MI CASA ESTÁ DONDE ESTÉS TÚ

Mi casa se ha quedado vacía. Vacía de alegría, de sueños, de esperanzas, de ganas de vivir.
Mi casa ha cambiado. La luz que la ilumina por las mañanas, es tenue. El silencio se ha hecho dueño de ella. La tristeza ha dejado su equipaje en el armario.
Mi casa, ahora, carece de olor. No huele a hogar, no huele a amor. Huele a melancolía con matices oscuros.
Vacía como mi alma. Mi casa, ya no es mi casa, porque mi casa está donde estés tú.
El frío llamó a mi puerta, no quise abrir, entró sin decir nada. Él se va y entra el frío, la soledad y el amargor de un sentimiento frustrado.
Rezo a la luna, que parece que a veces me escucha. Lloro al cielo para que se compadezca de mi.
Me agobio. Los nervios se acumulan en mi estómago privandome de la vida. La respiración se vuelve costosa, sumergiéndose en un lamento profundo.
Debo seguir, no quedarme atrás. Debo olvidar e intentar ser lo que siempre fui. Debo construir mi vida, pero ¿Quiero una vida sin su amor? ¿Quiero luchar sin razón alguna?
El tiempo pasa y siento que me pierdo.
Debo afrontar la realidad, ¿Por qué no puedo? Porque sé que está equivocado, sé que tengo razón.
¿Pasar por alto esta locura? Cuando llevo razón...no hay nada que me frene.
¿Resistiré tanto dolor? ¿Quiero? Debo, porque son mis creencias, mis ideales, porque creo en el amor, y él, es el amor de mi vida.