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Todos los seres viven unos instantes de éxtasis que señalan el momento culminante de su vida, el instante supremo de la existencia; y el éxtasis brota en la plenitud de la existencia pero con completo olvido de la existencia misma. "LA LLAMADA DE LA SELVA" JACK LONDON

12.5.20

RELATO: Reunión de Dioses, creyentes muertos.

Todo estaba preparado, tan solo había que esperar a que llegaran los invitados. El señor Fe se había tomado muchas molestias esta vez, no iba a ser una reunión como tantas otras, en ésta se decidiría que dios seguiría implantando sus creencias y cuales sucumbirian al olvido. Entonces recordó la gran trifulca que se desató cuando, por votación mayoritaria, se decidió que los dioses vikingos abandonarían la categoría humana. Odín no encajó el golpe de buenas maneras, se negó a aceptar que su tiempo había culminado, los siglos avanzaban y las creencias que envolvían a su religión quedaban obsoletas, pero él insistía en que aún le quedaban muchos ases que utilizar, solo necesitaba más tiempo. Aunque todos comprendieron su situación y sus esperanzas por agrandar el saco de sus fieles, en el fondo sabían con certeza que las pautas regidas por Odín y el resto de sus dioses, acabarían convertidas en leyendas al igual que sus vikingos, dejando paso a una humanidad próspera con ideales más modernos. Terminó siendo una catástrofe, copas volando por encima de las cabezas, comida pisoteada en el suelo, gritos, truenos, relámpagos, un alboroto incontrolable desatado por la furia dominante de los dioses nórdicos. Balder, su hijo, haciendo referencia a su función en los mortales ya que era el dios de la belleza y la inteligencia, intentó calmar a su padre, mientras que Loki susurraba casi de forma invisible, al otro lado de Odín, incitándolo a no dejarse vencer por una panda de dioses ridículos. Finalmente consiguieron reducirlos a todos, el señor Fe les arrebató la esencia del creer, convirtiéndolos en meras personas sin ninguna expectativa para ser alabados, habían dejado de ser dioses. Los mantuvo encerrados durante siglos, casi siendo olvidados, hasta que la compasión del señor Fe hizo benevolencia del castigo. No les devolvería el poder para ser dioses, pero tampoco los desterraría a la tierra, allí no sobrevivirían, así que les cambió los ropajes y los sentenció al servicio. Quedaba un poco ridículo ver a Odín, uno de los mejores dioses, sirviendo la comida, pero a veces estas cosas pasaban, para mantener un equilibrio entre los seres humanos y su fe, había que prescindir de algunos dioses, o por el contrario, inventar otros nuevos, todos sabían las normas, y todos las aceptaron en su momento, quizá Odín y el resto de su grupo nórdico nunca pensaron que les tocaría a ellos renunciar a tanta gloria.
El primero en llegar fue Alá, el más puntual y comprometido de todos. Saludó al señor Fe con entusiasmo, siempre mantuvieron una buena relación, hacía mucho que no se veían y Alá no dudó en reflejarlo. Alá cumplía a raja tabla las leyes impuestas en el corán, él no era como los demás dioses, realmente creía en sí mismo, adoraba a sus fieles de una forma muy discreta y a la vez, intensa. Era de los que pensaba que el ser humano era débil y había que hacerlo fuerte, implantando un horario religioso que abarcara casi todo el día, si sus fieles mantenían la mente ocupada por los rezos, evitaría las desgracias que los hombres tendían a practicar. Suya fue la idea del trato a las mujeres musulmanas. A los demás dioses siempre les contaba que el hombre había sido creado para dirigir el mundo y la mujer para apoyar las decisiones de los hombres, sin embargo, todos sabían que en casa de Alá quien mandaba era su esposa y por eso él plasmaba su furia y su dominación sobre quien podía ejercer el poder, los humanos, en especial las mujeres, a quienes las privatizaba de decisiones, carácter y privilegios, casualmente lo que poseía su mujer.
