Libertad de expresión

Datos personales

Mi foto
Todos los seres viven unos instantes de éxtasis que señalan el momento culminante de su vida, el instante supremo de la existencia; y el éxtasis brota en la plenitud de la existencia pero con completo olvido de la existencia misma. "LA LLAMADA DE LA SELVA" JACK LONDON

18.12.21

RELATO: Hoy Va a Ser Un Gran Día

 Abre los ojos y mira al techo, aún no quiere moverse, quiere paralizar el tiempo y quedarse para siempre en su cama. Recuerda la noche anterior, aquella botella de vino que la hizo llorar, que la hizo lamentarse de algo que no es culpa suya, aquella botella de vino que la acompañó hasta dejarla dormida. Su mente retumba con cada pensamiento, pero ella aparta la preocupación, el malestar, porque sabe que no estuvo en su mano, porque sabe que cada cual es responsable de sus actos, y que ella, muy a su pesar, no puede guiar el camino de alguien que se niega a andar.


Tantos años a su lado, agarrando su mano para sentir confianza, sintiendo la seguridad de ser amada, de que por muy grande que fuera el mundo, alguien la quería de verdad. Se estremece cuando piensa que ya no es así, que su vida cambió, que ahora es ella la que debe tomar sus propias decisiones sin contar con nadie, ahora es cuando más debe creer en ella misma, y apartar las palabras fáciles de escuchar, esas palabras que le dicen personas que no entienden su interior, que no miran por ella, que no saben escucharla, que nunca podrán amarla como la amo él. A ella le duele, le duele el pensar que pudo ser y no fue, se machaca, una y otra vez, intentando ordenar esos pensamientos tan desorbitados, intentado colocarlos cada uno en su lugar para terminar el puzle de mil piezas que no pudo empezar aquel día. 

Y el momento llega a su cabeza, una vez tras otra, el mismo instante en que supo que todo cambiaría, que a partir de ese minuto, su vida tendría un antes y un después, que una vez más, tendría que ser valiente y olvidar lo que no pudo ser. ¿Por qué elegiría esa dirección? Si ella estaba convencida de que habían aprendido juntos a vivir, ¿Por qué actuó con ese egoísmo que pisoteó su corazón? Si ella creía saber con certeza que el amor puro lo construyeron entre los dos. 

Ella, que siempre le había perdonado todo, que siempre se puso en sus zapatos aunque le quedaran grandes, ella que nunca lo juzgó, que lo escuchaba hasta entender lo que escondían sus palabras. Ahora no se reconoce, porque se ve incapaz de perdonarlo, no puede, no quiere, porque el recuerdo, a pesar de ser pasado, la daña sin compasión. Mil y una vez ha pensado en correr hacia sus brazos, y volverse a sentir querida, protegida, pero es entonces cuando su amor propio la frena, y le recuerda que los actos definen a las personas, y no solo los momentos bonitos. 

Le echa de menos, echa de menos sus charlas hasta la madrugada, las risas que los dejaban sin respiración, aquella complicidad de convertirlos en una sola persona, aquella conexión que los hacía sentirse únicos y especiales, que creaba un escudo para defenderse del mundo real. Echa de menos esas pequeñas fiestas que eran capaces de montar con tan solo una botella de vino, un par de velas y música de fondo a la que nunca llegaban a prestar atención, porque sus ojos se buscaban continuamente para perderse en el alma del otro. ¿Cómo pudieron ser tan felices y acabar así? ¿Cómo se puede amar tanto a alguien y sea un momento el que lo destroce todo? ¿Cómo? Ella no lo entiende, y quizá ese es el mayor motivo por el que sufre en silencio. Siempre conseguía entenderlo, siempre, y de repente, esa noche, no supo comprender sus actos. No es mi culpa, se dice aún sin moverse de la cama, no me merecía un final así, se lamenta desganada, porque aunque sabe que son los pensamientos que debe tener, no son los que desea pensar. Ella quiere pensar que aún la ama, que todo fue un malentendido, que faltó la comunicación, el tiempo de descanso. De un momento a otro despertará de esta pesadilla y su vida será la que construyó junto a él. Y no se da cuenta que el engañarse a si misma no curará sus heridas, no la harán avanzar, seguirá en esa habitación oscura con la puerta cerrada, esperando paciente a que él la abra para encender la luz y volver a empezar.


Guarda su foto en el cajón de la mesita, para seguir sintiéndolo cerca de ella, aunque no se atreve a mirarla, porque sabe que al encontrarse con su mirada se le parará el corazón, deberá afrontar de una vez por todas que ya nunca más estará junto a ella, ya nunca más volverán a ser lo que fueron. Vive en una constante fantasía, pensando que su foto la protegerá de la vida, cuando en su interior sabe que la vida quiso protegerla de él. 

Deja de mirar al techo y se gira hacia la izquierda, y ahora mira aquel cuadro que él tanto detestaba pero que nunca consiguió que descolgara de la pared, porque a ella siempre la hizo sentirse viva. Sin embargo, ahora, en ese silencio de la mañana temprana, donde solo se encuentran ella y el cuadro, lo mira sin ver nada, el paisaje le resulta confuso, y el lago que en ocasiones la transportó a lugares infinitos, ahora esta quieto, como si una capa de hielo lo cubriese, y piensa en su corazón, que debe sentirse igual. Los colores anaranjados que presentaban una puesta de sol, se han convertido en tonos grises y oscuros porque el sol se niega a aparecer para mostrarle la luz, y ella se conforma con que esta vez, aparezca la luna, pero tampoco se digna a dar señales de vida, y son las sombras las que ciernen sobre la pared, sobre aquel cuadro.

