Libertad de expresión

Datos personales

Mi foto
Todos los seres viven unos instantes de éxtasis que señalan el momento culminante de su vida, el instante supremo de la existencia; y el éxtasis brota en la plenitud de la existencia pero con completo olvido de la existencia misma. "LA LLAMADA DE LA SELVA" JACK LONDON

29.4.21

Mi gato Tankyan: Has dejado un vacío en mi ser

Durante los últimos años, cuando te veía mayor, siempre temí este momento, el momento en el que me tocara vivir sin ti. Puedo decirte que no es fácil, mi fiel amigo, que a cada segundo mi mente se inunda con tus recuerdos, mi alma llora porque nunca más volveré a tenerte entre mis brazos, mi corazón se quebró al ser consciente de que tu ronroneo no lo enamoraría más. Aún así, intento ser lo más racional posible, pensando que tuviste una vida feliz y plena, que todos nacemos y morimos, y tú, mi pelotita negra, llegaste al final de tu camino.
17 años juntos, viviendo multitud de cambios, soportando mudanzas, observando cómo entraban y salían personas de mi vida, y siempre estabas ahí al llegar a casa. No te importaba que pasara contigo una hora, dos minutos o todo el día entero, disfrutabas de mi compañía al máximo, y me hacías quererte cada día más.

Cada noche dormías junto a mi, hasta llegar al punto de no poder conciliar el sueño si no te escuchaba ronronear. ¿Cuántas veces no te movía a propósito para que no cesase el ronroneo porque yo aún no me había quedado dormida? Eras tan bruto que al saltar sobre la cama hacías que se moviera todo el colchón, ¡Y cómo me ponía del mal humor cada vez que te lavabas justo antes de dormir! Llegué a pensar que lo hacías a posta, solo para sacarme de quicio.
¡Ay los despertares que me regalabas! Pasando por mi cara con tus patitas peludas sin importarte que me molestara. Cuando el sueño era más fuerte que yo, y veías que no tenía intenciones de levantarme, no cesabas tu insistencia, comenzando a darme pequeños mordiscos en la nariz y las orejas ¡Hasta hacerme reir! ¡Eras tan sutil mi pequeña patata!
¿Lo ves mi amor? Me duele tanto escribir de ti...que incluso habiendo pasado un mes desde que te fuiste, mis ojos derraman lágrimas al recordarte. ¡Cuánto te echo de menos!
Fuiste mi mejor confidente. La gente se pensaba que yo estaba loca por hablarte como si me entendieras, pero...¡Es que me entendías! Quizá no de la forma que a nosotros los humanos nos gustaría, pero si me entendías a tu modo. Me mirabas fijamente, con esos ojazos verdes, y cuando mi tono de voz cambiaba, eras tú quien me hablaba a mi, cerrabas los ojos con dulzura, y manteniéndolos entreabiertos, dejabas salir un leve ronroneo tranquilizador, luego, restregabas tu cuerpo por el mio, a veces no sabía quien acariciaba a quien.

¿Se puede una enamorar de su gato? Quizá no ese amor que todos conocemos, ese amor hacia otro ser humano que te hace sentir que será el hombre de tu vida. A lo mejor otro tipo de amor, otro tipo de enamoramiento, que surja entre un humano y un animal. Al fin y al cabo ¿Qué es el amor? La confianza plena entre dos seres, que se aportan respeto y cariño, que se preocupan el uno por el otro, que crean felicidad partiendo de la base del bienestar del otro. Yo tenía todo eso con él, todo eso y más que no puedo explicar con palabras, sin embargo, sé que muchos de vosotros me entenderéis a la perfección.

Me gustaba decir, a modo de broma, que eras el único macho que había podido soportarme tantos años, aunque en cierto modo, sea verdad.
Engatusabas a cada persona que entraba en casa, eras tan buen anfitrión...Incluso si la persona era reacia a los gatos, tú hacías que eso cambiase. Con tu elegancia ibas rodeando al invitado, sin perderlo de vista, aunque pareciera que te hacías el tonto, y cuando menos lo esperaba, te tumbabas encima, luego empezabas con tu seducción gatuna. Ronroneabas tan fuerte que hacías que la persona se sintiera obligada a acariciarte, y una vez que lo tenías en tus cuerdas, solo tenías que disfrutar. Cuantas veces me habrán dicho: Tu gato es el mejor. 
Sí que lo eras gordo.

