida, todos sabemos que nadie es perfecto, y a veces cometemos
errores, que nos enseñan, o nos cambian para siempre.
Con
sus 35 años, tenía casa propia, un trabajo donde le pagaban lo necesario para
poder vivir sin ahogos, y una familia que lo adoraba porque era hijo único.
Todo le iba bien, o al menos él decía que era feliz, y pocas personas pueden
decir eso con tranquilidad, ya que el ser humano es inconformista por naturaleza.
Pero Lucas tenía todo por lo que había luchado. No estaba casado, él no creía
en el matrimonio, pero adoraba a su novia, con la que llevaba 7 años saliendo.
Estaban completamente enamorados, y lo sé porque solo había que verlos juntos.
Eran una de esas parejas que sabes que van a durar toda la vida, porque están
hechos el uno para el otro, era una de esas relaciones que se basan en la
confianza y el respeto de verdad, porque no lo dicen, si no que lo demuestran
día a día.
Lucas
era un tipo reservado, pero solía caer bien, porque aunque no hablaba de su
vida privada o pocas veces daba su opinión, era una persona bastante simpática,
y casi siempre estaba al servicio de los demás. Pasara por el problema que
pasara, nunca le faltaba una sonrisa en la cara. Era difícil averiguar si Lucas
estaba bien o mal, incluso a sus seres queridos mas cercanos les resultaba
complicado saber a ciencia cierta el estado de ánimo verdadero de Lucas.
Era
tan querido por todos, que nunca escuché a nadie decir una palabra mala de él,
todo lo contrario, era muy admirado y respetado. Para las mujeres, un hombre de
los que ya no quedan, decían; sus amigos lo estimaban demasiado y en ninguna
fiesta podía faltar, Lucas animaba hasta un velatorio si se lo pedían. Lucas
era la clase de amigo que a todo el mundo le gustaría tener.
La
vida da muchas vueltas, tantas, que a veces nos mareamos y perdemos el rumbo,
lo importante es que sepamos volver a encontrarnos, y agarrarnos a lo que sea
para que aunque la vida gire, nos mantengamos estáticos y fuertes a lo que
tenga que pasar.
A
pesar de tener una vida plena, Lucas comenzó a sentirse abatido cuando su novia
se marchó por unos meses a trabajar fuera. De pronto, las cosas comenzaron a
torcerse. Al principio, no le resultaba difícil vivir alejado de ella,
intentaba mantenerse ocupado, salía mas a menudo con sus amigos, visitaba con
frecuencia a sus padres, echaba horas extras en el trabajo, todo cuanto fuera
necesario para no echarla tanto de menos. Pero esa energía con la que se había
planteado afrontar la situación, comenzó a flaquear en un mes.
Todo
comenzó en el trabajo, los días se le hacían eternos, se esforzaba muchísimo
por una empresa que apenas lo recompensaba, todo lo contrario, exigían y
exigían sin darle nada a cambio. Cuando llegaba a casa, notaba la ausencia del
apoyo que le había brindado siempre su novia, y eso lo destruía, no se sentía
capaz de llevar ese peso laboral él solo. Aun así, aguantaba como podía,
luchaba cada día por no rendirse, pero la fuerza se alejaba de él como el mar
se aleja de una orilla mojada.
Cuando
dicen que las desgracias nunca vienen solas, es porque no le falta razón a ese
dicho estúpido. Su madre murió de una forma repentina, y el dolor que él sentía
al no poder tenerla a su lado, lo destrozaba por dentro, aunque nunca lo habló
con nadie. Sabía que todo el mundo muere algún día, pero nunca pensó que su
madre lo abandonaría tan pronto, y sin tener la oportunidad de despedirse, se
fustigaba por ello, aunque coherentemente sabía que no le serviría de nada,
pues su madre no volvería.
Sufría
tanto que le era imposible levantarse cada mañana, y tuvo que pedir unos días
en el trabajo, con la esperanza de asimilar la desgracia y volver a ser el que
siempre fue.
Tenía
visitas todos los días, amigos, compañeros de trabajo, su padre, todos estaban
tan pendientes de Lucas, que a veces se olvidaban de sus propias vidas. Y es
que era tan chocante verlo así, que todos mantenían las expectativas de que
Lucas volvería a ser el de siempre. Le regalaban cosas para levantarle el
ánimo, lo sacaban a tomar algo para que el sol bañara su piel y pudiera
deshacerse de esa piel demacrada y pálida que había adquirido rápidamente. Pero
nada servía. Lucas se apagaba con cada día que pasaba.
Sentía
odio por la vida, sentía odio a si mismo, y sentía odio por cualquiera que
intentara hacerle ver que la vida era maravillosa. Perdió ese encanto que
encandilaba hasta al mas miserable. La luz de su rostro se esfumó como cuando
la luna se coloca entre la tierra y el sol, y deja esa penumbra que se parece a
la noche, pero no lo es.
Su
novia lo llamaba cada vez que podía, pero no era constante, y eso lo hacía
sentirse mas solo aún. Le faltaba su otra mitad, y solo con sus palabras no
bastaban. Le suplicó que volviera, la necesitaba mas que nunca, ella era la
fuerza que le faltaba, ella era la única que comprendería su auténtico dolor,
ella sabría consolarlo, sabría aportarle el amor necesario para que Lucas
pudiera volver a volar. Pero su novia estaba en el trayecto mas importante de
su carrera, y no podía abandonarlo todo ahora, había llegado hasta ahí con
mucho esfuerzo, no se permitiría fallar ahora. Lucas le rogaba incesantemente
que necesitaba oler su pelo, añoraba los besos tiernos que lo hacían sentir
vivo, sus caricias le enseñarían a volver a valorar lo importante, pero ella
siempre contestaba con la misma negativa. Sus palabras de rechazo eran dulces,
pero a él lo arañaban por dentro, creando una cicatriz cada vez mas grande, que
no podría cerrar sin más.
Su
mundo se desmoronaba. Su bienestar desaparecía. La realidad se distorsionaba.
Lucas había dejado de ser él mismo para convertirse en un alma errante que
limosnaba una mínima comprensión. Todo lo que intentaba era en vano. Acabaron
por despedirlo, pues el estado en el que se encontraba no le permitía
concentrarse lo suficiente como para trabajar. Sus amigos, llamaban menos
insistentes, lo daban por perdido y ellos ya tenían sus propios problemas, como
para intentar ayudar a una persona que no se deja ayudar. Su padre decidió irse
voluntariamente a una residencia, bastante calvario le resultaba a ver perdido
a su mujer, como para ver día a día que su hijo enterraba su vida.
Lucas
comenzó a sentirse solo, abandonado por los que dijeron quererlo. Se aferró a
la soledad como si fuese la última rama de un árbol que fuera a caer. Pasaba
los días metido en cama, no comía apenas, lloraba en las noches oscuras, aunque
la oscuridad residía en su corazón. No tenía nada, no quería nada, todo lo que
le hacía falta la vida se lo había arrebatado sin preguntar, y él no quería
aceptarlo, en lugar de ello, se atormentaba por algo que ya no tenía solución.
Debía ponerse en pie y seguir luchado, al fin y al cabo, él si seguía vivo.
Pero cuando decidía levantarse, los tormentos de la soledad le susurraban al
oído, y con la mano del miedo, lo tumbaba de nuevo en la cama, con los labios
del dolor lo besaba en la frente y era la angustia quien terminaba por cerrarle
los ojos.
Cuando
parecía todo perdido, cuando las esperanzas se largaron con la risa de la felicidad,
su novia volvió a casa.
Fueron
semanas de esfuerzo, pero ella sacó a Lucas de la depresión mas voraz. Lo amó
mas que nunca, lo escuchó, lo entendió como si se tratara de ella misma. Y al
final, Lucas volvió a levantarse.
Recuperó
su trabajo, se reencontró con sus amistades de toda la vida, visitaba a su
padre con frecuencia, todo parecía a ver vuelto a la normalidad.
Había
pasado un año desde el fallecimiento de su madre, parecía que todo lo malo
había desaparecido, pero las apariencias siempre engañan.