El vacío es inmenso, ¿Tanto lugar ocupaba en mi? Se pregunta inocente. Ese vacío que la hace vagar por las calles de vez en cuando, intentando escuchar su interior, pero esta vacío. Deambula de un lugar a otro, sin rumbo, sin expectativas que cumplir, incluso a veces, le da la sensación de ir a rastras como un gusano. Ese vacío enorme que comenzó a sentir desde que él se marchó, como si le hubiesen arrancado una parte importante del organismo, pensó que moriría, y sin embargo, ahí sigue, viva, aunque ese vacío le devore las entrañas. Su instinto de supervivencia mental la obligó a llenar ese vacío, pero las personas que se ofrecieron a ocuparlo no fueron las correctas, porque no ocupaban ni la quinta parte de su ausencia, porque por mucho que insistieron, les quedaba grande, y fue entonces cuando ella comprendió que ese vacío solo tendría una única forma de llenarse, con su confianza, con su fuerza, y con el motivo más potente de todos, el tiempo.


Así que se levantó de la cama, se abrazó a si misma para recordarse que ella aún se amaba, se prometió que se cuidaría, que se escucharía, y que jamás volvería a amar a alguien por encima de su propia vida. En voz alta, sin que le temblara la voz, autoconvenciéndose severamente, soltó la frase que repetiría el resto de su vida cada mañana al levantarse: HOY VA A SER UN GRAN DÍA. 

1.12.21

Ayúdame a ser Booktuber

¡Hola amigos lectores! Hoy la entrada no será un relato, ni tampoco una reflexión.

Hoy quiero dedicar este apartado para presentaros mi nuevo proyecto. He estado un poco perdida por estos mundos, abandonando el blog, sí, pero todo ha sido por una buena razón.

Antes de nada, me gustaría compartir con vosotros los motivos de mi decisión: Quiero ser Booktuber.

Como muchos de vosotros sabéis, aunque me considero escritora, y lucho cada día por alcanzar mis objetivos, la vida no me lo ha puesto fácil, y he tenido que trabajar en el sector hostelero para poder pagar mis facturas. Ya dije una vez que no tengo nada en contra de la hostelería, pues me ha aportado mucho, sin embargo, ya estoy saturada de contratos de mierda, de horas extras que no se pagan, de la desvaloración hacia este sector, y del cansancio, tanto mental como físico, que conlleva servir a las personas. Estoy segura que algunos me comprendéis bien. 
Con esto no quiero decir que abandone mi sueño de ganarme la vida escribiendo, pero como sabéis, para cumplir un sueño, a veces, debemos pasar por diferentes etapas, sin perder el objetivo por supuesto. Así que mientras llega mi momento y no llega, pensé que algo debía hacer para desquitarme totalmente de la hostelería de una vez por todas. 
Estaba en mi cama, después de un día un tanto ajetreado, pensando y pensando, ¿Qué haría con mi vida una vez que se me acabara el paro? ¿Tengo que volver de nuevo a un bar, donde no me valoren, y donde el trabajo no me reconforta nada? Pero es que entonces...¿Qué hago? A ver no os penséis que soy una inútil que solo sé servir mesas y escribir, jeje, sé hacer mucho más, pero en este país si no tienes enchufes o un título...poco vas a encontrar, y si encuentras...que las condiciones se asemejen a lo que realmente buscas. No dejaba de pensar, y venga pensar, y nada. En un momento me dije a mi misma que no entendía para que me comía tanto la cabeza, si al final, acabaría otra vez de camarera. Así que me hice una pregunta: ¿Qué es lo mejor que sé hacer, aparte de escribir, que me gusta? LEER. 
Llevo leyendo desde que tenía 4 años, siempre tengo uno, dos o incluso tres libros a retortero, nunca puedo estar sin leer. Me paso horas y horas, incluso a veces, me he pasado un día entero leyendo, solo parando para comer y otras necesidades. Me apasiona tanto, o más, que escribir. He leído todo lo que ha caído en mis manos, sin hacerle asco a nada, libro que cojo, me lo empapo. Está claro que tengo mis preferencias, como cualquier lector, pero soy de las que piensa que aunque no me guste un libro, un género o un autor, hay que leerlo, porque para criticar debemos conocer lo que estamos juzgando. Para hablar con propiedad, básicamente. Fíjate si me gusta leer...¡Que me he leído la biblia! Y no creo en Dios.
Leer para mi es viajar, es adentrarme en mundos paralelos, es aprender, es hacer que mi mente experimente con palabras de otras personas, con historias que te hagan sentir hasta en lo más hondo de tu ser. Leer es formular nuevas preguntas, sacar incógnitas de los lugares más oscuros de tu mente. Leer me hace feliz, me engrandece el espíritu y me fortalece la conciencia. La lectura es una gran parte de mi.