La hora se acercaba y los invitados iban llegando. Buda estaba irreconocible, al entrar con ese peluquín mal peinado provocó risotadas descaradas de sus compañeros, que no dudaron ni por un momento en mofarse de la ocurrencia del calvito. Explicó que deseaba una nueva imagen, estaba cansado de ser conocido como el "gordito y calvito" . Él quería ser apuesto o al menos tener pelo, si sus fieles lo adoraban ciegamente, seguro que entenderían su crecida de pelo, además que el conocimiento que transmitía no estaba considerado como una religión, sino más bien como una filosofía, por lo tanto tenía todo el derecho del mundo a cambiar la imagen ya que eso no influiría para nada ¿Qué tenía que ver una imagen con un pensamiento filosófico?.  Lo contaba tan natural que sonaba a chiste, nadie lo tomó en serio, y mucho menos el señor Fe, y si él ni siquiera lo meditaba, Buda tenía que ir aceptando ser calvo para siempre.
Shiva acompañado de Khrisna; Ra junto con Amón, Iris, Anubis y Horus; Zeus con Afrodita, Ares, Apolo y Poseidón; el emperador Jade, dios celestial chino; y otros dioses, ya estaban sentados, bebiendo e intercambiando palabras, relajados y disfrutando de un encuentro tan deseado. Cuando la puerta se abrió impactando a los invitados. Todos callaron a esperas de ver aparecer al que había provocado la interrupción.

Dios entró con la cabeza bien alta, mirando por encima del hombro a los que ya estaban sentados, le seguía Jesucristo, su hijo, avergonzado de la triunfal entrada que había exigido su padre. El Dios cristiano era el más imbécil de todos, había sido nombrado el último, no obstante, predominaba sobre los humanos, poseía tantos seguidores que podía permitirse el lujo de no hacer nada. Pasaba los días en su gran palacio, comiendo hasta reventar, para él sus seguidores eran unos simples idiotas a los que controlar sin esfuerzo. Todo lo que representaba estaba construído a base de mentiras, su hijo jamás había bajado a la tierra, nunca existieron las plagas ni la furia de Dios, realmente no existía nada relacionado con su nombre, un farsante y vago, eso era, que tuvo la astucia de reunir lo más interesante de cada religión y crear una única, detallando en su libro sagrado, la biblia, una historia totalmente creíble para seres inferiores.
Antes de comenzar su juego, como los demás dioses, debía exponer las ideas principales para poder ejercer una votación y dar por válida o no a la nueva religión. Resultó tan patético y surrealista que el señor Fe lo vió más que claro que nunca. Algo tan falso, con tantas controversias y contradicciones imposibles de cerciorar, haría hincapié en la mente humana, llena de preguntas sin respuestas pero tan conformista a veces que ante cualquier duda solo habría que responder "Los caminos del señor son inescrutables" o "La fe mueve montañas" Era algo sencillo de manejar, y Dios, déspota y engreído como ninguno, encajaba a la perfección en aquel papel. El señor Fe estaba convencido que el catolicismo invadiría medio mundo, no se equivocó.
Comenzaron a circular los manjares, todos reían, hablaban, compartían conocimientos, halagaban a otros dioses, recordaban tiempos inmemorables, estaban pasando un buen rato. Todos menos Dios, que los observaba en el sillón principal, estaba ahí sentado porque él mismo lo había exigido para asistir a la reunión y no porque nadie pensara que lo merecía. Los miraba con asco, sintiéndose fuera de lugar, es más, para él ese no era su sitio pues aseguraba ser el único, el Dios.
Dejó caer su puño sobre la mesa provocando un estrepitoso ruido, todos giraron sus cabezas hacía él.
-Estúpidos farsantes, ¿Qué falta de respeto es esta? Estamos aquí para tomar una decisión, no para que os emborrachéis y parloteis a costa de los inútiles humanos. Comencemos de una vez para que pueda volver a mi palacio, tengo deberes que hacer.