Si
es verdad que Lucas volvió a su vida de siempre. Volvió a ser admirado y
respetado, querido por todos, volvió a implantarse esa enorme sonrisa en su
cara, y desde lejos, parecía invencible. Pero la realidad era otra. Cuando
Lucas se quedaba solo, lloraba, lloraba y se lamentaba de este mundo injusto.
Algo había cambiado en él, quizá la forma de ver la vida, quizá la inseguridad
de creer en si mismo, quizá la desgana de luchar por algo que puede desparecer
en cualquier momento. En el interior de Lucas se había creado un rinconcito
lleno de pena, de una tristeza incomprensible para nadie, solo para él. No
creía en nada, la pasión de su corazón se había evaporado como una nube novata,
y la razón ya no lo escuchaba, se había tapado los oídos con un algodoncillo
llamado inestabilidad.
Cuando
conseguía huir de la mentira que ahora llamaba vida, se encerraba en su casa
solo con la compañía de sus pensamientos fúnebres. Se maldecía, se odiaba cada
vez mas, ¿Cómo podían las personas ser tan falsas y vivir en una injusticia
constante? ¿Para que tantos esfuerzos si todos morimos? ¿Qué significado tenía
la vida si la muerte siempre le ganaba? ¿Realmente las personas se preocupan
por otras personas? ¿Cómo podían no darse cuenta de su sufrimiento? Las mismas
preguntas, una y otra vez, revoloteaban por su cabeza enferma, y nunca obtenía
respuesta, solo la respiración acelerada de su propio cuerpo, que al igual que
su mente, se sentía encarcelado.
Había
engañado a todo el mundo, les había hecho ver lo que realmente querían ver,
pero la verdad era otra, la realidad era que Lucas no consiguió levantarse,
Lucas se había rendido hacía ya mucho tiempo, pero nadie lo sabría jamás.
Esfuerzos
y mas esfuerzos a lo largo de nuestra vida, y las recompensas nunca son como
las esperamos verdaderamente, pero o luchamos, o nos conformamos, nadie se
planta y dice hasta aquí, yo se la voy a jugar a la vida. ¿Eso no se puede
hacer? Supongo que no, la vida es tal y como es, y nosotros tenemos que
adaptarnos a ella, no ella a nosotros.
Una
mañana, Lucas se despidió de su novia cuando se marchaba al trabajo, con una
enorme sonrisa pero una sospechosa mirada. Le dijo un te quiero al oído y la
abrazó como si quisiera fusionarse con ella.
Llamó
a su padre a la residencia, le agradeció todo cuanto había hecho por él, y sin
planearlo lloró como si volviese a tener 5 años. Su padre entendió que lo
echaba de menos, e intentó tranquilizarlo prometiéndole que pronto se verían.
Lucas se calmó, y susurró un te quiero.
Incomprendido
por la sociedad, vencido por el miedo, abandonado y desterrado por la
felicidad, sumido en los recuerdos oscuros, tomó una decisión irrevocable.
Quiso subirse en la barca de la negatividad, para que por los ríos de la
incertidumbre, lo llevara hasta un final inesperado.
Lucas
estaba totalmente consciente de los actos que iba a cometer. Por primera vez en
su vida, estaba decidido. Sintió en sus adentros, que el miedo se había ido, y
después de mucho tiempo, sonrió sinceramente en el espejo, mirándose a los
ojos, sintiéndose comprendido por él mismo. Supo lo que tenía que hacer, estaba
fuerte, por sus movimientos, parecía que llevaba haciéndolo toda la vida,
parecía que había nacido para ello.
El
reloj marcaba las 5 de la tarde cuando su novia llegó a casa y encontró su
cuerpo inerte. Parecía estar dormido, pero el escalofrío que ella sintió por su
espalda le decía que no lo estaba. Lucas se había marchado para siempre. A su
lado había una pequeña nota, en la que decía bien poco, unas cortas palabras de
afecto, insignificantes para ella en ese momento. No había explicación, ni
disculpas, simplemente que la amaría por toda la eternidad. Pero eso a ella no
le producía ningún sentimiento ahora, su cuerpo, inmóvil, la miraba con
desprecio, y ella solo podía pensar en una cosa, ¿Por qué?
El
suicidio, casi siempre, es considerado como un acto de cobardía, pero, ¿lo es?
Se sabe poco de este suceso, porque es una decisión tan personal, que aunque
haya personas que han sobrevivido a un intento de suicidio, no suelen compartir
sus pensamientos con el mundo exterior.
Creo
que no es una decisión que se tome a la ligera, podría ser pensada, valorada o
incluso planeada con bastante tiempo, pero seguiremos desconociendo los motivos
verdaderos.
Yo
me pregunto, ¿Qué puede pasar tan grave para llevar a una persona a ese limite?
¿Tan solo se tiene que sentir para no dejarse ayudar por las personas que lo
quieren? ¿Por qué no utiliza esa fuerza de voluntad para seguir adelante en vez
de para quitarse la vida? ¿Somos tan débiles? ¿Llega un momento donde somos
incapaces de controlarnos a nosotros mismos?
Claro
que por otro lado, intentándome poner en los zapatos de otro, llego a entender
que es una decisión personal, que nadie tiene derecho a obligarnos a vivir si
somos nosotros quienes no queremos. Pero, ¿Seríamos capaces de aceptar tal
cosa? Si alguien a quien conocieras, te dijera, me voy a quitar la vida, ¿Lo
aceptarías sin mas? Yo al menos no podría, inconscientemente haría todo lo que
estuviera en mi mano para ayudar a esa persona, inocente de mi, sabiendo sin
saber, que si esa persona a llegado a ese límite, es porque quizá no le
encuentre sentido a nada, ¿O quizá porque no ha escuchado las palabras
adecuadas? Todo este tema, es muy triste, pero nada mas lejos de la realidad,
hay muchas personas que se suicidan, y en la mayoría de los casos, son tratados
con indiferencia.
Supongo,
que como en todo, existirá una escala de gravedad, me explico, por ejemplo, en
el caso de Lucas, ¿Creéis que tiró la toalla sin motivos? ¿Podría haber luchado
mas? Seguramente la respuesta sea sí, pero ¿Quiénes somos nosotros para juzgar
sus motivos? ¿Acaso alguien puede sentir con exactitud lo que él sintió? No,
podemos imaginar, pero jamás sentiremos lo que él sintió.
Y
si ahora pongo otro ejemplo, una persona que tiene una enfermedad terminal, y
no quiere sufrir a conciencia si sabe que va a morir igualmente, ¿Es mas
comprensible que se quite la vida? Sigue siendo un suicidio, ¿Por qué podríamos
entender mejor a esa persona que a Lucas? ¿Los motivos valoran la vida de una
persona? ¿O es el sufrimiento lo que se mide? Todos no sufrimos igual, ni a
todos nos afectan los mismos motivos, y si somos libres, ¿No podemos también
ser libres al decidir como morir?
Preguntas
inquietantes sobre un tema delicado. ¿Podremos afrontarlo algún día con
normalidad?
Cuando
veas a una persona pasarlo mal, no juzgues, por muy sencillo que te parezca el
problema, ayúdalo. No todos vemos las mismas salidas, ni tenemos las mismas
fuerzas. La gente va con prisa a todas partes, sin pararse a mirar, cada uno va
preocupado en su vida, sin mirar la vida del ajeno, a no ser que quiera
criticar. Cambiemos eso, vayamos con mas calma, escuchemos cada palabra que no
salga de nuestros labios, ayudemos al prójimo aunque no lo pida, observemos con
tranquilidad, y nunca neguemos la mano a quien lo necesite, algún día podríamos
ser nosotros mismos.
CAFÉ CON PESTES
El papel de la mujer en la actualidad, es
entre complicado y aventurero. Complicado, porque no a todas las mujeres se nos
ha educado igual, y resulta difícil, a veces, luchar por nuestros derechos si
hay algunas que ni siquiera son conscientes de ellos. Y aventurero, porque nos
ha tocado vivir una época de cambios, y solo nosotras podemos decidir hasta
donde queremos llegar.