Y fue entonces cuando apareció un idea en mi cabeza. Pequeña, deforme, pero que me creó una punzada en el estómago, a lo que llamo INTUICIÓN.
Desde hace tiempo, sigo mucho el mundo YOUTUBE, he visto gente crecer en meses con canales de historia, política, documentales. Y me dije, ¿Y si mezclo ser youtuber con la lectura? La idea fue tomando forma, hasta quedarme dormida. A la mañana siguiente, lo primero que hice después del café, porque sin café mi mente no sabe pensar...Fue buscar en YouTube si existía algún canal parecido a lo que tenía en mente. ¿Cuál fue mi sorpresa? Pues que evidentemente no solo existía, ¡Si no que tenían nombre propio! ¡Booktuber!
Empecé a ver videos y videos, para tomar nota de las personas que ya tenían su canal preparado, veía bastantes seguidores, comentarios, y que la gente participa. ¡Que alegría más grande me llevé!
Y tomé la decisión: QUIERO SER BOOKTUBER.



No creáis que es algo sencillo. Para nada, no si lo quieres hacer bien. Primero tuve que hacer varios tutoriales para dominar bien el editor de videos, no uno cualquiera, no, uno que rozara lo profesional para que los videos no queden muy cutres. Eso me llevó días. Luego tenía que preparar mi canal, y para ello se necesita tener alguna experiencia con Photoshop o programas similares, para realizar el banner, miniaturas y demás historias. Y por último, decidir cual será la mecánica del canal, es decir, una entrada, un desarrollo, elegir la música(que esto es otro contratiempo, pues hay que tener cuidado con el copyright) Todo esto sin tener ni puta idea de nada eh, para que os metáis en situación. Pero yo seguía en mis trece, no me iba a rendir por muy complicado que fuese.
He estado semanas sin salir de casa, horas y horas frente al ordenador, con esfuerzo, paciencia y muchas ganas, y creo que he conseguido exactamente lo que deseaba, ahora ya solo queda que os guste a vosotros.

Por cierto, mi Canal se llama "PALABRA ESCRITA" que al final veo que me enrollo y no os comunico lo más importante.
Os dejo los enlaces de los videos por aquí. Y si me lo permitís, os pediría que me ayudaseis. ¿Cómo? Pues compartiendo con todos vuestros contactos, por redes sociales, en vuestros blogs, cualquier plataforma sirve. Este es un mundo complicado, hace falta el "boca a boca" de toda la vida, mucha publicidad, mucho apoyo, y eso solo lo puedo conseguir con vuestra ayuda.
Solo tenéis que ver el video, tranquilos, os gustará. Son videos muy cortitos, entretenidos, donde los libros escogidos son merecidos de leer. Me gustaría que os suscribierais, y animarais a los demás a hacerlo también. Me gustaría que dejaseis vuestros comentarios, vuestros likes, y me ayudarais a hacerme un huequito en este mundo.
Siendo sincera con vosotros...creo que merezco esta oportunidad, necesito esta oportunidad.
¡Disfrutad! y MIL GRACIAS


























19.11.21

Nada Es Para Siempre

Nada es para siempre, ni la amistad, ni el cariño, ni la confianza, ni el respeto, ni tan si quiera el amor.
Todo tiene un principio y un final. Todo. Solo nosotros tenemos el poder de decidir cómo queremos comenzar y cómo queremos acabar. Solo nosotros escogemos la forma en la que irán marcados los acontecimientos, ¡y cuidado aquí!, pues una mala decisión, puede provocar el peor desenlace que podamos imaginar. 


Durante toda nuestra vida, no conseguimos conocernos a nosotros mismos al 100%, pues siempre existirán nuevas situaciones que no habremos vivido nunca, situaciones que marcan tu personalidad, que hacen que cambies de actitud. Y ahora expongo: Si no somos capaces de conocernos a nosotros mismos a la perfección, ¿Cómo podremos conocer a otra persona al mismo nivel? Cómo ofreces una confianza y respeto con los ojos cerrados si nunca llegarás a saber que la otra persona sabrá apreciarlo, valorarlo. Cómo. Cómo se puede vivir en armonía con otros seres humanos, si desconocemos el respeto hacia nuestra propia persona.

Dónde te enseñan a perdonar lo más injusto, dónde aprendes la empatía hacia lo malo, lo irracional. Quién te muestra el dolor de una forma bonita para que en un futuro sepas dominarlo. Quién te explica cómo ser fuerte, cómo apartar la negatividad de un recuerdo y escoger solo la parte reconfortable, esa parte que un día te hizo feliz.


Para alguien te convertirás en la persona buena, para otro, serás la mala persona. 
Nunca encontrarás el equilibrio adecuado para todos,  y mucho menos, para tu conciencia. Te machacarás, instigarás en qué podías haber hecho o cómo podías haber actuado, y aun así, tu conciencia seguirá atormentándote, porque el punto céntrico que hace que todo se mantenga a nivel, se tambaleará, y quedarás en una especie de limbo donde serás incapaz de reconocer lo bueno de lo malo, sin comprender las respuestas de unas preguntas que no hiciste.