Siempre pensé que te escogí yo a ti, sin embargo, ahora que ya no estás, que intento impregnar mi cerebro con tus recuerdos por miedo a olvidarme de ti, comienzo a pensar que fue al contrario, tú me elegiste a mi.
Era solo una niña cuando decidí emprender una vida alejada de mis padres, y aún, hasta hace muy poco, me sigo preguntando ¿Por qué? Es decir, en casa lo tenía todo, ¿Qué me hizo alzar el vuelo tan joven? Tenía claro que quería vivir sola, tener trabajo y acabar mis estudios, con tan solo 17 años. ¿Por qué no esperé? ¿Por qué me lancé al vacío sin ordenar mi futuro? Hoy, que ya no estás, lo veo claro.
Si no me hubiese marchado de casa, si no hubiese buscado trabajo, si no me hubiese independizado tan tempranamente, nunca habría podido vivir la historia de amor más bonita de mi vida. Como si hubiésemos estados destinados, como si algo en mi interior me indicase que estaría a salvo, que no me encontraría sola, porque tú, cosita negra, ibas a convertirte en el compañero más leal que cualquier persona desearía tener. Durante mi vida, sobre todo en los momentos amargos, he llegado a arrepentirme de esa decisión que me marcó tanto , pero claro, tú seguías conmigo, y según dicen, no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde. Ahora que no estás, lo comprendo. Tenía que ocurrir. Debía comenzar una nueva vida sola para encontrarme contigo, y juntos, construir todo lo que hemos vivido. 
Por eso tengo la certeza absoluta de que fuiste tú quien me eligió a mi.

Cada rincón de la casa me recuerda a ti. Miro al balcón, y te veo tomando el solecito, tu pelo negro casi se volvía marrón, cogiendo posturas extrañas, que desde mis ojos protectores, parecía que te ibas a descoyuntar. Miro el salón y te veo en cada parte del sofá, dónde más, en tu sitio preferido, si paso mi mano por encima, casi puedo sentir tu calor. Me siento a comer y te veo a mi lado, alzando tu patita con descaro para pedirme comida, y si miro al suelo, te veo maullando, esperando tu ración. Si voy hacia la cocina, puedo escuchar tus pasos corriendo, y te veo a mis pies, recordándome que no estoy sola. Al abrir el cajón de tus golosinas, casi puedo escucharte maullar. Voy al baño y te siento detrás de mi, eras incapaz de dejarme sola, ni si quiera en mis momentos íntimos.
Incluso aquí, en el estudio, mi lugar, donde he pasado horas y horas escribiendo, te veo aquí, encima de mis piernas, acurrucado en mi abdomen, buscando cariño o dándomelo tú. Aquí es donde más te añoro gordo. Horas eternas que he pasado en este cuarto, estudiando, escribiendo la novela, el blog, y tú a mi lado, te tumbabas y hasta que yo no decidiera levantarme, aquí seguias. Cuando estudiaba las oposiciones, y me entraba ese agobio, siempre sabias como distraerme, como entretenerme para que dejase de pensar y pudiese desaparecer esa angustia de los nervios. Y cuando te colocabas justo encima del ordenador, impidiéndome escribir, y encima tenías la poca vergüenza de mirarme a los ojos y ponerte a ronronear, ¡Ay mi niño! ¡Cuanto te he amado!

A la hora de dormir, mientras me lavo los dientes, sin querer, te busco a mi alrededor, pero no estas, ya no. Me meto en la cama, y mi subconsciente espera impaciente ese susto que durante tantos años me has dado, cuando saltabas a la cama y aparecías de la nada. Pero no hay susto, no saltas, ya no.
Al despertar, varios días, he estado abriendo la puerta donde tenía tu comida. Era lo primero que hacía nada más comenzar el día, meter la mano en tu saco de pienso y darte de desayunar, luego, cambiarte el bol de agua. ¿Cómo se prohibe al cerebro que deje de ordenar una acción que la ha estado ejecutando durante 17 años? ¡Cómo! No se puede, es el tiempo quien te enseña a dejar de hacerlo, aunque duela.