Años atrás, muchos, la mujer siempre ha
participado en la vida con un papel secundario, su palabra valía menos que la
de un hombre, y sus actos no podían ser efectuados por consideración propia,
era el hombre quien tomaba cualquier tipo de decisión, ya fuera familiar,
laboral o personal. Estaba tan indiferentemente considerada, que incluso se nos
negaba el voto, trabajar fuera de casa, conducir, viajar solas, cualquier cosa
que ahora vemos normal, antes nos privaban de ello.
Si me adelanto, y formulo la magnífica
pregunta de ¿Por qué?, no llegaríamos a nada, solo entraríamos en un debate
interminable, empezando por las cuevas cavernícolas, pasando por una iglesia
controlada y terminando en una doctrina preparada para lavar cerebros. Así que,
siendo un poco prudente, me salto esa parte, por si algún otro quiere indagar
en ello.
Lo que pretendo con todo esto, es exponer
de la forma mas natural posible, un tema que parece que haya sido desplazado
descaradamente. ¿Y como exponerlo para que no parezca presuntuoso? Pues creo
que la manera mas adecuada, para que se entienda bien y se aprecien diferentes
puntos de vista, es contando una historia real, algo que me ocurrió hace un par
de semanas.
Un grupo de mujeres, en el que me encuentro
incluida, quedan una tarde para tomar café. No son amigas, es más, apenas se
conocen profundamente, saben lo básico para entablar una conversación que las
saque de la rutina. Trabajan todas en el mismo lugar, y de ahí la forma en la
que se conocieron. El compañerismo siempre ha sido bueno, congeniaron
rápidamente a la hora de trabajar. Viendo que laboralmente conseguían mantener
una relación, decidieron conocerse también personalmente, ¿Qué podía variar?
Son cinco mujeres, cada una de una edad
diferente y prácticamente vidas totalmente variables, pero eso no lo saben aún,
nunca han hablado de ello en la jornada laboral.
Para mantener el anonimato de todas, las
denominaré según las entiendo yo, esto no quiere decir que sean así
verdaderamente, las juzgo basándome exclusivamente en este hecho que voy a
narrarles.
MUJER EXTREMISTA, 22 AÑOS
MUJER MACHISTA, 37 AÑOS
MUJER LUCHADORA, 53 AÑOS
MUJER CONFORMISTA, 27 AÑOS
YO, 30 AÑOS
Estamos sentadas en la terraza de un bar,
el sol nos resguarda un poco del viento frío de los últimos días, y hace que
nos sintamos cómodas. Nos atiende un camarero amablemente, y nos toma nota de
nuestras bebidas. Ninguna pide nada de comer. Al principio el silencio
predomina en la mesa, es la primera vez que nos reunimos fuera de nuestro
trabajo, y romper el hielo nunca fue fácil. Poco a poco vamos ganando
confianza, y nos soltamos a la hora de hablar, tanto, que debemos coger turno
para que todas podamos contar algo. Reímos, charlamos, en fin, estamos pasando
un buen rato, es agradable salir de casa y estar rodeada de personas tan
simpáticas. Hemos congeniado.
Durante una hora, todo va bien, los temas
de conversación son sencillos, cualquier cosa que se pueda hablar sin ofender a
alguien que no conoces, todo fluye con normalidad, hasta que no se como, nos
introducimos en un tema de conversación, al que quizá, no estábamos preparadas
para debatir entre nosotras, quizá nos haría falta conocernos un poco mas.
Una de nosotras, no recuerdo muy bien
quien, comenzó hablando de las huelgas producidas el 8 de marzo, el día de la
mujer, y eso desencadenó un torbellino de ideas variadas, mezclándose los
pensamientos con las palabras mal entendidas.
La conversación esta avanzada, me centro en
el conflicto directamente, pues es lo que me interesa y a lo que le doy más
valor. No por el conflicto en si, sino, por la diversidad de opiniones que
llegó a generar.
MUJER MACHISTA: Lo que no entiendo, es que
hacían tantas mujeres protestando por un día que tampoco tiene tanta
importancia. Que yo sepa, en el día del padre, no sale ningún hombre a la calle
a reivindicar nada. Lo disfrutan con sus hijos y listo.
MUJER EXTREMISTA: ¿Qué no lo entiendes?
Pues es bastante sencillo, las mujeres salimos a la calle a pedir justicia en
este mundo machista. Ya era hora de que nos uniéramos todas y gritásemos por
nuestros derechos.
MUJER MACHISTA: ¿Nuestros derechos? Bah,
pamplinas. Eso son cosas de la juventud de hoy día, siempre nos hemos
conformado con lo que nos daban y nunca ha pasado nada.
MUJER EXTREMISTA: Ese es el problema, el
conformismo, así nunca conseguiremos lo que realmente nos merecemos.
MUJER CONFORMISTA: Ah, ¿Y que es lo que nos
merecemos?
MUJER EXTREMISTA: Pues principalmente, la
libertad de poder hacer todo lo que queramos sin consentimiento de los hombres.
Trabajar de lo que nos apetezca, decidir nosotras mismas si tener hijos o no, y
si los tenemos, tener la tranquilidad de trabajar fuera de casa y no la obligación
de ser amas de casa.
MUJER CONFORMISTA: Yo trabajo fuera de
casa, ¿Eso significa que tengo que hacer lo que me sale del alma sin contar con
mi marido?
MUJER LUCHADORA: No se refiere a eso. Se
refiere a tomar nosotras nuestras propias decisiones.
MUJER EXTREMISTA: Los hombres lo llevan
haciendo toda la vida, ¿Por qué nosotras no? A mi un tío no me dice lo que
tengo que hacer. Somos mucho mejores que ellos en todo, y podemos llevar mil
cosas a la vez y seguir siendo igual de fuertes, por eso hay que salir a la
calle, para luchar por un respeto y conseguir ser superior a ellos.
MUJER LUCHADORA: A ver, tampoco se trata de
eso, yo no quiero ser superior a mi marido, solo quiero hacer lo mas
conveniente para mi y para mis hijos, pero sin hacerle daño a él. Al fin y al
cabo es mi marido, no debo tratarlo como a un cualquiera, se merece mucho más.
MUJER MACHISTA: Tu marido se merece todo y
mas, para eso es tu marido. Y tú (dirigiéndose a la mujer extremista con una
mirada rabiosa) deberías dejar de decir tantas tonterías y centrarte un poco
mas en lo que tienes en casa. Claro tanto hablar y hablar y se te olvida
ocuparte de lo que es realmente importante.
MUJER EXTREMISTA: ¿Ah sí? ¿Y que es lo
importante para mi? Ya que parece que me conoces tan bien (y no puede remediar
soltar una sonrisita pícara)
MUJER MACHISTA: Pues no dar disgustos a tus
padres. Yo con tu edad ya estaba casada y con un niño, que es como tiene que
ser. Te vas de casa de tus padres y comienzas a vivir sin depender de nadie.
¿De que te sirve luchar por todo eso que me estas diciendo? Si al final, sigues
viviendo en casa de papa y mama, sin saber lo que es llevar a una familia
adelante. Seguro que no tienes ni pareja, porque hablar así de los hombres no
tiene sentido, o serás una bollera de esas…(suelta haciendo un gesto de
desprecio con la mano)
MUJER EXTREMISTA: ¿Qué tendrá que ver mi
gustos sexuales con mi manera de pensar acerca de la mujer? (levanta un poco la
voz)
MUJER LUCHADORA: Tranquilidad, no saquemos
los pies del tiesto. No ha querido decir eso, ¿Verdad? (le dice a la mujer
machista, que asiente con cara agria) Esta claro que tenemos puntos de vista
diferentes, pero no es razón para faltar al respeto. Mujer extremista, me
parece bien que pienses así y que luches por tus principios, pero también debes
escuchar los pensamientos de los demás, cada una de nosotras a vivido
situaciones diferentes, y es eso lo que nos hace pensar de una forma u otra.