Lo real se vuelve confuso, nada parece tener sentido, ni si quiera tu alma. La confusión te convierte en algo que no eres, y dudas, dudas de todos y de ti. Intentas mantenerte a flote, guiar los pensamientos a la zona racional de tu cerebro, pero un fuerte viento hace que desvaríes, y acabas en la parte oscura,  donde los pensamientos están turbios e incluso te cuesta entender tu propio idioma.
Esperas, aunque no te quede paciencia, aunque no te queden fuerzas, solo un puntito de esperanza que guardas en el bolsillo, esperando salir a la luz cuando sea necesario.

Esperas, y no te rindes porque te quieres a ti mismo y no puedes dejarte ir.
Y mientras esperas, te aferras a los buenos momentos vividos, a las risas, a todo lo que has aprendido, y es entonces cuando te percatas de todo, es entonces cuando descubres que al igual que has tenido que vivir momentos felices, también es necesario para la vida, vivir momentos tristes.
Que todo pasa, que nada es para siempre, ni tan si quiera el dolor

13.10.21

Video-Poema: Desesperada

 

Es un poema muy cortito, que escribí hace unos años, en una de esas etapas tambaleantes, que al final, resultan reconfortantes para uno mismo. 

Fue grabado a finales de Julio, justo al salir de trabajar, sobre las 2 de la madrugada, de ahí mi aspecto jeje.

Lo grabé por entretenimiento, en ningún momento pensé subirlo a ninguna parte, sin embargo, una vez me dispuse a ver el video, me gusto mucho, me encontré muy natural, y quedó bastante bonito.

Hace un tiempo lo publiqué en Facebook, directamente subí el video, y ahora que lo pienso, quizá fue un fallo, debí hacerlo a través de YouTube, o mediante el blog. Bueno...decisiones precipitadas en momentos de estrés. Así que ahora me he decidido compartirlo con vosotros, amigos blogueros, a ver que os parece. Deseando estoy que me dejéis vuestros comentarios.

Espero que lo disfrutéis, y sobre todo, que no tengáis en cuenta mi manera de recitar, ya que no estoy acostumbrada a hacerlo jeje.

Y para los que ya lo visteis en su momento, pues nada, aquí lo tenéis de nuevo, por si os apetece volverlo a ver.


17.9.21

RELATO: Araña La Vida

Se le escapaba de las manos, no había remedio, postrado en su cama recordaba todo cuanto quiso hacer, y no fue capaz, o no quiso hacerlo. Cuántas veces la vida le puso en bandeja oportunidades de volar, y él las desechó sin más, como bolitas de papel estrujadas en la basura de su habitación. 
Entraban los primeros rayos de luz, a través de esa ventana que tanto odiaba, esa ventana que se había convertido en su única compañía en las noches más extensas. Un nuevo día comenzaba, pero no para él, sí para el resto del mundo, para aquellos que habían sabido aprovechar las oportunidades. Para él simplemente era un día como otro cualquiera, un día como el de ayer, como el de anteayer, un día como el de mañana.

Jugaba con sus dedos a tapar esas lucecitas que se colaban por la persiana, qué forma más estúpida de matar el tiempo, pensó, que manera más inútil de vivir la vida, sentenció. Sin embargo, no cesaba el juego, y cuando se cansaba con la mano derecha, comenzaba con la izquierda, hasta que alguien se acordara de él y vinieran a levantar la persiana. No para disfrutar de la luz del sol, ni para empapar sus sentidos con los ruidos de fuera, no, todo eso ya no existía para él. Levantarían la persiana para iluminar la estancia, que al parecer, era importante.

Recorriendo con la vista cada centímetro de la habitación, quedó embobado al llegar a una esquina concreta del techo, una enorme telaraña adornaba aquel rincón a la vista de todos. Al trasluz, podía apreciar con delicadeza cada tramo construído, tan perfectamente diseñado que ni el mismísimo Miguel Ángel podría haberlo hecho mejor. Y solo era un insecto, un mísero insecto al que alguien mataría con un trapo en cuanto se percatase de su existencia. Él observaba con detenimiento la maravillosa obra de la araña, cómo un animal tan pequeño e insignificante para los ojos de los humanos, era capaz de construir, sin ayuda externa, algo tan complicado y perfecto. Giraba su cabeza de un lado a otro, y a cada movimiento, a pesar del dolor insufrible, encontraba un detalle más en aquella telaraña que tanto lo asombraba. 
Quedó perplejo al ver aparecer a la araña, con sus patas finas y largas, su cuerpo escueto y reducido, su parsimonia y elegancia, y tan campante, a sus anchas, como si la habitación fuese suya y él estuviese de invitado, claro está, no por mucho tiempo. La araña recorría la telaraña sin cesar, como reparando las imperfecciones para dejar más alucinado a su espectador, que desde la cama, no podía quitarle ojo.
Que forma más bella de vivir, ahí arriba, en todo lo alto, sola y sin preocupaciones, solo que su casa esté bien ejecutada, sin fisuras.
De repente, quedó quieta, y él se mantuvo alerta, porque se paró en seco, como cuando escuchamos un ruido en la casa y no sabemos de dónde proviene. Se quedó extrañado, qué habría provocado la parálisis de la araña que tanto deambulaba de un lado a otro. Y de repente lo vio. Un gran abejorro había aparecido de la nada, con su estrepitoso ruido, ese molesto zumbido que llega a ponerte la carne de gallina.
Volaba y volaba por toda la habitación, él lo seguía con la mirada, y suponía que la araña también.  
Tan ajetreado iba el abejorro, que incluso llegó a chocarse unas cuantas de veces con la pared, recomponiéndose al instante, como si no hubiese pasado nada. Volaba hacia un lado, pasaba por su cabeza, giraba e iba hacia el otro lado. No soportaba el zumbido por mucho más tiempo. Hizo el ademán de alcanzarlo con una mano, con la esperanza de poder atraparlo y matarlo, pero no hubo suerte. La araña seguía inmóvil, como si no quisiera levantar sospechas de que seguía ahí.
Y de pronto, un silencio, el zumbido dejó de sonar, la calma volvía a la habitación.
Miró hacia arriba, al lugar donde se encontraba la araña, y lo que sus ojos pudieron visualizar no se le olvidaría para el resto de sus días, que serían pocos.