-Sí..comer como un cerdo y dormir.
Comentó entre dientes Alá, el resto rió a carcajadas. Dios lo miró fulminante, se puso de pie y señalándolo con el dedo dijo:
-Te arrepentirás de haber pronunciado esas palabras ¡Insensato!
Una vez más las risas escandalosas de todos los allí presentes inundaron la sala. Dios los mandaba callar provocando más alboroto que calma, incluso el señor Fe reía tímidamente.
-A este se le ha subido tanto a la cabeza que es un dios de verdad...que nos confunde con los carajotes de sus fieles.¡Callate anda! Y compórtate como uno más, que no se te olvide que aquí todos somos iguales.
Le indicó Buda pacíficamente. Aunque sus palabras sirvieron para evitar una discusión, el ambiente quedó tenso, y cada uno de ellos vigilaba por el rabillo del ojo cualquier movimiento sospechoso. El señor Fe comenzaba a plantearse iniciar el debate, podía desencadenar como la cena en la que destituyeron a los nórdicos, y por nada del mundo deseaba repetir aquel día.
Odín apareció con su carrito para servir la cena, empezando por el señor Fe. Delicadamente servía la sopa a cada comensal, sin mirarlos a la cara, exclusivamente concentrado en su labor. Llegó hasta donde estaba sentado Alá, metió el cazo en la sopera y al deslizarlo junto al plato, intercambiaron una mirada fugaz. Alá asintió sutilmente y Odín sonrió.
El murmullo envolvía la velada en una apacible situación, el vino comenzaba a hacer efecto y la degustación de la sopa calentaba los estómagos hambrientos. Odín seguía sirviendo.
Loki traía otro acompañamiento, pero en lugar de servirlo directamente, se mantuvo alejado de la mesa, justo detrás de Dios. Al poco, salió Balder, colocándose a la derecha de Loki. Pocos se percataron de la aparición de los antiguos dioses, siguieron entusiasmados en sus charlas sin darles atención, lo cual parecía una falta de respeto, pues habían compartido mesa antaño.
Odín se dirigía a Dios, a quien le faltaba por servir. Introdujo el cazo en la sopera lentamente, alzó la vista hasta alcanzar la mirada de Alá, luego, con un toque ligero de la cabeza, observó a su hijo y a Loki, quienes asintieron de una forma exagerada. El señor Fe se puso de pie.
Odín golpeó con el cazo la cabeza de Dios, rápidamente Loki lo agarró por el cuello y Balder reduzco a Jesucristo, que en un breve intento por ayudar a su padre, había reaccionado cogiendo un cuchillo.
Odín le arrancó el cuchillo de las manos y luego le propinó un golpe en el vientre, haciendo que Jesucristo cayera al suelo retorciéndose de dolor. Acto seguido colocó el cuchillo en el cuello de Dios, miró a sus antiguos compañeros, y plasmó sus ojos en el señor Fe.
-Nunca pude entender que un pringado como este tuviese tanta fama. Su religión es basura, no tiene historia, ni héroes, ni guerreros, solo mentiras sucias que lo hacen crecer como dios, palabras sin actos. Nosotros merecemos su gloria, seguir en la fe ciega de los humanos, nunca debiste quitarnos eso.
-Calmate Odín, suelta el cuchillo, todo se puede hablar
-¿Qué me calme? Todo es culpa tuya, señor Fe, me arrebataste mi esencia del creer, todo lo que había logrado lo hiciste desaparecer ¿Y que tengo ahora? Una mísera leyenda, historias más ficticias que reales, de las que ya nadie se acuerda. ¿Dónde quedó mi legado? Sin embargo, este gilipollas lo tiene todo, y es una enorme mentira, sus fieles..¡son engañados! ¿Cómo puedes permitir eso? ¿Cómo mantiene eso el equilibrio de la humanidad? Si hasta los mismísimos predicadores de su palabra cometen los actos más impuros. ¡Somos dioses! No titiriteros que se divierten con las desgracias humanas, debemos inculcarles paz y lucha, valores que los hagan crecer y evolucionar.
