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Todos los seres viven unos instantes de éxtasis que señalan el momento culminante de su vida, el instante supremo de la existencia; y el éxtasis brota en la plenitud de la existencia pero con completo olvido de la existencia misma. "LA LLAMADA DE LA SELVA" JACK LONDON

LA PROFESORA QUE APORTÓ ALAS A MIS SUEÑOS

Como me gustaría tener la certeza de que algún día leerás esto...
Mercedes Campos, docente en el colegio que me inculcó los primeros valores como persona, Maestro Eduardo Lobillo. El mejor colegio del mundo.

Mercedes Campos, aparentemente, era una profesora estricta, que cuidaba al milímetro el enfoque de sus clases. Nunca fue una profesora cariñosa con sus alumnos, pues mantenía una distancia prudente, la necesaria para infundir respeto.
Mi primer contacto con ella fue a la temprana edad de 7 años, en segundo de primaria, y debo reconocer que desde el primer momento me infundo miedo. Poseía una tez seria, una mirada penetrante, una voz segura y un método infalible. Una profesora inigualable, admirada por sus alumnos y querida por sus compañeros. Hasta sexto de primaria, el último año que pasé en aquel magnífico colegio, fue mi tutora. En su momento, al ser una niña, no supe apreciarla como verdaderamente merecía, sin embargo, el paso de los años y las vivencias que han condicionado mi forma de ser, han hecho que ella vuelva a mi memoria una vez tras otra.


Os voy a contar algunos de sus trucos:
-Para memorizar que la palabra zanahoria lleva "h" intercalada, la escribió en grande en la pizarra, e hizo que todos los alumnos simulásemos echarle una foto, pues según ella, al ser fotografiada la palabra, quedaría impregnada en nuestra memoria para siempre y evitaría cometer una falta ortográfica. Os aseguro que funcionó. Cada vez que veo escrita zanahoria, viene a mi mente la graciosa imagen de 20 niños fingiendo echar una foto a la pizarra.

-Muchas de sus clases coincidían con la vuelta del recreo, y todos sabemos la alteración que se genera después de estar media hora corriendo de un lado a otro, eufóricos perdidos y siendo unos niños, que solo piensan en jugar y pasarlo bien, eludiendo la responsabilidad. Pues Mercedes nos hacía meditar, sí como lo lees, todos cerrábamos los ojos y dejábamos que nuestra imaginación fuera marcada por sus palabras. Ella nos hacía creer en un cosquilleo imaginario que comenzaba por la punta de los dedos de los pies, e iba subiendo muy lentamente, hasta la cabeza. Sin perder detalle. A la vez, controlaba nuestra respiración, decía "Cogemos aire por la nariz, lo soltamos por la boca lentamente. Venga, otra vez" Solo duraba cinco minutos, pero funcionaba. La clase quedaba absolutamente relajada, daba gusto aprender así.

-Para aprender la educación y el respeto necesario al dirigirnos a una persona, nos hizo representar en una pequeña y rápida obra de teatro, situaciones que podíamos vivir en el día a día. A mi me tocó estar apoyada en la mesa, un compañero pasaba y me golpeaba fuertemente, mi actitud debía ser irritante y faltar al respeto a la persona que me había golpeado sin querer. Ella iba corrigiendo lo que estaba mal, informándonos de las palabras adecuadas para utilizar en estos casos. ¡Cuánto nos reímos! Una forma muy divertida de aprender, y oye, a mi me sirvió muchísimo.

-Me se ha caído el lápiz ¿Cuántas veces no habréis escuchado el Me antes que el Se? A mi me pasaba continuamente, hasta que Mercedes nos hizo repetir "Las semanas van antes que los meses", no recuerdo las veces que lo repetimos en voz alta, solo recuerdo que jamás volví a cometer el mismo error.

Y mil anécdotas más que podría compartir con vosotros, pues Mercedes nunca dejó de hacer bien su trabajo.

En el colegio, siempre fui una niña tímida, muy tímida. La relación con mis compañeros de clase no era muy buena, pues mi capacidad para relacionarme estaba cohibida por un pudor desconocido a mi entendimiento. Tenía a mis dos mejores amigas, nada más. Creo que para el resto de los alumnos siempre fuí la niña rara de clase, la calladita, la que al intentar hablar se ponía roja como un tomate. No voy a definir el trato que me daban como bullying, pues en ningún momento sentí acoso escolar,  pero si me sentía bastante apartada, a veces me creía ausente de todos ellos, como si yo no tuviese derecho a estar allí. Era como si al intentar expresarme, ninguna palabra pudiera salir de mi boca, como si algo taponara mis cuerdas vocales, no sé, supongo que las limitaciones me las colocaba yo solita. Gracias al esfuerzo labrado durante años, hoy no soy así.