El abejorro había caído en la trampa de la araña, y ella, sin perder ni un segundo, lo envolvía incesantemente. De vez en cuando, se escuchaba un leve zumbido, el pobre animal seguía intentando escapar, sin saber que era imposible. ¡Cómo te entiendo abejorrito! Musitó con ternura. La araña lo envolvía, le daba vueltas sin parar, toda una imagen de documental. Y ahí estaba él, observándolo todo minuciosamente, como si dejara la vida en ello, como si aquel momento marcara un antes y un después.
Finalmente, el abejorro murió, quedó una bolita blanca, pequeña, casi colgando de aquella telaraña que lo había engatusado. La araña había desaparecido.
Él, aceptando que había terminado el espectáculo, apartó la vista, miró a su alrededor, quizá en busca de una nueva aventura, quizá buscando una salida aún sabiendo que no existía, quizá con la esperanza de encontrar a la araña.
Quedó pensativo, dubitativo, ensimismado en un mundo paralelo a esa realidad, y sin querer, sonrió. Nunca hubiese imaginado que podría disfrutar tanto con algo semejante, durante unos momentos, había logrado olvidar todo lo malo que cernía sobre su pesar, lo que vendría a continuación, lo que el destino habría escrito con su nombre debajo. Por unos instantes, había sido capaz de apreciar la vida como nunca antes la había apreciado, había sido capaz de valorar el detalle mas insignificante y sentirlo grande en su interior.
Y entonces pensó; Manda cojones que sea el puto cáncer quien me haya tenido que enseñar lo bello que es vivir
Si al menos su muerte aportase tanto como la del abejorro, aceptaría morir de aquella manera tan cruel, pero no, su muerte sólo sería un sufrimiento innecesario del que nadie se beneficiaría, ni siquiera una insignificante araña.

Se le escapaba de las manos...no la vida, sino el entendimiento y la razón de ésta.

2.9.21

SERÉ YO...

 Será la edad, me repito constantemente, será que ahora que ves el mundo desde otra perspectiva eres incapaz de soportar situaciones concretas, será que cuando era niña mi mente no llegaba a plantearse tantas dudas y cuestiones. 
Eres tú, sí, eso me digo, soy yo el problema, porque miro a mi alrededor, y parece que a todo el mundo le da igual. ¿Seré a la única que le molesta? ¿La única que no puede controlar su rabia y sus impulsos? ¿La única que no se calla? Y es que...no puedo evitarlo, no puedo evitar hablar, saltar a la primera de cambio, no puedo. Intento controlar esa parte de mi, pues al parecer molesta, pero...cada vez me cuesta más. Si callo, si hago como los demás, mirar para otro lado y seguir con mi vida, algo nace en mi interior, una energía negativa capaz de destruir a todo mi ser, una rabia incontrolable que domina mis impulsos más primitivos, un malestar que hiere cada célula que compone mi organismo.
Seré yo.
Sin embargo, cuando me echo la culpa, cuando admito que no todos pueden estar equivocados menos yo, no me siento bien. Todo lo contrario, siento en mi interior un desazón incierto, algo no encaja, y comienza la ansiedad, la inseguridad, comienzan unas emociones que no me agradan, unas emociones que me convierten en otra persona diferente, otra persona que anida en mi cuerpo, pero que no soy yo.
¿De qué hablo? Os preguntaréis. ¿Qué le pasa ahora a esta mujer? 
Intento exponer mis sentimientos acerca de la gran hipocresía que me rodea. De la enorme falsedad que compone el mundo en el que vivimos. De la fascinante mentira que nos envuelve uno a uno.
¿Porque soltamos mentiras sin parar? ¿Por qué engañamos sin ton ni son? Es que no lo entiendo, por más vueltas que le doy. ¿De qué sirve decir una cosa si sabes que no va a ocurrir? En el fondo sabes que estás mintiendo, sabes que esas palabras que sueltas tan naturales, son solo para quedar bien, para ganarte la confianza de la persona que te escucha atentamente, ilusionada porque en tus palabras encuentra una salida. ¿Y luego? ¿Qué ocurre después? Cuando las palabras se las lleva el viento, y solo queda el malestar de sentirse engañado ¿Ayuda? o ¿Empeora? 
No lo entiendo.
No entiendo porque hay personas que hablan y hablan, creyéndose sus propias mentiras, hasta tal punto, de parecer sinceras, tanto, que te las crees, y en ese momento piensas, ¿Por qué iba a mentir? ¿Qué gana mintiendo? Esa es la pregunta que me hago continuamente, ¡Qué gana! 