En algún momento llegué a pensar que serías eterno. Ojala. Pensaba en mi vida dentro de 20 años, y te veía conmigo. Estúpido ¿Verdad? 

Una de las decisiones más duras y triste de mi vida fue el dejarte ir. Sé que hice lo correcto, aunque mi corazón no estuviese de acuerdo. Al entrar en aquel cuartito del veterinario donde te encontrabas con el gotero puesto, y vi que incluso en tu estado, intentabas venir hacia mi...el mundo se me paró. La mejor decisión era dejarte marchar, no podía tenerte así, sufriendo, ya no eras tú, aunque tu mirada seguía siendo la misma.
Llegó el momento decisivo, sería la última vez que nos veríamos.
El doctor nos dejó solos, entre susurros, te dije por última vez todo el amor que me hacías sentir, te di las gracias por todos estos años maravillosos a tu lado, y te pedí que nunca salieras de mi corazón. Acariciaba tu rostro medio dormido, y aspiraba cada mota de tu fragancia por última vez, como si quisiera que el olor se quedase incrustado en mis fosas nasales. Te besé, como tantas veces te había besado, sin embargo, ésta sería la definitiva. 
Tu sufrimiento se evaporó hasta dejarnos solos. Parecías estar dormido, como tantas veces, solo que en esta ocasión, la luz de tus ojos verdes se había apagado para siempre.



Sé que algunos no entenderán este post, no podrán llegar hasta el nivel de sentimientos que puede producirte una mascota, y lo más triste, es que en lugar de intentar comprenderlo, juzgarán.
Para mi ha sido muy difícil escribir esto, pero debía hacerlo, debía sacar de mi interior todas las emociones que llevo guardando entre lágrimas durante un mes. Debía liberar ese dolor que lleva aplacando mi alma desde que él falleció. Debía hacerlo para poder seguir adelante.
Entiendo que haya personas que no puedan comprender las palabras que hay aquí escritas, que no vean el dolor entre las líneas. Entiendo. ¿Cuánta gente no ha perdido a un ser querido? ¿Cuántas madres no pierden a sus hijos? ¿Cuántas muertes repentinas y dolorosas no sufre el ser humano? Mi caso, en comparación con algunos de ellos, no es nada. No obstante, cada persona tiene derecho a sentir lo que quiera por quien quiera, y el dolor, es diferente en cada ser humano, al igual que el amor. 
Para mi, mi gato, lo ha sido todo durante una gran parte de mi vida. Noches en vela por gastroenteritis, por mal de amores, por dolores de regla, por insomnio...daba igual el motivo, Tankyan se mantenía a mi lado sin dejarme sola, y eso es mucho más de lo que algunas personas han hecho por mi.
Me ha costado un gran esfuerzo escribir esta entrada, no porque no me saliesen las palabras, sino por el dolor de recordarlo y saber que no volverá, pensé que me encontraría fuerte y sería capaz de escribir sobre él sin que me temblaran las manos, pero no ha sido así. Es más, normalmente suelo tardar en escribir una entrada sobre 2 o 3 horas, y con ésta, he tardado días, porque al colocarme frente al ordenador y pensar en todos esos momentos vividos...hacía que me derrumbara de dolor. Joder es que aún no me creo que ya no esté.
Todo aquel que haya entrado en mi círculo más íntimo y personal, que ha llegado a conocerme bien, sabe a la perfección lo importante que era él para mi, por tanto, sabe cómo debo sentirme ahora.

Tu nombre era Tankyan, aunque pocas veces te llamábamos así, unos te llamaban cosita bella, otros Ranky, algunos pantera, otros cuantos el gato de la pili, tu papi gordo, y yo cosita negra o pelotita negra. El caso, es que a todos los que te conocieron o pasaron algún rato contigo, conseguiste entrar en su corazón.
Has dejado un vacío en mi ser que no sé si algún día conseguiré curar.
Te querré siempre Tankyan.