La mujer machista asiente victoriosa, y su
mirada de desprecio hacia la mujer extremista no varía. Yo, mientras tanto,
escucho y observo, no me parece oportuno inmiscuirme en la conversación por
ahora. Le pego un buche a mi bebida lentamente.
MUJER CONFORMISTA: Yo creo que cada una
vive lo que le ha tocado vivir, y siempre como puede. Que si, que a mi también
me encantaría salir a la calle como tú y pedir lo que es mío, pero todas no
tenemos la suerte que tienes tú. Yo por ejemplo tengo que aceptar esta vida
así, tal y como viene, no te voy a negar que sueño con tener otra vida, pero se
queda en eso, un sueño. Mi madre siempre me enseñó los valores que le
inculcaron a ella, casarme, tener hijos y formar una familia, no he conocido
otros valores, por lo tanto, tengo que ser feliz con lo que me ha tocado vivir.
Si por mi marido fuera, me tendría que quedar en casa cuidando de los niños, y
yo lo aceptaría sin mas, porque es lo correcto, pero todas sabemos que ahora
con un solo sueldo no se llega a fin de mes, y menos con niños de por medio,
por eso busqué este trabajo. Me limito a vivir con lo que tengo, ¿Para que complicar
mas la vida con manifestaciones y esas cosas si no vamos a conseguir nada?
MUJER EXTREMISTA: No vamos a conseguir nada
actuando como tú. Como eso es lo que te han enseñado, lo aprendes y lo aceptas,
¿Pero nunca has probado pensar por ti misma? Si dices que es lo que te ha
tocado vivir, ya dejas mucho que desear en tus pensamientos, no es lo que te
toca, es lo que tu buscas. Si no estas conforme con tu vida, solo tienes que
cambiarla. No digo que sea fácil, pero nada en esta vida es fácil, lo
importante es saber lo que quieres y luchar por ello. Somos mujeres, mujeres
independientes, mujeres que no nos hacen falta hombres para vivir. ¿Quién te ha
dicho que no puedes vivir la vida que deseas y además ser madre y esposa a la
vez? Ellos lo hacen, ¿Por qué nosotras no?
MUJER MACHISTA: Porque no es como tiene que
ser. La mujer siempre se ha quedado en la casa, y antes las cosas iban bien.
Ahora, ¿Cuántos matrimonios terminan? El hombre es mas fuerte, puede realizar
trabajos que nosotras no, ¿Tan difícil es aceptarlo? No entiendo tantos cambios
que quieren hacer ahora. El hombre siempre será superior a la mujer.
MUJER LUCHADORA: ¿Superior en que sentido?
MUJER MACHISTA: En cualquier sentido. Son
los que tienen que traer dinero a casa, y nosotras cuidar del hogar familiar.
¿De verdad piensas que un hombre sería capaz de cuidar de los niños y las
labores del hogar igual que nosotras? Eso son fantasías, todas sabemos cual es
la verdad
MUJER LUCHADORA: No estoy de acuerdo mujer
machista. Un hombre, al igual que una mujer, puede aprender, y cuando no queda
mas remedio, deben aprender. Mi marido esta jubilado por enfermedad, hace ya
unos cuantos años, y con su pensión no nos llegaba para poder vivir. Decidimos,
entre los dos, pues para eso somos una familia, que fuera yo la que me pusiera
a trabajar, y él en cambio, se encargaría de los asuntos domésticos. No te voy
a engañar si te digo que al principio todo era un desastre, pero claro, que le
podía exigir yo a mi pobre marido sin en su vida había hecho una cama. Con el
tiempo, aprendió, y ahora el sabe cual es su trabajo y yo se cual es el mío. Y
no porque nos lo diga nadie, sino porque ambos lo decimos así por el bien de la
familia. Y no por eso es menos hombre, y no por eso a mi me gustan las mujeres
ni nada por el estilo, simplemente nos hemos adaptado a vivir de una forma
diferente a la que nos enseñaron.
Hubo un silencio en la mesa, nadie miraba a
nadie, y todas asimilábamos lo que acabábamos de oír. Yo seguía sin hablar, la
conversación se ponía interesante, pero aún no veía mi momento, eso sí, apreté
fuertemente el hombro de mi compañera de trabajo mujer luchadora, brindándole
mi apoyo, pues no tuvo que ser fácil vivir lo que ella vivió. En sus ojos noté
la dulzura de una madre dispuesta a luchar con uñas y dientes, y no dejarse
avasallar por las injusticias de la vida. Gran mujer.
MUJER EXTREMISTA: ¿Veis? A eso me refería.
Ella (señalando a la mujer luchadora y sonriéndole al mismo tiempo) No es una
mujer como las de antes. Ha cogido la sartén por el mango, demostrando lo que
es capaz de hacer una mujer. Eso es lo que quiero decir, la mujer es tan
inteligente y fuerte, que sabe como organizar la vida, sabe como hay que
vivirla, sabe…
La interrumpe la mujer conformista, impaciente
por hablar, al parecer.
MUJER CONFORMISTA: Pues su marido será así,
yo al mío ni me planteo decirle algo parecido. Es más, cuando llego a casa,
todo esta sin hacer, soy yo la que tengo que recoger, si no, no lo hace nadie.
¿Y me quejo? Pues no, porque es lo que me toca.
MUJER EXTREMISTA: Para nada es lo que te
toca, lo haces porque quieres vivir así. Por miedo, o porque no conoces otro
estilo de vida. Yo admiro a las mujeres como ella (apuntando a la mujer
luchadora) que ha sabido colocarse en su verdadero sitio, ha sabido expresarse
y ha conseguido lo que quería, y su marido acata, porque no hay otra. Pero a
las mujeres como tú (mirando fijamente a la mujer conformista) me encantaría
darles una buena charla, y abrirles los ojos, para enseñarles que hay mucho mas
de lo que nos meten en la cabeza de pequeños, enseñarles que el mundo esta
cambiando, que nosotras ya no somos de nadie, sino de nosotras mismas, que ya
no pertenecemos a los hombres, en todo caso que ellos nos pertenezcan a
nosotras. Es nuestra era, la era de la mujer, seremos presidentas del gobierno,
habrá mujeres que dirijan el vaticano, trabajaremos en todo lo que nos ha sido
prohibido, seremos mas importantes que ellos, porque hemos nacido para serlo,
hemos nacido para ser superior a ellos. Las mujeres debemos unirnos, por eso
salimos a la calle, por eso se formó la que se formó, porque el mundo cambia, y
la mujer se ha dado cuenta que ella no se va a quedar atrás. Somos
independientes, luchadoras, madres, somos nosotras mismas. Somos una nueva
generación de mujeres, y todas debemos estar apoyando el cambio. Si te quedas
en el bando de los hombres(ahora mira a la mujer machista con un toque de
esperanza) te seguirán tratando como a una esclava, seguirán sin valorar lo que
realmente vales, que es mucho, y no lo sabes, porque te tienen atada de pies y
manos, y tú tampoco haces nada para desatarte. El mundo va a cambiar, y ahora
eres libre de decidir en que bando estás, solo depende de ti, es tu opinión la
que nos interesa, no la de tu marido, eres tú la mujer, demuéstralo. Luchemos
por una igualdad merecida, que ya es hora. Luchemos por una igualdad arrebatada
años atrás. Luchemos, y no dejemos de luchar, no debemos rendirnos. ¡Igualdad
ya!
La mujer extremista termina su discurso, se
ha levantado hasta de la silla, y ha alzado bastante la voz, tanto, que nos
mira toda el bar, y sin exagerar lo mas mínimo, ha obtenido hasta unos cuantos
aplausos de algunas mujeres, que por lo visto, se habrán sentido identificadas
con ella. Eso la hace sentirse poderosa y fuerte, lo puedo notar en su cara. De
soslayo, me mira, pero solo consigue de mi una sonrisa complaciente.
Todo ha quedado bastante caldeado. Se
respira una tensión que puede oler hasta mal, y creo que ha llegado mi momento.
