Libertad de expresión

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Todos los seres viven unos instantes de éxtasis que señalan el momento culminante de su vida, el instante supremo de la existencia; y el éxtasis brota en la plenitud de la existencia pero con completo olvido de la existencia misma. "LA LLAMADA DE LA SELVA" JACK LONDON

7.7.20

Y me llegó el momento

Varios días sin escribir...y me duele. Me duele como cuando un amor se acaba, o como cuando alguien, por el que lo has dado todo, se va.
La razón, sin embargo, es pura alegría. Sí, estáis leyendo bien. Una circunstancia buena provoca que me duela el alma, porque mi esencia la construyen mis palabras, y al prescindir de ellas, es como si arrancaran un trocito de mi corazón.
Durante seis meses, he tenido el privilegio y la libertad de dedicarme, en cuerpo y alma, al mundo de las letras y la imaginación, hasta que me llegó el momento. El momento de trabajar.
Como algunos sabéis, siempre me he dedicado a la hostelería, el sector que me ha permitido pagar las facturas y poder disfrutar de una estabilidad económica, y ella, una vez más, es la culpable de mi precipitado abandono.
Esto no quiere decir que jamás vuelva a escribir, eso no podría ocurrir en la vida. Para mi escribir es como respirar, si no lo hago, muero. Intento decir, aunque verdaderamente me cuesta muchísimo, que esta rutina maravillosa que había tomado, de escribir casi diariamente, tiene que cesar por el momento.
El verano, y los que curran en la hostelería como yo lo sabrán, es para trabajar y trabajar sin parar. Es cansado, no lo niego, no obstante, ansiaba volver tras la barra, añoraba las conversaciones con los clientes y las carreras precipitadas para mantenerlos a todos atendidos. Porque amigos, aunque me cueste reconocerlo, la hostelería también forma parte de mi vida, también me hace crecer como persona, y por supuesto, también me regala momentos de felicidad.
Intentaré llevar ambos, el trabajo y el blog, a la vez, pero no prometo nada jeje.

Algunos se sentirán decepcionados por verme, de nuevo, caer en las garras de este sector, y lo sé con certeza, pues de mi boca salieron aquellas palabras lejanas: No volveré a ser camarera.
Existe una explicación para tan tremenda contradicción.
Debido al maldito Covid-19, el trabajo, que ya estaba limitado anteriormente, ha caído en picado. Empresas cerradas, despidos incesantes y una desesperación sobre la sociedad.
Yo, una ciudadana más en paro, veía mi futuro envuelto en un papel de fumar, al que en cualquier momento, le prenderían fuego, y desaparecería para siempre. Sin embargo, la vida poseía un As en la manga para mi, y sin querer, o sin buscar, o ni tan siquiera planteármelo, apareció este trabajo ante mis narices.
Un trabajo hecho a medida para mi.
En otras palabras, una oportunidad que no podía dejar escapar. No, no podía, sé que me arrepentiría toda la vida.

Me despido con un hasta luego, y no con un adiós, porque sé que volveré, y lo haré con más fuerza.

Hasta entonces, queridos lectores, no os olvidéis de mi, pues yo no podría hacerlo de vosotros aunque me lo impusieran, ya que me habéis enseñado una parte de la vida maravillosa, y me habéis inculcado el gran valor  que tiene luchar por tus sueños.
¡Gracias a todos!