Últimamente no dejo de toparme con situaciones como éstas. Personas que cuando están con unos individuos, son de cierta manera, y cuando están con otros individuos, son de otra manera. ¡Cambian hasta su ideología! Es increíble con la facilidad que cambian de parecer, como si de una veleta se tratara, como si no tuviesen una personalidad propia que marcara la diferencia entre lo demás. 
Me asombra tanto este comportamiento...hasta el punto de plantearme si ellos son conscientes de sus actos, de sus palabras, es decir, cuando dices que algo no te gusta por estar con tal persona, y sin embargo, a los pocos días, te encuentras con otro individuo totalmente diferente, y niegas que te guste lo que anteriormente alababas...¿Eres consciente de lo que estás diciendo? ¿Recuerdas que hace unos días si te gustaba? ¿Cómo pueden hacerlo? Es que no lo entiendo.

Mi ideología siempre es la misma, no varía, no cambia así porque sí. Puedo cambiar mi manera de pensar, porque quizá estaba equivocada y al ofrecerme un razonamiento coherente y demostrarme que estoy en lo incierto, no tengo problemas para retroceder en mis palabras y cambiar de parecer. Pero...eso de dar la razón, o apoyar un comentario, que en el fondo sabes que no lo piensas, simplemente por el hecho de quedar bien con la otra persona...es que no lo entiendo. ¡No puedo hacer eso! ¿Cómo consiguen plasmar con tanta naturalidad y luego dormir tranquilos por la noches, sabiendo que han traicionado a sus principios? ¿Cómo llegan a creerse su propia mentira hasta el punto de negar lo evidente? 
Lo más sorprendente, es que parece que eso es lo normal. La gente miente y miente sin parar, entre familias, amistades, trabajo. Da igual. Es como si nada tuviese sentido. Como si de repente, nada importase. Solo el momento preciso, solo la situación que se encaja, solo las palabras de ese mismo instante, a sabiendas que el tiempo que transcurre se las llevará para no traerlas de vuelta nunca más. ¿Y el que se cree lo que dices? ¡Absolutamente igual que el que miente! Porque nadie reclama lo que se dijo, nadie reclama lo que en aquel momento se comentó. Es como si ambas partes supieran a ciencia cierta que están creando una situación de mentira. ¡Vamos a hablar y hablar hasta perder el sentido de la realidad! Y no ocurre absolutamente nada, ¿Qué va a ocurrir? Uno por un lado con su vida, y el otro por otro lado con su vida también. 
¿Entonces? ¿De qué sirve todo esto? 
Seré yo, vuelvo a pensar. Seré yo que me lo creo todo y a todos, que confío demasiado en las personas, en sus palabras, seré yo que vivo en un mundo paralelo a éste, dónde la verdad es lo bueno, y la mentira lo malo.
Es un auténtica impotencia, porque a pesar de sentir siempre que no encajo, e intentar encajar, adaptarme a la nueva vida que se lleva ahora, amoldar mis pensamientos y mis actitudes para no destacar como alguien irracional, me doy cuenta que no sirve para nada, que esto no va conmigo, que no puedo seguir esa corriente de un río que en lugar de agua, lleva veneno. No puedo. No puedo porque no lo veo ni lo siento justo. No puedo porque me parece absurdo, hablar y hablar sin ningún tipo de veracidad, creando constantemente desconfianza entre unos y otros. 


Llevo dándole vueltas durante mucho tiempo, intentando buscar una explicación racional, quizá para no sentirme desplazada, quizá por intentar comprender el mundo en el que vivo, aunque a veces, siendo sincera, prefiero vivir en mi otro mundo, en el que mi imaginación gobierna cada sentido que poseo, y donde mi mente es libre y justa. Pero claro, debo introducirme en el mundo real, para no perder del todo la cabeza, aunque a veces piense que la he perdido, como por ejemplo ahora, por estar expresando un pensamiento tan cerrado e íntimo de modo abierto, exponiéndome a lectores desconocidos, a mentes que no sé si me llegarán a comprender. Y vuelvo al principio, no me callo, me niego a sentenciar mi pensamiento, mi libre expresión, pues ya solo me queda eso, mi libertad.

Hubo un tiempo en el que pensé que quizá todo iba relacionado con la edad de las personas, es decir, cuando eres más benjamín, tus mentiras se convierten en doctrina, porque no conoces el sufrimiento de la vida, no eres consciente de las barbaridades que el mundo abarca. Y luego, con el paso de los años, sentenciado por los tormentos de una vida incomprensible, comienzas a visualizar la realidad, sabiendo que la mentira no lleva a ninguna parte, a más mentiras. 
Drásticamente...no es así. He topado con personas de una edad avanzada que siguen mintiendo y engañándose a si mismos tanto como a los demás, enterrándose en su propia hipocresía, envolviendose en una suma infinita de palabras y actitudes incoherentes para el ser humano, y lo más inverosímil de todo, que se sienten bien consigo mismos, o al menos, es lo que aparentan. Porque yo ya no se ni que pensar, y mucho menos que creer.