La mujer machista esta enfadada, se sabe
que no esta de acuerdo con nada de lo que ha dicho la mujer extremista, pero
supongo que verá inútil hablar ahora, después del éxito que ha tenido su
compañera de trabajo, se basa en bajar la mirada y remover la cucharilla del
café, que ha terminado hace una rato.
La mujer conformista, parece distinta,
observo en su rostro que algo ha cambiado, no se si la mujer extremista la ha
llegado a convencer, pero su mirada se ha relajado y la siento pensativa. O lo
mismo esta maldiciendo haber ido a la cita y escuchar por obligación esa
reflexión tan incómoda para ella. A saber.
La mujer luchadora esta impasible, no
sabría decir si esta ajena a todo, o esta aguantando las ganas de explotar. La
observo descaradamente, a ella sí, le tengo tanto respeto a esa mujer que puedo
permitirme el lujo de analizarla de este modo. Veo tensión en sus labios, pero
sus ojos reflejan una amabilidad y un brillo que todo me indica que esta
emocionada por lo que acaba de escuchar, mas que enfadada, pero es tan prudente
y respetuosa, que por no crear mas conflicto con sus otras compañeras, ha
decidido callar lo que siente, y disfrutar del momento. Seguro que al llegar a
casa, lo cuenta a la familia y lo disfruta aún más.
Carraspeo un poco antes de comenzar mi
opinión, el estar tanto tiempo callada ha hecho que mi garganta se acomodara.
Cojo aire, y los mas tranquila posible, les ofrezco mi punto de vista.
YO: Muy bonito todo eso que has dicho,
mujer extremista, me gustan las personas que expresan lo que sienten sin miedo
a las opiniones ajenas. Pero tengo que decirte también, que tus propósitos
resultan un poco radicales. Ahora te explicaré porque, pero antes, (dirijo mi
mirada hacia la mujer machista sin quitar la sonrisa de mis labios) me gustaría
hablarte a ti. Para lo joven que eres, hablas como una mujer de la guerra, creo
que debería informarte un poco mas de los cambios de hoy en día, y aunque no
estuvieras de acuerdo, intentar expresarte de otra manera menos ofensiva,
porque yo siendo mujer, me siento ofensiva que la mayoría de las palabras que
has soltado, que tú aceptes vivir así, no significa que sea el modo de vida al
que la mujer este destinada, reflexiona e intenta medir tus palabras, porque
parece que no te sientas orgullosa de ser mujer, y eso, perdona que te lo diga,
es un problema.
La mujer machista se queda con la boca
abierta, y veo en sus gestos como se siente dolida ante mi comentario
impertinente, pero seguidamente agacha la cabeza en señal de sumisión, sabe que
no hay mas que hablar. Sabe que mis intenciones no es atacarla personalmente,
si no aconsejarla mas bien. La mujer conformista ni me mira, esta dubitativa
entre ambas posturas, y ha decidido por dejar de participar, como no quiero
importunarla, no le digo nada. La mujer luchadora, me mira con satisfacción,
ella siempre se siente orgullosa de todo lo que yo digo, y esta vez no iba a
ser menos, me sonríe y me agarra la mano, de alguna manera intenta pasarme su
fuerza, para que yo diga lo que ella no puede decir, pero piensa. Vuelvo a
dirigirme a la mujer extremista, no he terminado con ella, ni si quiera he
empezado. Vuelvo a coger aire.
YO: Como te he dicho antes, mujer
extremista, tus formas y propósitos son radicales, sueltas palabras sin ton ni
son, casi sin meditar, sin reflexionar y elegir las palabras correctas, hablas
sin pensar a quien puedes ofender, y tampoco debería de ser así.
¿Qué es para ti la igualdad? Tú me hablas
de superioridad, no de igualdad, y creo que estas confundida. Si es cierto todo
lo que has dicho de la forma que ha sido tratada la mujer a lo largo de la
historia, y también es cierto que debemos unirnos para luchar y conseguir el
trato que realmente nos merecemos, pero ojo, cuidado con esto, ¿Quieres luchar
para tener los mismos derechos que los hombres? ¿O quieres luchar para
humillarlos y limitarlos como ellos han hecho con nosotras? Piensa bien tu
respuesta, porque es ahí donde creo que te pierdes un poco.
Esto va para todas, la igualdad de
derechos, es eso, igualdad de derechos, derechos humanos, no tiene nada que ver
con ser superior a ellos, ni dominarlos, ni hacerles entender que podemos vivir
sin ellos, todo eso es una gilipollez, un aumento de una guerra ficticia que
nos hemos creado nosotros mismos. Cuando dices: ”Somos superiores” sin darte
cuenta, te conviertes en todos esos hombres que piensan los mismo hacia las
mujeres, y no se trata de eso, se trata de aceptarnos y convivir ambos sexos
sin conflictos. Físicamente, es obvio que somos diferentes, pero al igual que
ni todas las mujeres son iguales, ni todos los hombres son iguales, podemos ser
bajos, altos, con pelo, calvos, con mucho pecho, gordos, feos, guapos, una
variedad ilimitada, y aún así somos del mismo sexo, pero vaya, ¡que sorpresa!
Tampoco coincidimos en el físico, ¿Y esto porque podría ser? ¿No somos todas
mujeres? ¿O no son todos hombres? Incluso nuestros órganos sexuales son
diferentes. Bien, hasta aquí todo claro. Pues, si somos diferentes físicamente,
siendo del mismo sexo incluso, ¿No cabría la posibilidad de ser también
diferentes mentalmente? ¿O es que todas las mujeres pensamos igual? ¿Todos los
hombres actúan igual? No, por mucho que reinen los tópicos, sabemos que eso no
es así. Hay mujeres que odian ir de compras, o la moda, o ir a un salón de
estética, y sin embargo, hay hombres que lo tienen como pasatiempo. Hay hombres
a los que no les gusta el fútbol, y por el contrario, mujeres que son fanáticas
de los deportes. ¿Entendéis a donde quiero llegar? Todos somos personas, todos
sentimos, deseamos, valoramos y vivimos. Cada persona es un mundo, cada persona
tiene una manera de ver las cosas, de sentirla, de valorar, ¿Qué mas da que sea
hombre o mujer? Sigue siendo una persona. La igualdad, es eso, que todos
tengamos los mismos derechos independientemente de ser hombres o mujeres. Basta
ya de guerras absurdas entre sexos, basta de creernos superior a los demás, eso
no lleva a nada, solo a confrontación, y ese no es el modo de ser feliz. La
igualdad es que cada uno podamos decidir que queremos hacer, o decir, o sentir,
sin tener que marcar en una casilla lo que tenemos entre las piernas. Así que
por favor, cuando habléis de luchar, de la fuerza de las mujeres, de la unión
que tenemos que tener, no confundir las cosas, no mezclar los significados de
las verdaderas acciones, porque yo si quiero tener los mismos derechos que un
hombre, pero no quiero ser mas que nadie, porque no lo soy. Soy yo, con mis
expectativas y mis limitaciones, soy una persona a la que no le han asignado
los derechos que se merece.
Y ahora, no voy a proseguir con aquella
tarde con las compañeras de trabajo, pues lo que me interesaba ya lo he contado.
Ahora quiero que vosotros me obsequiéis con vuestras opiniones. Es un tema del
que no se habla con propiedad, mas bien con confusión, y la diversidad de
pensamientos me enseña tanto como la vida misma!! Anímense y comenten!!
UNA MISA PERTURBADORA
Soy
de las personas que respeta las creencias a las que cada cual se quiera
prestar, no juzgo según en el dios, filosofía o un simple pensamiento al que
cada uno lleve como principal condición. Todos somos libres de elegir que
creemos, cuando lo creemos y de que manera lo queremos creer, pues la verdad
absoluta sobre este tema, no existe. Unos pueden adorar a un dios, otros ni si
quiera se plantean adorar algo, aquellos rezan por sentir miedo, y algunos se
limitan a lo que la ciencia demuestra, pero ¿Quién tiene razón? ¿Qué hay de
cierto en las creencias que cada uno impone?
