, pero...no puedes tomar tú la decisión. Sufres de igual forma o con más intensidad, ya que la impotencia absorbe todo su ser. Este texto lo escribí en cuestión de segundos, casi fue más un escupitajo, necesitaba sacar todo lo que tenía en mi interior. Ahora, todo esta bien, por eso lo comparto, y como creo que quedó bastante bonito, pues he querido convertirlo en audio, la lástima es que Blogger no permite incluir solo audios, por eso he tenido que introducir video, sin embargo, queda igual de bonito, o al menos a mi me ha gustado. ¡Disfrutad!
Y a veces, pues eso, me imagino cómo sería si pasara por encima de mi sin rozarme, sin mirarme, sin ni si quiera saber mi nombre. Cómo sería, si por al menos un día, ella no fuese capaz de encontrarme, que me dejase en paz, ni para lo bueno, solo...que me dejase vivir, a mi manera, a mi tiempo. Cómo sería.
Cuando era pequeña y aun estaba en el cole, recuerdo que ya tenía este pensamiento. La maestra cogía la lista de la clase, y pensaba en nombrar a uno de nosotros, pues supongo que para lo normal en un colegio, salir a hacer la tarea, leer algo...y yo, en esos segundos, deseaba con todas mis fuerzas que mi nombre no estuviese en esa lista, que no lo viese, que pasase desapercibido. Yo ya estaba allí, presenciándolo todo, pero no quería que ella me viese a mi, no quería que nadie me viese. Por entonces apenas conocía ese sentimiento, sin embargo, aparecía en mi interior todas las mañanas, cada vez que la profesora alzaba ese trozo de papel con nuestros nombres.
¿Y correr el riesgo de perderme lo bueno de la vida? Esas sensaciones tan maravillosas que, incluso, nos hacen reír. ¿No es eso lo que hace querer vivir la vida? Llamar su atención. Para poder vivir las cosas buenas. Sí. Esta parte también es tentadora, por eso cuando dejé de ser una niña, quise que la vida se fijara en mi, como todos, supongo. Durante muchos años llegué a pensar así, que la vida me destaque, que mi paso por ella no sea en valde, hacer ruido, escándalo, pero para nada pasar desapercibida, eso era lo último que deseaba. Quizá eran otros tiempos, o quizá era otra mente la mía. No lo sé. Pero quise que la vida me tuviese en cuenta para todo, tanto bueno como malo, solo deseaba vivir cada minuto con las misma ganas intensas.
Es curioso, porque ahora, sin haberlo planeado, vuelvo a la niñez, vuelvo a desear que mi nombre no esté en aquella lista. Solo que ahora no tengo 6 añitos, ni 10, ahora pienso con conocimiento y no con aquella inocencia que me indicaba, sutilmente, que lo tenía en mi interior no era otra cosa que miedo. Miedo a que pronunciase mi nombre y tener que salir delante de todos mis compañeros. Por aquel entonces era desconocedora de la vida, de todo lo que conlleva. Desconocía el sufrimiento, el dolor, el miedo, y si tenía consciencia de ello, era incapaz de experimentarlo como ahora, con la sabiduría del tiempo.
Quizá por ese motivo, cuando pienso, ahora, y deseo, pasar desapercibida para la vida, es porque haya descubierto que las cosas buenas que te aporta la vida, también te las puede arrebatar, es lo que tiene la vida.
Lo que quiero decir, es que contando con el equilibrio existencial, donde la vida misma, es capaz de aportarte lo más bonito y maravilloso del mundo, también tengo que aceptar lo más malo y desastroso, y es eso, especialmente, lo que me hace desear pasar desapercibida. Que si para tener lo bueno, también tengo que tener lo malo, no quiero ni lo uno ni lo otro, solo sé que quiero vivir, pero no quiero que la vida me vea.
Y no hablo de estar postrada en una cama, no hablo de depresión, ni de dejar de luchar. No hablo de males, ni de miedos, no hablo de rendirme. Simplemente, pues eso, pasar desapercibida, y quizá correría el riesgo de no tener nada contar, nada de que hablar. Sin embargo no me importa, no me afecta si eso ocurriera, porque el deseo y la necesidad de ver pasar la vida de lejos sin que ella se fijase en mi, es otro forma de vivir, es otra manera de querer vivir.
Solo es un pensamiento, un deseo. Es imposible pasar desapercibida por la vida, concretamente porque no está en mis manos, no depende de mi, no puedo ni controlarlo ni evitarlo, simplemente es así, y por consiguiente, debo aceptarlo así.
Yo no decidí llegar a este mundo, igual que no decidiré cuando marcharme, será la vida quién decida por mi, mientras tanto, seguiré viviéndola como me enseñaron, como aprendí, de la única manera que sé, aunque en mis deseos más profundos siga codiciando pasar desapercibida, y que mi nombre desaparezca de esa lista.
NOTA 2: Y nada decir que este pequeño post...es realmente un regalito para acompañar el enlace que os dejo a continuación, dónde podéis adquirir mi nueva novela "Transparente" la cual me ha costado mucho publicar, que no escribir. Y me gustaría mucho, queridos lectores, que la leáis y disfrutéis de ella tanto como yo al escribirla. Pertenece a una trilogía (solo faltaría la última parte que aún está por escribir, la primera parte "Transeúnte" también la podéis encontrar en el enlace a través de Amazon) ¡¡GRACIAS!!