Al menos puedo dar las gracias por tener este blog, donde puedo decir, con total libertad, lo que pienso y siento, sin que nadie me mande a callar, sin que nadie se sienta incómodo porque yo esté diciendo la verdad, sin soportar esas caras de "Tierra trágame" que esta tía me esta poniendo en un compromiso y yo soy feliz en mi mentira. Al menos, me queda el blog, donde soy yo misma, sin contemplaciones, sin miramientos, explayando con naturalidad, severa o suave, lo que realmente me remueve por dentro. 
Quizá, el mentir, el engañarse a uno mismo, sea la forma más fácil de sentirse feliz. La facilidad de no tener que afrontar la opinión contraria de otra persona, de no calentarte la cabeza en caer bien, pues mintiendo, y agradando a todo el mundo, nunca te juzgarán por ser como eres realmente. Quizá ese sea el verdadero objetivo de la vida, agradar a todo el mundo sin importar lo que sientas verdaderamente. Quizá a mi me guste complicarme, y que la mayoría me señalen con el dedo.
De una cosa si puedo estar segura, de quien soy, de que pienso, y de que siento.

Seré yo, sigo pensando...


5.8.21

RELATO: ¿Quién Dijo Miedo?



-Ésto no puede ser

-Pues..está siendo, te guste o no

-¿No entiendes que me haces daño?

-Te equivocas, el daño te lo haces tú misma, yo solo actúo según tus deseos

-En ese caso...deseo que te vayas

-Sabes que no puedo irme, no me dejas, ¿Crees que a mi me gustar estar aquí, a tu lado? 

-No lo entiendo. No quiero que estés conmigo, no quiero nada de ti, hace tiempo que lo pienso, ¿Por qué sigues aquí? 

-Porque no me dejas marchar. Eres la única que puedes hacer que desaparezca, y sin embargo, no lo haces, quizá no es a mi a quien debes hacerle esa pregunta, quizá debes hacértela a ti misma.

-Me agotas. Me agobias. Demasiado tiempo juntos, ya no puedo recordar quien era yo antes de conocerte. Desde que apareciste...todo ha ido de mal en peor, he perdido la seguridad en mi misma, y soy incapaz de dar un paso más sin antes mirar tu aprobación, que nunca está, siempre me atormentas, me juzgas, me limitas con tu látigo de la verdad. 

-No es mi verdad, es tu verdad. Solo te muestro lo que realmente piensas y no te atreves a decir. Solo soy el reflejo de tu verdadero ego. ¡Mírame! Todo lo que soy...te lo debo a ti

-¡No! ¡Basta! ¡No es cierto! Tú apareciste sin que yo te llamara, tú has invadido mi espacio, analizando cada uno de mis actos, pulverizando cada esperanza, machacando cada motita de un sueño feliz. ¡Tú ya eras así cuando decidiste postrarte junto a mi! ¡Soy la víctima!

-Quizá ese sea el problema

-¿Cúal? 

-Te sientes víctima de un crimen que no existe, un crimen que has creado tu misma, y en lugar de afrontar los problemas de frente...me culpas a mi. 

-¡Qué ganas con todo esto!

-Ni gano ni pierdo nada, estoy aquí, contigo, porque tú lo permites, porque en el fondo no puedes vivir sin mi

-¡Mentira! Siempre he vivido sin ti ¿Por que no podría hacerlo ahora?

-No lo sé, el caso es que aquí sigues, a mi lado, no me dejas marchar. Intentas hacerme ver que soy quien me agarro a ti, pero ¡Mirate! Eres tú quien está aferrada a mi. Estás tan sumida en tu realidad que eres incapaz de verte a ti misma. ¡Mirate! Me rodeas con tus brazos y acaparas cada centímetro de mi ser, no me das otra opción que la de quedarme.

-¡Pues vete! ¡Vete y no vuelvas más! 

-Ay...pobre inocente. ¿No lo entiendes? ¿O no quieres verlo? Solo tú puedes hacer que me vaya, esa decisión no me pertenece a mi. Sé que te hago daño, sé que solo te aporto problemas, pero...no puedo hacer nada más. Esperar a que veas la realidad, a que entiendas. Tú tienes todo el poder, yo no soy nada, no obstante, debo permanecer junto a ti hasta que realmente decidas lo contrario, pero de verdad, no me valen las palabras, debes sentirlo con el corazón, en las entrañas, y para llegar ahí, necesitas un gran esfuerzo, una seguridad que al parecer...no tienes, o no la quieres reconocer. La compasión no está en mi sangre, jamás sabré lo que se siente con ello, porque tú lo has querido así. Soy un producto hecho a tu imagen y semejanza, todo lo que contengo es porque tú así lo has deseado, y ahora, que ya no puedes más, intentas achacarme la responsabilidad que un día decidiste darme. Y ahora, que te has obsesionado conmigo, que no sabes como deshacerte de mi, quieres que me marche por mis propios medios, y...no puede ser. Debes ser consecuente con tus actos y decisiones. Tú me has traído aquí, tú debes hacer que me vaya.

-No es justo

-¿Y qué lo es? ¡Ay ya! ¡Deja de llorar y de lamentarte! Comienzas a aburrirme, y eso solo nos traerá más problemas. 

-¿Cuál es la solución entonces?