La
religión mas conocida para mi, es la cristiana, quizá porque es la que he
vivido (ajena a mi voluntad) desde pequeña. Nada mas nacer, me bautizan, sin
contar con mi opinión, una decisión que toman mis padres, en mi caso, por
tradición, ya que ellos tampoco son creyentes leales. ¿Cómo te van a preguntar
si apenas entiendes lo que pasa en el mundo? Pensaréis, cierto, pero ¿Eso asume
el derecho de tomar una decisión tan importante para mi vida?
Para
mi, ese es el primer fallo del cristianismo, introducir a un bebe en el
catolicismo sin su consentimiento, cuando hoy en día, la religión adopta un
segundo plano. ¿Por qué entonces se siguen bautizando a los niños a edad tan
temprana sin darles derecho a elegir en que creencia quieren sumergirse?
Mi
primo pequeño, esta apunto de hacer la comunión, y el otro día lo acompañé a
una reunión que convocaron en la iglesia, según dijeron, muy importante para
que el niño pudiera realizar la primera comunión. Inocente de mi, asistí,
pensando mas en el crío que en mi, pues hacía que no pisaba una iglesia desde
mi primera comunión. Me faltaban ganas, la verdad, pues no soy partidaria con
nada que tenga que ver con la iglesia, lo respeto, pero esos acontecimientos
conmigo no van. Aún así, me pareció divertido vivir aquella experiencia con él,
tenía curiosidad por ver cuanto había cambiado la iglesia en estos tiempos, si
lo comparaba con lo que me tocó vivir a mi.
Cuando
entré en la iglesia, quedé bastante sorprendida al ver lo moderna que era.
Estaba acostumbrada a ese olor a humedad mezclado con un poco de antigüedad que
me daba en las narices cada vez que mi madre me obligaba a ir a catequesis.
Pero la sensación fue distinta. Era una iglesia blanca, sin figuras de santos
por todos lados, sin suelo de madera, sin piedras que producen un ambiente
entre frío y calor, sin eco al hablar. Columnas de escayola adornaban el lugar
donde los feligreses se sientan, columnas lisas, de las que puedes encontrar en
cualquier establecimiento. El suelo estaba adornado de una moqueta azul oscuro,
y al mirar al atril mis ojos quedaron perplejos, al no encontrar al cristo de
madera con el que me crié de pequeña. En su lugar, había una especie de
imitación mal hecha, en madera por supuesto, pero mas que un cristo parecía una
manualidad de estas que mandan en el colegio para niños de 7 años. Nunca he
alabado ninguna figura católica, no entiendo mucho o sinceramente no me
interesa la imaginería, pero he de decir, que sentí lástima al ver aquello tan
ridículo postrado de una pared, y mas triste me resultó pensar, que las
personas que allí se encontraban, se persignaban ante tan fea imagen del
supuesto salvador de la humanidad. Intenté no darle mas importancia, si nadie
se quejaba, ¿Quién era yo para reclamar algo que no iba conmigo? Si a ellos les
gusta, que son los creyentes, yo no tengo nada que decir.
Mi
primo no se sentó a mi lado, debía estar junto a sus compañeros, así que para
no molestar y no llamar la atención, ya que me sentía que no estaba en mi
ambiente, decidí sentarme en el banco mas alejado de la multitud, mi cometido
era acompañarlo, no tenía ninguna intención de adrentarme en un mundo que
abandoné hacía ya muchos años.
Por
educación, me presté a escuchar lo que una de las catequistas decía por el
micrófono. No daba crédito a lo que escuchaban mis oídos, es más, llegué a
pensar que todo aquello era un broma, y que en cualquier momento todos reirían
y empezarían a hablar en serio. Pero no, observé atónita el comportamiento del
resto de asistentes, todos escuchaban atentamente aquellas palabras que tanto
daño me hacían, asentían incluso con la cabeza, como cuando un padre da una
lección a su hijo y éste acata las normas sin pensar en un porqué. Comencé a
sentirme inquieta, tenía la necesidad de callarle la boca a esa mujer que no
paraba de soltar barbaridades como si fuesen verdades como puños.
Os
comento un poco, para que podáis entender mi comportamiento, lo que tuve que
escuchar sin opción a debatir:
…tengo 5 hijos y 16 nietos, contando
también a uno que viene en camino, y me siento muy feliz. Yo era una mujer que
estudió una carrera, pero me di cuenta que con mis estudios y trabajando no era
feliz, así que decidí dejarlo todo para cuidar a mis hijos y a mi marido, porque
así lo quiso dios…
….el dinero es lo mas importante.
Cuanto mas dinero tengas, mas feliz serás. Todos queremos ir bien vestidos,
comprarnos todo lo que se nos antoje, salir a comer, y todo esto lo da el
dinero. Si tu amigo tiene una ropa cara y tu no, quieres esa ropa, todos
deberíamos poder tener esa ropa, pero hay que ganar mucho dinero para
conseguirlo…
…para no caer en el alcohol y las
drogas, tienes que escuchar a dios, él es el que nos salva de todo aquello,
nada mas, debemos recibir su ayuda y no caer en la tentación del mal. Dios te
vigila, siempre esta contigo, cuando no entiendas algo solo tienes que
preguntarle a dios…
Estas
son algunas de las frases que mi enfado me dejó escuchar y recordar, porque
como entenderéis, cuando salí de aquel infierno, hice que mi mente olvidara la
tortura a la que me habían sometido.
Fue
un esfuerzo muy grande el que tuve que hacer para no contestar a aquella mujer,
¿Por qué no lo hice? Pues por respeto. Que no comparta su misma opinión no me
da ningún derecho a irrumpir en su discurso, me bastaba con largarme de allí,
al fin y al cabo, era yo la que me encontraba en un lugar que no me
correspondía. Pero como no me puedo callar y aún existe la libertad de
expresión, he decidido contarlo aquí, y así puedo quedarme tranquila.
En
primer lugar, si te sentías mas feliz criando a tu hijos que estudiando una
carrera, no hubieses perdido el tiempo en ello. Cada cual es libre de elegir el
camino de su vida, y si tú has decidido ser madre y ama de casa porque eso te
hace feliz, me parece muy bien, pero no enseñes que eso es la felicidad, ya que
cada uno posee un concepto diferente de ser feliz, y lo que para ti es
fantástico, para mi es una puta mierda. Si me tocara vivir tu vida, sería la
mujer mas infeliz del mundo, no por tener hijos o ser ama de casa, si no por
renunciar a mis sueños y adentrarme en una vida impuesta por un dios y no por
mis propias decisiones.
En
segundo lugar, ¿Lo mas importante es el dinero? ¿El dinero da la felicidad? Que
tu no sepas valorar el amor, la salud, la naturaleza, la tranquilidad, la paz,
la inteligencia, la cultura (y podría seguir pero me faltan páginas), y
necesitas aferrarte al consumismo para ser feliz, no significa que todos seamos
igual. A mi no me hace falta dinero para ser feliz, y lo sé porque llevo toda
mi vida viviendo con un mísero sueldo de 600 euros, y te puedo asegurar que he
sido muy feliz. Valoro un café con mis amigas, un beso de mis primos pequeños,
un atardecer sobre el mar, un paseo por la playa, el cantar de los pajarillos
ajenos a la dura vida humana. Valoro que me escuchen, que me quieran por lo que
soy y no por lo que tengo. Valoro tener un techo donde dormir cada noche,
aunque no sea una mansión con piscina, valoro poder comer todos los días y no
tener que buscar en la basura para poder alimentarme. Valoro la educación, la
justicia (Ser justo con uno mismo y con los demás, no la justicia del gobierno)
Valoro los valores, los sentimientos, la empatía. En definitiva, valoro todo lo
que el dinero no puede comprar, porque así nacimos, sin nada material, fuimos
nosotros los que creamos el dinero. ¿De verdad piensas que esas son las
palabras mas adecuadas para un niño de 9 años? ¿Incitarle que tiene que tener
la mejor ropa? ¿Avasallarle con conceptos que tapan los verdaderos valores de
la vida? Educa así a tus hijos si quieres, pero no a los de los demás, si eres
catequista, enseña de lo que sabes, que lo demás ya se lo enseñarán sus padres,
que para eso son sus padres.