-Sabes perfectamente que la captación de seguidores no depende de mi, si no de vosotros. Tú tuviste tu oportunidad, fallaste. Es la humanidad quien decide en quien creer ¿Qué culpa tengo si no fue eficaz tu doctrina? Déjalo en paz y reconoce de una vez por todas tus errores.
Odín, enrabietado por las palabras del señor Fe, aprieta con más fuerza el cuchillo, Dios suelta un quejido de dolor.
Alá, que lo observa todo desde un segundo plano, se escabulle de los ojos atentos al protagonista, rodea a los invitados, y sin que nadie prestara atención a sus movimientos, apresa con sus brazos al señor Fe.
-Ay viejo amigo, como bien nos has enseñado, todo tiene un principio y un fín, y hoy va a ser el vuestro.
Los presentes, atónitos por todo lo que estaban presenciando, quedan inmóviles sin saber que hacer. Ninguno siente simpatía por Dios, desde sus comienzos ha sido un mal compañero, avasallando todo a su paso y derribando esfuerzos y méritos. No estaría mal que por fin alguien le arrebatara su condición. Odín era un buen dios, se preocupaba por cada detalle y su energía se impartía en los demás, las cosas han cambiado mucho desde que él ya no pertenece al grupo. Dudan en el comportamiento que deben tomar, pues su jefe, el señor Fe, también está apresado, y a él sí le tiene respeto y devoción, pues no existirían si no fuese por él. Aún así, no actúan, y dejan que los acontecimientos maquen el ritmo de los hechos.
-Lo siento pero los seres humanos merecen algo mejor.
Y tras decir ésto, deslizó el cuchillo por la garganta de Dios, desplomándose inmediatamente. Alá empujó al señor Fe a los brazos de Odín, que repitiendo la misma hazaña acabó con el superior de todos. Un silencio espeluznante se posó sobre las cabezas de los espectadores atemorizados.
-Compañeros dioses, ahora somos libres para difundir nuestras palabras. La religión católica desaparecerá de las mentes subyugadas, y seremos nosotros los encargados de adoctrinarlos. Repartiremos tan preciado tesoro de la manera mas equitativa posible, igualitariamente, y a partir de hoy ya nada volverá a ser como antes, pues nos respetaremos y ayudaremos, que para esos somos superiores a los que nos veneran. Poseemos la verdad y sabremos utilizarla. 
-Amigos, Odín tiene razón, ¿Cuántas veces no hemos deseado que ese impresentable desapareciese? Ahora ya no está, ni volverá jamás. Unámonos y demostremos que somos dioses.
Alá terminó de hablar y seguidamente abrazó a Odín, luego, dedicándole una mirada triste a su amigo muerto en el suelo, el señor Fe, se despidió y se marchó.
Balder y Loki retiraron los cuerpos yacentes. Odín ocupó el gran sillón. Los dioses, cohibidos, fueron acercándose de uno en uno para besar la mano de Odín y así demostrarle simpatía y devoción. Hasta que al final se marcharon todos.
La religión católica desapareció, como si nunca hubiese existido.
El mundo quedó envuelto en desgracias y conflictos religiosos, perdido en buscar una fe verdadera, la humanidad se volvió confusa.
Los dioses, como era de esperar, no consiguieron llegar a un acuerdo en el reparto de fe, queriendo todos abarcar los seguidores de la fe católica. Intentaron mediar pero al carecer de un jefe imparcial, como lo era el señor Fe, nunca conseguían ponerse de acuerdo, provocando guerras extremas, matándose unos a otros, hasta no quedar ningún dios vivo. Y entonces, la humanidad renació, redirigida por la conciencia y la ciencia, por la verdad y la coherencia, desterrando para siempre a la fe.

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