Mercedes parecía entenderme. No es que me tratara de una forma especial, ni tampoco que ridiculizara mi actitud. Era más como una especie de conexión que yo sentía a través de sus ojos. En más de una ocasión calló la boca de algún compañero por burlarse de mi, no como os pensáis, ella nunca insultó a ningún alumno. La mejor manera de definir la situación a la que me refiero, es contando otra anécdota.

-El profesor de gimnasia había faltado ese día, así que Mercedes era la encargada de darnos la clase. Como esa rama no era su especialidad, preguntó a sus alumnos que deporte nos gustaría practicar, naturalmente venció el fútbol por mayoría. Jugamos casi la duración de la clase. Cuando faltaría unos 15 minutos para que tocara el timbre, un compañero sugirió un nuevo juego, referente al fútbol. Alguien se colocaba de portero, los demás haríamos una fila, e iríamos chutando uno por uno, el que consiguiera meter, ocupaba el lugar del portero. Cuando llegó mi turno, en la portería había un compañero un tanto tonto que siempre se metía conmigo, supongo que sin maldad, la típica chulería que puede tener un niño para impresionar a los demás, y yo era su cebo. Al estar uno frente al otro, comenzó a burlarse de mi, que si era capaz de parar el gol con los ojos cerrados, que si se ponía de rodillas...en fin, gilipolleces varias pero que a mi me incomodaban. En aquel momento me entraron ganas de llorar, pues a mi solo me apetecía pasarmelo bien como los demás, y las sugerencias de ese niño había provocado que me convirtiera en el centro de atención, si fallaba el gol, que era lo más probable, todos se reirían de mi. Mercedes me agarró del brazo y me miró, no dijo nada, solo me miró. Tiré a puerta, sin saber exactamente que hacía, y para mi sorpresa y la de todos los que miraban con descaro, metí el gol. Los alumnos rieron a carcajadas sí, pero no de mi. Entonces Mercedes, mientras me daba unas palmaditas en la espalda, dijo "No se puede juzgar a nadie sin conocerlo, ni dar nada por hecho" 
No sé si el gol fue pura suerte o que realmente ella, con una simple mirada, me hizo creer en mi misma.

Cada vez que terminaba un trimestre, Mercedes se reunía con todos los padres. Primero una reunión generalizada, y luego, una más concreta e individual con cada madre o padre, en algunos casos ambos a la vez, de cada uno de sus alumnos. A mi madre siempre le decía "Su hija va bien, es obediente y hace todas las tareas, pero...podría dar más de si" Durante los cinco años que la tuve como tutora, jamás entendí cual era el verdadero significado de esa frase. ¿Cómo que podía dar más de mi? ¿Acaso no aprobaba todo? ¿No me comportaba correctamente en clase? ¿No atendía y aprendía sin ningún problema? Pues cada año, la historia se repetía. Llegó a nacer en mí una frustración inaguantable, me enfadaba que ella no valorara mi comportamiento y mi aprendizaje, cuando había alumnos mucho peor que yo.
Ahora, que conozco todos mis defectos y virtudes, comprendo perfectamente lo que querías decir. Tenía toda la razón querida profesora. Siempre he dado lo que me han pedido, cuando realmente tengo mucho más que ofrecer. Ojalá lo hubiese comprendido en su día.















Habiendo explicado algunos de los recuerdos que poseo de ésta tan apreciada profesora, voy a especificar el motivo de éste pequeño homenaje que he querido dedicarle.

Un día en clase debíamos hacer una poesía, se acercaba el día de andalucía y los profesores deseaban explotar el lado más artístico de los alumnos. Ninguno de nosotros había escrito antes nada parecido, apenas habíamos aprendido a leer y escribir, y suponía un gran reto. Por suerte, contábamos con la ayuda del profesorado, quienes nos enseñaron las rimas básicas para crear nuestra primera poesía.
Nunca me había planteado escribir, si es cierto que desde que mi padre me enseñó a leer con 4 años, siempre andaba con un libro en las manos, la lectura era algo que me apasionaba, sin embargo, el hecho de comenzar a escribir..siempre lo ví fuera de mi alcance.