Y
en tercer lugar, no hace falta pedirle ayuda a dios para no caer en las drogas,
¿No sería mejor pedir ayuda a tus padres? Al menos con ellos puedes hablar y
mantener una conversación, que yo sepa dios no te habla directamente para darte
una lección de vida. A los niños hay que enseñarles a autocontrolarse, a diferenciar
lo que esta bien de lo que esta mal, y si para ello tienen que emborracharse
cuando lleguen a esa edad, que lo hagan, ¿Qué hay de malo? ¿Quién lo ha hecho
en su adolescencia? y creo que la mayoría no hemos salido alcohólicos, ni
drogadictos. Beber y tomar drogas, es una etapa que casi todos hemos pasado,
porque así es la adolescencia, quieres probarlo todo porque te sientes adulto,
sientes que puedes tomar tus propias decisiones, aunque no sea asi. Pero hay
que vivirlo, y son los padres los encargados de educar y enseñar a ese niño, de
prevenirles de las consecuencias, de mostrarles la realidad. Y si tienes razón
y es verdad que dios ayuda a no caer en las drogas, dile de mi parte que muy
bien no lo esta haciendo, porque la mitad de la juventud de hoy en día ha
probado droga, y la otra mitad esta pensando en tomarla. Así que deja de
comerles la cabeza a esos chiquillos con tonterías, y si quieres dar lecciones,
hazlo con coherencia, que son niños, no perros a los que puedas domesticar.
Ahora
que me he quedado mas tranquila, porque me he desahogado a gusto, voy con la
segunda parte del relato.
Cuando
esa especie de mujer termina su charla, sube una chiquilla, de unos 14 años.
Casi dispuesta a marcharme después de la cantidad de pamplinas que he tenido
que escuchar, me pica la curiosidad, ¿Qué tendrá que decir una chiquilla tan
joven en una iglesia? ¿Hablará de su experiencia cuando hizo la primera
comunión? Decido no irme, y prestar atención a la nueva predicadora. Borro la
inestabilidad que me ha provocado la salvadora de almas, y empiezo de cero,
abierta a cualquier comentario, por escuchar no pierdo nada.
La
chiquilla parece nerviosa, y tarda unos minutos en ordenar sus ideas para
comunicarlas a los demás, aunque su voz tiembla, supongo que por la vergüenza
que supone hablar presente a tantas personas.
…y llevo 5 años de postconfimación. Los
viernes por la noche no salgo, como hacen mis compañeros de clase, los
catequistas me invitan a cenar a su casa, y allí pasamos la noche. Gracias a
ellos, no he caído en el alcohol y las drogas, ellos me han llevado por el buen
camino. Me encantan los viernes por la noche, porque hacemos debates y me
enseñan a tener una vida plena sin necesidad de hacer lo que todos mis
compañeros hacen. Yo animo a estos niños a que sigan con la confirmación,
después de su primera comunión, os lo vais a pasar muy bien y sin drogas, que
eso es lo importante…
Aquí
ya me planteé seriamente si aquello era una broma. ¿Hemos vuelto a los años 60
y no me he dado cuenta? ¿Cómo una niña de esa edad puede estar diciendo todas
esas palabras si apenas sabe lo que es vivir?
A
ver si lo he entendido bien. Según ellos, es mejor que una adolescente de 14
años, pase la noche de un viernes con personas mucho mas mayores que ella,
antes que con personas de su edad. ¿Esto es de verdad? No estoy de acuerdo con
que la juventud salga hasta las tantas de la noche y vivan como adultos
descontrolados, pero joder, tampoco veo normal que esa chiquilla se relacione
con personas adultas, ¿No se dan cuenta que le están robando su juventud?
¿Quién no tiene buenos recuerdos de cuando era niño y hacía fechorías con sus
amistades? Es que eso es vivir, cuando eres niño vives sin apenas obligaciones,
sin preocupaciones, te diviertes con tus amigos, ríes por cualquier cosa. Eso
es el proceso de la vida, para cada cosa hay un tiempo, y si a una niña la
privas de todas esas vivencias ¿Qué recuerdos le quedan cuando crezca? ¿Qué
diversión fomentas con llevártela a tu casa y camuflar algo que debe vivir?
Yo
jamás dejaría que mi hija de 14 años fuera a casa de un adulto, que no tiene
nada que ver con ella, que la puede mirar con otros ojos, que le puede inculcar
algo que no debe aprender en ese momento. Prefiero que salga, que disfrute,
aunque eso la lleve a probar el alcohol, ¿Y que? Yo lo hice cuando era pequeña,
y a mi no me ha pasado nada, todo lo contrario, he crecido con unos principios
muy fuertes, he cometido errores, sí, pero todos los cometemos, y el aprender
de esos errores es lo que te convierten en el adulto que eres hoy.
Y
luego pensé, ¿Le resultará difícil a esa chiquilla relacionarse en clase? ¿La
mirarán de forma diferente? ¿Qué será de ella cuando cumpla los 30 y vea que no
ha vivido? Ya será demasiado tarde.
Con
todo esto no quiero decir que este mal, para nada, que cada padre eduque a su
hijo como vea necesario. Lo que me cabrea, es que todo lo que decían no lo
contaban, lo implantaban, era su verdad y todo lo demás era lo malo. Si sigues
un camino diferente al que nosotros te propones aquí, serás infeliz, te pasarán
cosas malas. Ya…y eso ¿Quién lo dice? ¿Dios también?
Querida
iglesia, y todos los que pertenecéis a ella con devoción, dejar de manipular
las mentes de los niños inocentes, dejar de decidir lo que es bueno o es malo,
porque vosotros, sois iguales que nosotros, los que no creemos, y yo no voy a
la iglesia a desmantelar todo lo que tenéis montado, me callo y lo respeto,
porque es vuestra decisión, así que respetar ustedes la de los demás, y dejar
de comer el coco, que hay muchas mas cosas en esta vida en las que pensar, que
en dios.
Si
dios existe o no, es una cuestión muy relativa, y ahí no voy a entrar,
simplemente porque no veo necesario persuadir a nadie con sus creencias, que
cada cual crea en lo que quiera. Pero si achaco a la iglesia que esas no son
formas, y que ese no es el camino, que si tanto defendéis el amor, la paz y el
respeto, no antepongáis otros valores, y mucho menos pretendáis que todos, por
cojones, pensemos igual. Vosotros creéis en un dios, sin embargo yo creo en la
luna y el sol, en la naturaleza, porque es lo que veo, es lo que siento, y no
voy por ahí intentando que todos piensen lo mismo que yo, ¿Por qué? Porque no
soy nadie, solo una persona que es capaz de pensar por si misma, sin necesidad
de aferrarme a algo para sentirme mejor.
Si
alguien se ha sentido ofendido con este relato, pido perdón, pues mi intención
no es atacar, he querido dar mi opinión acerca de un suceso que viví hace unos
días. No soy atea, ni creyente, ni nada por el estilo, solo tengo un punto de
vista diferente, tengo mi propio punto de vista, aunque siempre respetaré el de
los demás, pues no creo que mi forma de ver las cosas sea la verdadera, así las
veo yo, los demás podéis verla como queráis, que para eso somos libres.
APOCALIPSIS
Todo ocurrió en el año 2094. Una mañana desperté sobresaltada con el ruido potente de las olas al chocar contra la fachada de mi hogar.
Mi casa, pequeña y acogedora, en la cual pude vivir los mejores momentos de mi vida. En ella vivía tranquilamente, y por las noches, sobre todo en verano, el sonido del mar me adentraba en un plácido sueño, mientras que por la ventana de mi habitación, las estrellas me cantaban nanas. El hogar que me había enseñado el verdadero significado de la tranquilidad, regalándome esa preciosa playa que cada mañana dibujaba una sonrisa en mi soñoliento rostro, y peinaba mi pelo con una brisa tímida.
