Papá
ha llegado a casa. Detrás de la puerta del pasillo lo observo sin que me vea.
Cuánta razón tiene mamá, con el uniforme parece aún más guapo. Se despoja de la
ropa arrojándola al suelo, luego la meterá en la bolsa de plástico que mamá le
deja, se quita la mascara fea, veo que no me ha hecho caso y sigue
poniéndosela, la idea del disfraz que le propuse es mucho mejor que esa máscara
que le tapa media cara, pero papá insiste en llevarla. Se quita los guantes, se
lava las manos, se pone su pijama azul con sus zapatillas a juego, se vuelve a
lavar las manos y luego se echa un líquido transparente, una vez me dijo que
era para desinfectar. Ya está listo para que me tire a sus brazos. Salgo de mi
escondite corriendo y gritando su nombre “Papá, papá” y me engancho a su
cuello, él me come a besos y me repite incesantemente que me ha echado mucho de
menos.
Estoy
muy contenta porque no hay cole, y me paso el día jugando y ayudando a mamá.
Pero, no sé por qué, papá nunca está. Cuando me despierto, él ya se ha
marchado, y pasan muchas horas hasta que vuelve de la calle, yo sé que falta
poco para que llegue a casa cuando es de noche. Después de cenar me asomo a la
ventana de mi habitación y miro el cielo, en el momento que todo se vuelve
oscuro y las farolas de mi calle se encienden, papá está al llegar. Aunque hay
veces que mamá me manda a la cama cuando todavía no ha llegado. Siempre me
enfado, porque no puedo dormir sin el beso de buenas noches de mi padre.
Algunas de esas noches, me hago la dormida para engañar a mamá, que entra en mi
cuarto para comprobar que estoy metida en la cama, y espero despierta hasta
escuchar la puerta de casa, entonces, después de un rato, papá abre con mucho
cuidado la puerta de mi habitación, se acerca a mi cama y me besa la frente.
No
entiendo porque tengo que estar encerrada en casa, sin ver a mis primos, a mis
amigos del cole, sin poder salir a jugar al parque de aquí abajo. Papá me dice
que por mi seguridad y la de todos, pero no logro entender muy bien a que se
refiere. El parque es seguro, además, que desde el balcón veo que no hay nadie,
más seguro todavía. Aún así, no me dejan bajar. Tampoco me dejan ver a los
abuelos, ¿Ellos tampoco son seguros? No entiendo nada. Hablamos con ellos a
través del móvil de mamá, pero a mi no me gusta, prefiero darles besos y
abrazos, mamá me dice que pronto, pero pronto no llega.
He
jugado un rato con papá, luego mamá ha dicho que era tarde y me ha mandado a dormir. Estoy encima de la cama, jugando con mis muñecas, bajito para que nadie
me escuche.
Me
aburro, no puedo dormir. Me acerco a la puerta, escucho cómo hablan papá y
mamá. No les oigo bien, la entreabro un poco más.
“No
sé a donde vamos a llegar. Las calles están vacías, eso es señal de que la
gente está haciendo caso y se está quedando en sus casas, pero cada vez lo
llevo peor” Escucho decir a papá.
“Esperemos
que pase todo rápido” Le responde mamá.
“Es
muy duro salir todos los días y vivir así. El riesgo que corremos los
policías…cada vez me da más miedo besar a la niña, no sé, es como que no me
siento desinfectado del todo, estoy expuesto continuamente y solo pensar que
puedo contagiarte a ti o a ella…me supera. ¿Y si soy yo el que se contagia?
¿Cómo me voy a separar de vosotras? Cada vez hay más infectados y quién dice que
no seré uno de los próximos. A veces pienso que si no soy capaz de mantener
a mi familia a salvo ¿Cómo voy a mantener a salvo al resto de la población?”
“Lo
sé cariño, pero es tu trabajo y confío en que harás lo adecuado. No le des más
vueltas, saldremos de ésta. La niña y yo estamos bien, y tú mismo lo acabas de
decir, la gente se está quedando en sus casas, mucho más no durará esta
pesadilla”
“Mierda
del Coronavirus, nos está consumiendo poco a poco. Sólo espero que no haya más
muertes. ¡Qué tragedia todo!”
Siento
la tristeza en la voz de mis padres, hablan apenados, desesperados, pero ¿Por
qué? Estamos todos aquí en casita, juntos, ¿Qué es lo que pasa? Supongo que
será todo por culpa del virus ese, que si lleva corona, será el rey de todos
los virus. Pobre papá. No quiero que se muera, mañana le digo que se quede en
casa con nosotras, que llame al trabajo y diga que esta malito, como cuando
mamá lo hacía conmigo, llamaba al colegio y les decía que estaba malita, aunque
sea mentira y papá no lo esté, nadie se va a enterar, así estaremos todos
juntos y ningún rey de los virus nos hará nada.
Me
acuesto. A lo mejor mañana ya se ha ido ese virus, y papá y mamá dejan de estar
preocupados, yo puedo ir a ver a los abuelos, y jugar con mis primos, y…volver
al cole, no tengo ganas, pero si es lo que tengo que hacer para que todo vuelva
a la normalidad, iré.
Y
sin darme cuenta, mis ojos se van cerrando lentamente, al otro lado de la
pared, los sollozos de mi padre me cantan una nana, lloro también, y entre
lágrimas confusas, me quedo dormida.