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Todos los seres viven unos instantes de éxtasis que señalan el momento culminante de su vida, el instante supremo de la existencia; y el éxtasis brota en la plenitud de la existencia pero con completo olvido de la existencia misma. "LA LLAMADA DE LA SELVA" JACK LONDON

18.12.21

RELATO: Hoy Va a Ser Un Gran Día

 Abre los ojos y mira al techo, aún no quiere moverse, quiere paralizar el tiempo y quedarse para siempre en su cama. Recuerda la noche anterior, aquella botella de vino que la hizo llorar, que la hizo lamentarse de algo que no es culpa suya, aquella botella de vino que la acompañó hasta dejarla dormida. Su mente retumba con cada pensamiento, pero ella aparta la preocupación, el malestar, porque sabe que no estuvo en su mano, porque sabe que cada cual es responsable de sus actos, y que ella, muy a su pesar, no puede guiar el camino de alguien que se niega a andar.


Tantos años a su lado, agarrando su mano para sentir confianza, sintiendo la seguridad de ser amada, de que por muy grande que fuera el mundo, alguien la quería de verdad. Se estremece cuando piensa que ya no es así, que su vida cambió, que ahora es ella la que debe tomar sus propias decisiones sin contar con nadie, ahora es cuando más debe creer en ella misma, y apartar las palabras fáciles de escuchar, esas palabras que le dicen personas que no entienden su interior, que no miran por ella, que no saben escucharla, que nunca podrán amarla como la amo él. A ella le duele, le duele el pensar que pudo ser y no fue, se machaca, una y otra vez, intentando ordenar esos pensamientos tan desorbitados, intentado colocarlos cada uno en su lugar para terminar el puzle de mil piezas que no pudo empezar aquel día. 

Y el momento llega a su cabeza, una vez tras otra, el mismo instante en que supo que todo cambiaría, que a partir de ese minuto, su vida tendría un antes y un después, que una vez más, tendría que ser valiente y olvidar lo que no pudo ser. ¿Por qué elegiría esa dirección? Si ella estaba convencida de que habían aprendido juntos a vivir, ¿Por qué actuó con ese egoísmo que pisoteó su corazón? Si ella creía saber con certeza que el amor puro lo construyeron entre los dos. 

Ella, que siempre le había perdonado todo, que siempre se puso en sus zapatos aunque le quedaran grandes, ella que nunca lo juzgó, que lo escuchaba hasta entender lo que escondían sus palabras. Ahora no se reconoce, porque se ve incapaz de perdonarlo, no puede, no quiere, porque el recuerdo, a pesar de ser pasado, la daña sin compasión. Mil y una vez ha pensado en correr hacia sus brazos, y volverse a sentir querida, protegida, pero es entonces cuando su amor propio la frena, y le recuerda que los actos definen a las personas, y no solo los momentos bonitos. 

Le echa de menos, echa de menos sus charlas hasta la madrugada, las risas que los dejaban sin respiración, aquella complicidad de convertirlos en una sola persona, aquella conexión que los hacía sentirse únicos y especiales, que creaba un escudo para defenderse del mundo real. Echa de menos esas pequeñas fiestas que eran capaces de montar con tan solo una botella de vino, un par de velas y música de fondo a la que nunca llegaban a prestar atención, porque sus ojos se buscaban continuamente para perderse en el alma del otro. ¿Cómo pudieron ser tan felices y acabar así? ¿Cómo se puede amar tanto a alguien y sea un momento el que lo destroce todo? ¿Cómo? Ella no lo entiende, y quizá ese es el mayor motivo por el que sufre en silencio. Siempre conseguía entenderlo, siempre, y de repente, esa noche, no supo comprender sus actos. No es mi culpa, se dice aún sin moverse de la cama, no me merecía un final así, se lamenta desganada, porque aunque sabe que son los pensamientos que debe tener, no son los que desea pensar. Ella quiere pensar que aún la ama, que todo fue un malentendido, que faltó la comunicación, el tiempo de descanso. De un momento a otro despertará de esta pesadilla y su vida será la que construyó junto a él. Y no se da cuenta que el engañarse a si misma no curará sus heridas, no la harán avanzar, seguirá en esa habitación oscura con la puerta cerrada, esperando paciente a que él la abra para encender la luz y volver a empezar.


Guarda su foto en el cajón de la mesita, para seguir sintiéndolo cerca de ella, aunque no se atreve a mirarla, porque sabe que al encontrarse con su mirada se le parará el corazón, deberá afrontar de una vez por todas que ya nunca más estará junto a ella, ya nunca más volverán a ser lo que fueron. Vive en una constante fantasía, pensando que su foto la protegerá de la vida, cuando en su interior sabe que la vida quiso protegerla de él. 

Deja de mirar al techo y se gira hacia la izquierda, y ahora mira aquel cuadro que él tanto detestaba pero que nunca consiguió que descolgara de la pared, porque a ella siempre la hizo sentirse viva. Sin embargo, ahora, en ese silencio de la mañana temprana, donde solo se encuentran ella y el cuadro, lo mira sin ver nada, el paisaje le resulta confuso, y el lago que en ocasiones la transportó a lugares infinitos, ahora esta quieto, como si una capa de hielo lo cubriese, y piensa en su corazón, que debe sentirse igual. Los colores anaranjados que presentaban una puesta de sol, se han convertido en tonos grises y oscuros porque el sol se niega a aparecer para mostrarle la luz, y ella se conforma con que esta vez, aparezca la luna, pero tampoco se digna a dar señales de vida, y son las sombras las que ciernen sobre la pared, sobre aquel cuadro.

El vacío es inmenso, ¿Tanto lugar ocupaba en mi? Se pregunta inocente. Ese vacío que la hace vagar por las calles de vez en cuando, intentando escuchar su interior, pero esta vacío. Deambula de un lugar a otro, sin rumbo, sin expectativas que cumplir, incluso a veces, le da la sensación de ir a rastras como un gusano. Ese vacío enorme que comenzó a sentir desde que él se marchó, como si le hubiesen arrancado una parte importante del organismo, pensó que moriría, y sin embargo, ahí sigue, viva, aunque ese vacío le devore las entrañas. Su instinto de supervivencia mental la obligó a llenar ese vacío, pero las personas que se ofrecieron a ocuparlo no fueron las correctas, porque no ocupaban ni la quinta parte de su ausencia, porque por mucho que insistieron, les quedaba grande, y fue entonces cuando ella comprendió que ese vacío solo tendría una única forma de llenarse, con su confianza, con su fuerza, y con el motivo más potente de todos, el tiempo.


Así que se levantó de la cama, se abrazó a si misma para recordarse que ella aún se amaba, se prometió que se cuidaría, que se escucharía, y que jamás volvería a amar a alguien por encima de su propia vida. En voz alta, sin que le temblara la voz, autoconvenciéndose severamente, soltó la frase que repetiría el resto de su vida cada mañana al levantarse: HOY VA A SER UN GRAN DÍA.