Como decía, desperté sobresaltada, me extrañaba que esas prudentes olas bañaran mi casa con tanta efusividad. Salté de la cama, temerosa de encontrar lo que tantas veces habíamos temido.
Dubitativa asomé la cabeza por la ventana, y mis piernas comenzaron a temblar al ver el nivel del mar tan alto que la playa había dejado de existir. ¿Dónde estaba esa suave arena con revoltosos granitos? Perdida, ahogada, desaparecida como una especie en extinción. Las olas rompían fuertemente contra mi ventana y en ese momento me acordé de Víctor, un simpático anciano que vivía unos metros más abajo de mi casa. Un hombre humilde cuyo sentido del humor alegraba a mi corazón en los días más oscuros, con su radiante sonrisa hacía desaparecer cualquier problema que rondara mi cabeza.
Me vestí con lo primero que pillé y salí como pude de mi ya inundada casa. Fuera me encontré con un ambiente desmesuradamente caldeado, las temperaturas eran tan altas que incluso costaba trabajo respirar.
Unos pasos más adelante encontré a Víctor, empapado y sollozante, su casa había desaparecido. Me abalancé sobre él para abrazarlo, temblaba y gemía, por un momento pensé que entre mis brazos había un inocente niño, mi amigo derramaba lágrimas de rabia y miedo.
Dejando que se apoyara en mi, subimos hasta el centro del pueblo, y con dificultad lo senté en uno de los bancos del parque principal. Su mirada estremeció mi alma, sus ojos contaban, sin hablar, una tristeza inconfundible, la pérdida de su morada, en la cual había vivido durante toda su larga vida, le provocaba una nostalgia irreparable.
No recuerdo exactamente cuanto tiempo permanecimos allí sentados, inmiscuidos en nuestros pensamientos, uno al lado del otro, tan cerca y a la vez tan alejados.
Un murmullo angustioso nos hizo levantar la vista, el resto del pueblo salía a la calle, abandonando sus hogares desesperadamente. La tranquilidad que siempre había reinado nuestro pueblo se había convertido en un caos absoluto, donde los gritos y lamentos sustituían a los rezos de paz de los días anteriores.
Un grito desolador nos hizo ponernos en pie, provenía de una de las casas cercanas. Corrimos para llegar al lugar sin perder tiempo alguno. Una mujer de mediana edad pedía auxilio histéricamente, intentamos comunicarnos con ella, pero los nervios la dominaban por completo, y ni mi amigo ni yo podíamos descifrar las palabras expuestas por la mujer.
De pronto comencé a sentirme cansada, mi cuerpo se calentaba con rapidez, y mis extremidades me privaban de una estabilidad, el calor se apoderaba de mis fuerzas, y la debilidad gobernaba mi cuerpo. Todo me daba vueltas y los gritos inentendibles de la mujer comenzaron a ser agudos y lejanos, hasta que dejé de oírlos.
Desperté en una cama, la habitación blanca y austera de decoración, embriagaba mi olfato con un olor desagradable. Víctor apareció con un enorme vaso de agua, al parecer la calor devastadora había provocado mi desmayo. Salimos de la habitación y atravesando un largo y oscuro pasillo, llegamos a un salón atestado de gente. Los llantos y lamentos lideraban el aire del habitáculo. Miré a Víctor en busca de una respuesta, sus ojos me indicaron un lugar. En uno de los laterales del salón, postrado en un pequeño colchón, se encontraba el cuerpecito de un niño, el hijo de la mujer que llamó nuestra atención antes en el parque. No quise preguntar cual era el motivo de su muerte, pues realmente ya lo sabía, ésta subida de las temperaturas no eran aptas para cualquier persona, no todos podríamos sobrevivir.
Víctor me instaló en una de las sillas vacías y se marchó de mi lado, supongo que para seguir ayudando a otras personas.
En la televisión no paraban de salir noticias referentes a las catástrofes sucedidas, como nuestro pueblo, había muchos más sufriendo las mismas consecuencias. Miles de muertes en pocas horas. ¿Qué estaba pasando? ¿Acaso el mundo se moría?
Mi presencia en la sala no servía de ayuda y decidí ir en busca de mi amigo.
Habitación por habitación y Víctor no aparecía. Empecé a preocuparme. ¿Y si había decidido salir para buscar ayuda? Era un hombre valiente, y si estaba en sus manos arriesgar su vida para salvar otras, lo haría sin dudar.
Pregunté a las personas que se encontraban en la casa, nadie lo había visto. Salí nuevamente a la calle, no debía andar muy lejos.
Giré la esquina del bar Simeón en dirección a la iglesia, conociendo a mi amigo seguramente habrá ido a ver al párroco y asegurarse que esta bien. A lo lejos, cerca de la entrada de la iglesia, vi un bulto borroso en el suelo, las alarmas de mis sentidos se dispararon.
Llegué hasta el cuerpo y comprobé que era Víctor. Su respiración era débil, su pulso se desvanecía con cada latido. Le agarré la mano mientras le hablaba para mantenerlo despierto, le supliqué que no me dejara, que debía aguantar, era un hombre fuerte que podía con todo aquello y más, pero Víctor ni si quiera me escuchaba. Lentamente se apagaba su mirada. Su respiración dejó de sonar. Víctor me había dejado.
La desolación se instaló en mi corazón, las lágrimas traicioneras comenzaron a salir a borbotones, con prisas y sin descanso. Sin saber exactamente que hacía, me tumbé al lado de su cuerpo inerte y lo abracé, como si quisiera apoderarme de su alma para no dejarlo marchar. El asfalto ardía y abrasaba mi piel, mas no me importaba, el dolor más grande anidaba en mi interior. Miraba el cielo, tan triste y solitario, prohibido de pájaros para adornar su extenso azul, exento de nubes con las que jugar, y observando mi patética silueta.
Cerré los ojos para olvidar y fue el olvido quien me negó la vista. A lo lejos, en otro mundo quizá, un altavoz persuadía el silencio, marcando unas pautas a seguir que mi cerebro se negaba a entender, y abandoné la razón sentenciando mi cordura a la penitencia más injusta.
La humedad calaba en mis huesos y el frío despertó mi conciencia. Me encontraba en una enorme bañera llena de agua helada. Un insoportable dolor en mi espalda me hizo pegar un pequeño grito,e inmediatamente se abrió la puerta apareciendo el párroco de la iglesia. Él me explicó que sufría fuertes quemaduras en la parte trasera de mi cuerpo, que pronto traerían las medicinas necesarias y que todo saldría bien. Fue él quien me encontró tirada en mitad del asfalto junto a Víctor, nos recogió y trasladó a la iglesia.
Mis ojos se humedecieron al recordar a mi fallecido amigo, Don Julián, el cura, agarró mi mano y pronunció unas palabras de consuelo, que no sirvieron para calmar mi dolor pero agradecí el gesto.
Al final del día el pueblo se llenó de camiones militares, venían para llevar a los supervivientes a un lugar más seguro. Mis heridas habían mejorado con las pomadas y pastillas que me trajo Don Julián y pude andar por mi misma hasta los camiones.
Antes de subir, eche una última ojeada a lo que había sido mi paraíso durante tantos años. Ahora solo quedaba un mar desbocado que había arrasado con todo el pueblo, y una temperatura capaz de fundir hasta la piedra más dura.
La tierra nos había dado una lección, ella nos arrebató lo que un día nos regaló. Toda la culpa la teníamos los humanos, tantos gases perjudiciales para el medio ambiente, tanta masacre a los animales por mera diversión, tantas talas de árboles, tantos incendios a bosques y parques naturales, tanta avaricia y egoísmo...Ahora lo habíamos perdido todo, un castigo merecido, pues ella, la Tierra, hacía tiempo que había perdido su dignidad.
La humanidad, los pocos supervivientes que la componían, terminó viviendo en una especie de base militar, donde poco a poco, intentan reavivar los cultivos y ofrecernos una nueva forma de vida, espero que esta vez con más conciencia y respeto.
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