Agarré el boli y una hoja de uno de mis cuadernos, y quedé sorprendida al ver como las palabras y rimas se explayaban solas en el papel, casi como arte de magia. Sin ningún esfuerzo, en cuestión de minutos, mi poesía estaba finalizada. Me acerqué a la mesa de Mercedes, con la vergüenza que me invadía normalmente, sin esperar ningún tipo de elogio, simplemente había terminado lo que había mandado la profesora y me limitaba a entregarlo para poder hacer otra cosa.
Mi sorpresa fue que al leer Mercedes lo que había escrito, me alagó como nunca antes lo había hecho, leyó mi poesía en alto para toda la clase, y me animó a ayudar a otros compañeros con dificultades, todo ello sin dejar de repetir que había realizado un buen trabajo. Me sentí muy contenta y feliz, por una vez había algo que se me daba mejor que a los demás.
Ese mismo día, al llegar a casa, me encerré en mi cuarto, cogí lo que por aquel entonces era mi diario, el cual lo tenía completamente abandonado porque mi hermana pequeña se dedicaba a leerlo y exponerlo a toda la familia, y cómo era tan vergonzosa, dejé de escribirlo.
Arranqué las páginas escritas, y en la primera hoja en blanco que apareció, escribí con letras grandes y claras "Cuaderno de poesías"
Me pasé toda la tarde escribiendo, formando poemas sin ton ni son, las rimas venían a mi como si formaran parte de mi ser. Me sentí libre. Todos los pensamientos que rondaban por mi cabeza, que muchos pensaréis que al ser tan pequeña mis pensamientos no abarcaban mucho, os equivocáis, siempre fui una niña muy curiosa, y al sumergirme en el mundo de los libros, mi mente se abrió de una forma extraordinaria, leyendo con 7 años libros aptos para personas de edad más avanzada.
Observé que sobre el papel podía escribir lo que fuera, inventado o real, un sentimiento propio o ajeno, daba igual, todo quedaba reflejado en verso haciendo que mi capacidad fuera tomando forma.
Más adelante me aventuré con cuentos y relatos. En el colegio, Mercedes seguía con su apoyo y me animaba a seguir escribiendo, incluso se quedó con alguna que otra cosilla escrita mía.

Tomé la escritura como vía para dar escape a mi imaginación, que no era poca, pero sobre todo para desahogarme.
Discutía con mis padres, escribía.
Un chico me hacia daño, escribía.
Me enamoraba incondicionalmente, escribía.
Una amiga tenía un problema, escribía.
El fallecimiento temprano de mi abuelo, escribía.
...

Aprendí a canalizar el dolor mediante mis escritos. Comencé a refugiarme entre letras y cuadernos.
Siempre escribía para mi, raras veces lo compartía con los demás.
Reflejar todos los sentimientos de forma escrita, me ayudo a la hora de conocerme, convirtiéndome en la persona fuerte que soy ahora.

Actualmente, aunque mi vida ha dado muchas vueltas, me considero una escritora, no conocida evidentemente, pero si realizada, pues poco a poco he ido cumpliendo mis sueños, uno de ellos mi primera novela "Y si mi vida fuera un cuento". La segunda, ya terminada, en proceso de impresión. La tercera, empezada.
Mi blog, editado con mucho cariño y empeño. Mi canal de youtube, casi abandonado pues lo mio no son las cámaras.
Infinidad de concursos literarios a los que me he presentado.
...

Gran parte de todo esto te lo debo a ti, Mercedes. Gracias por ver en mi lo que muchos no vieron, por alentarme a escribir, por apreciar mis palabras, por tener paciencia con la niña tímida que asistía a tus clases, por enseñarme valores que se están perdiendo, por exigirme a dar más de mi. Mil gracias por haber sido mi profesora.

Por último, y no menos importante, decirte que aunque te resulte complicado recordarme, pues has sido profesora durante muchos años y es normal que no recuerdes a todos tus alumnos, quiero decirte que nunca me olvidé de ti, que en mis momentos de bajeza y pérdida de ilusión, aparecías en mis pensamientos con la fuerza necesaria, que tus palabras las llevo grabadas en mi corazón, y que muchísimas gracias por creer en mi.
He pensado muchas veces ir a visitarte al colegio, pero el temor a no encontrar la reacción que deseo, ha frenado mis impulsos, por eso el motivo de este escrito.
Espero que algún día llegue a tus manos. Sería un gran placer para mi que leyeras cada relato aquí escrito y por supuesto dejaras tu opinión.

¡Siempre me sentiré tu alumna!





2 comentarios:

  1. Me encantó leer parte de tú vida y....las enseñanzas de Doña Mercedes!!!Una crack!!!Vaya que en mis tiempos...las profesoras no eran así niiiii por asomo!!!Mercedes..una fenómena!!!Y sigue haciendo cosas...y sigue escribiendo...y no dejes tú canal de youtube!!Ya tienes publicaciones...noooo pares!!!!!Yo es que paso de todo!!!escribo para mí como bien te dije, y tampoco tengo tiempo para nada.Lo más cerca de publicar algo...fueron unas navidades en las que mi hija me regaló todos los relatos escritos hasta ese momento fotocopiados!!!!Una ilusión grande!!!!!No lo dejes...sigue y sigue y sigue. Te apoyo desde aquí y más...despues de ver Palabras Finitas. Me emocionó muchiiisimo!!!!

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    1. Una profesora espectacular!! Aún no he conseguido localizarla, cuando menos me lo espere..lo leerá.
      Aiiiii cuántos ánimos me das siempre!! Eres la mejor Midala. Que bonito que tu hija tenga ese detalle tan maravilloso, debes de sentirte super orgullosa de ella, al igual que ella de su madre!! Un besoteeee enormeeeee

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