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Todos los seres viven unos instantes de éxtasis que señalan el momento culminante de su vida, el instante supremo de la existencia; y el éxtasis brota en la plenitud de la existencia pero con completo olvido de la existencia misma. "LA LLAMADA DE LA SELVA" JACK LONDON

3.1.22

RELATO: La Muñeca de los ojos Azules

 Hoy mi habitación parece más grande que nunca, no me fijé que hubiese tanta distancia entre la cama y el escritorio donde guardo mi diario secreto, ese que me dijo mi hermana que jamás se lo enseñara a nadie, que lo que guardo en mi interior es tan fuerte, que es considerado delito para los que no pueden entenderme y deciden por mi. La ventana queda tan lejos...como si huyese de mis intenciones, como si supiera que al alcanzarla jamás me separaría de ella. Las cortinas la ocultan, la ayudan a esconderse de mi, y yo lo único que quiero es decir adiós por última vez. Decirle adiós al arbolito débil que parecía que iba a dar frutos y acabó consumiéndose por el miedo a ser talado. Decir adiós al banco pintado mil veces, que si arañas un poco con la uña, puedes descubrir las otras capas de pintura tapadas. Decir adiós al inmenso cielo adornado con los numerosos edificios a sus pies, repleto de otras ventanas, de otras personas, de otras niñas como yo, que estarán diciendo adiós.

La casa se mantiene aún en silencio, todos duermen. Esa sensación intranquila que se acomodó en mi estómago cuando papá habló conmigo, me prohíbe dormir. Mamá aún no me ha dicho nada, ella anda liada de un lado a otro, intentando que todo salga perfecto, mandando y exigiendo cómo hacer cada cosa, se mantiene seria, aunque ella nunca ha sido de mostrar su sonrisa, solo a mi, cuando me arropaba entre sus brazos en las noches de mis pesadillas. ¿Y quién lo diría ahora? Que no es una pesadilla lo que atormentan mis sueños, más bien la realidad. Pero mamá esta vez no me cobija en sus brazos, no me besa el cabello y me dice que todo saldrá bien, que sólo es un estúpido sueño. No. Ahora sus ojos me dicen que no le corresponde a ella protegerme, que eso se acabó, que pronto seré mujer y las mujeres no van corriendo a los brazos de sus madres para sentirse protegidas, las mujeres se mantienen a la sombra de su esposo, y serán ellos los encargados de protegerlas. Pero...¿Y quien me protege de mi esposo? 

Ando de puntillas para que no me escuchen en el piso de abajo,  y en el rincón del armario, casi al fondo, dónde sé que nadie buscaría, agarro mi cajita roja con líneas verdes, esa que se encontró mi amiga en la casa de atrás, y me dijo: "¡¡Mira!! Es divina para guardar tus muñecas" Y sí que lo era, con su tamaño perfecto, y tan nueva. También debo despedirme de ella. Echaré de menos su color rojo intenso, el ruidito extraño que suena cada vez que le quito la tapa, y su tacto, tan áspero y rugoso que me pone la piel de gallina. La abro con impaciencia, como si mi tiempo se agotara, como si de un momento a otro el abrir la cajita sea lo único que me mantenga viva. Y allí están, todas perfectamente ordenadas, unas debajo de otras, aguardando su turno para ser libres. Las miro con recelo, porque a pesar de ser inertes, parecen estar más vivas que yo. Agarro a la más bonita, a mi preferida, con la que he ocupado la mayor parte de mi tiempo, peinándola, vistiéndola, besándola. La miro a los ojos, esos enormes ojos azules que me transportaban a fantasías e historias dónde el mundo no elegía por mi, donde mi destino se basaba en mi imaginación y no en la economía de la familia. La beso, intentando simular los besos de mi madre, y le digo al oído que yo nunca dejaré de besarla y protegerla, incluso si no esta conmigo, incluso si tengo que dejarla olvidada en esta cajita para siempre. Ayer eran mi única preocupación, hoy, simplemente son recuerdos que en pocos meses borraré de mi memoria como si nunca hubiesen existido, como si nunca me hubiese pertenecido esta vida, como si nunca hubiese sido una niña. Mañana mis muñecas se convertirán en la leyenda de mi pasado, y solo ellas sabrán lo que fui.

Dos golpes en la puerta me hacen soltar la muñeca. Llegó la hora. Mis piernas tiemblan como si aprendiesen de nuevo a andar, mi boca se seca por minutos y apenas recuerdo como se tragaba. El corazón, que dejó de latir ayer, intenta escapar de mi pecho para no seguir sufriendo. Me pongo de pie, esperando a que la puerta se abra y comiencen a prepararme. Entran las hermanas, charlando y riendo, nerviosas, ocupadas, parece que todas se alegran de mi boda. Y yo, que creo que aún no he vivido lo suficiente para casarme, que desconozco cualquier tema que tenga que ver los hombres, que aún lloro cuando mi madre me riñe, solo pienso ¿Cuál habrá sido mi delito para que Alá quiera robarme mi niñez? 

El que es mi marido, sin prejuicios ni remordimientos, me desviste sin más, deja mi cuerpo infantil al desnudo, bajo su mirada obscena, bajo su asquerosidad varonil. Y yo, sumida en el más poderoso de los miedos, me digo a mi misma que estoy haciendo un bien, que mi familia no pasará más hambre, y que mi sacrificio será bien visto por Alá. Mi cuerpo refleja la edad temprana de una niña de 10 años, sin embargo, mi mente, ya alcanza la de una mujer de 20. Ahora será él quien vele por mi, quien me proteja, el único con derecho a quererme, ni si quiera yo podré amarme y cuidarme. Solo rezo para que cuando me quede en cinta, no venga una niñita como yo, para que no se tenga que ver obligada a casarse con un señor de 40 años y se adentre para siempre en la infelicidad.

En la penumbra de mi nueva habitación, mientras mi marido duerme, yo solo pienso en mi muñeca de ojos azules, pues ahora soy como ella, un ser inerte a ojos de la humanidad, metida en una cajita esperando a ser libre.


2 comentarios:

  1. Impresionante Bastet, enhorabuena. Qué buen relato, es conmovedor y por desgracia, fiel a una realidad dolorosa. Besos y feliz año :)

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    1. Perdón por tardar tanto en responder...me lié con otras cosas y se me olvidó contestarte jeje.
      Muchas gracias por tu comentario y por leerme cada vez que publico algo.
      Me alegro que te haya gustado.
      Pues sí, es fiel a la realidad, e intentado disfrazarlo un poco, pero quería que se sintiera el dolor de esa chiquilla, y hacer entender al lector, que a veces, pensamos que nuestras vidas son una mierda, no las valoramos, y al final, olvidamos que hay personas con otros problemas mucho mayores y que no pueden solucionar porque no está en sus manos.
      ¡Un beso!

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