-¿Crees que la sé? Solo tú puedes saberla. ¿A quien quieres engañar? Ambos sabemos que seguiré contigo para siempre, no serás capaz de enfrentarte a mi, como nunca has sido capaz de enfrentarte a nada. Te gusta complicarte, eso es lo tuyo, buscas excusas para no tener que echar cojones, por eso estoy aquí, por tu falta de valentía, porque no mereces otra cosa mejor que yo. Decidiste hacerme un hueco en tu corazón, me dejaste entrar con tanta facilidad...que casi no recuerdo el motivo, ha sido tan sencillo oscurecer tu alma, que por eso eres incapaz de recordar como eras antes de conocerme. Asúmelo, estaremos juntos para la eternidad.

-No. No pienso asumir nada de lo que me digas. Ya no. Si no puedo sola, pediré ayuda. No dejaré que sigas aquí, atormentandome, prohibiendome que sea yo misma. No. Merezco algo mejor que tú.



En ese mismo instante, sintió como si saliese de su propio cerebro, de su propia conciencia. Miró hacia arriba, en busca de un cielo azul que aclarara esa oscuridad que cernía su cabeza, buscando un destello de esperanza que la ayudara a encontrar la cordura que la abandonó en su día. Y fue cuando lo comprendió todo. Comenzó a entender que había sido ella misma la que había creado en su mente esos miedos tan feroces que no la dejaban respirar. Entendió que fue su propio organismo quien la hizo dudar de ella misma, dejando paso a una variedad de miedos e inseguridades que la hicieron cambiar de conciencia, de persona, convirtiéndola en un ser cobarde y asustadizo, que se dejaba llevar por un miedo dominante que le recordaba día a día que no era nadie.
¡Y claro que lo era! Era ella, con su carácter, con sus sueños y metas por cumplir, siempre había sido ella.
Entonces recordó cómo empezó todo, cuándo fue la primera vez que dejó que el miedo dominara sus impulsos para atosigar a su verdadera esencia. Recordó cómo había permitido que ese miedo aplacara la gran fuerza que poseía en su interior. La fuerza que la había llevado hasta donde estaba, la misma fuerza y coraje que la habían enseñado a vivir.
Se situó frente al espejo de la entrada, mirándose fijamente a los ojos, quizá para volver a encontrarse, o quizá para no dejarse vencer por ese miedo miserable que se había incrustado en su sien.
En voz alta, se dijo a sí misma, con el mismo tono que utiliza una madre al reñir a su hijo: El miedo existe porque soy capaz de sentirlo, pero no debo dejar que me domine, todo lo contrario, el miedo existe para hacerme más fuerte.
Acalló esa vocecita infernal, cogió la chaqueta, respiró hondo y salió al exterior, aún quedaban muchos sueños por cumplir.


15.7.21

RELATO: Un D-Espejo fugaz

Se miraba al espejo, intentando recordar la niña que fue, aquella criatura feliz que durante un tiempo lo tuvo todo, exenta de problemas, dedicada a una vida repleta de felicidad. 
El espejo, pequeño y sucio, se centraba en enseñar la verdad, un rostro cansado, lúgubre, unos rasgos demacrados por el tiempo. Sus ojos seguían siendo grandes y negros, sin embargo, ella podía observar esas marcas de envejecimiento provocadas por el sufrimiento, por el malestar, por unas circunstancias guiadas por la insensatez. Recordaba su dentadura perfecta, blanca y sana, y ahora, si acaso le quedaban los dientes suficientes como para comer lo necesario, en el caso de que su estómago permitiera entrar al hambre, que pocas veces surgía la ocasión.
No apartaba la mirada de aquel reflejo, lo que había quedado de ella, como si quisiera darse una lección a sí misma, como si quisiera empapar su conciencia con una aterradora imagen de lo que es. Sin embargo, ella era consciente de que nada de eso serviría, a estas alturas no.
Tenía el pelo recogido hacia atrás, se había peinado a la mañana como pudo, sin mirarse al espejo, sin cepillo, únicamente con la ayuda de sus huesudos dedos y un cordón que había encontrado por ahí. Nunca le sentó bien el pelo recogido, y ahora que se observaba con detenimiento, entendía porqué. 
Sus orejas resaltan en su cara como puede resaltar un girasol en pleno desierto. Orejas y ojos, ese era su rostro, una descripción práctica e inofensiva. Ella nunca fue creída, más bien  realista, era demasiado tarde para comenzar a ser optimista.
Hacía días que no tomaba una buena ducha, por eso su cabello resultaba tan grasiento. Ella suponía que su olor corporal no debía ser muy bueno, pero su olfato no llegaba a distinguir el hedor, que sin duda, desprendía. Se echó a reír al recordar esa frase popular y vulgar "Ningún cagao se huele su mierda" y la imagen reflejada en el espejo se volvió aún más repugnante. Cuatro dientes negros y rotos saludaban sin vergüenza alguna, demostrando que un rostro poco agraciado puede llegar a ser horrendo. Ella misma se asusta al verse de tal modo, e inconscientemente, se tapa la boca con una mano. Sus uñas, mordidas y desiguales, están negras de suciedad, sin embargo, eso no la avergüenza tanto como sus dientes, y vuelve a reír, porque ahora la frase que le viene a la mente es "Las manos del trabajador sucias son"  y comienza a imaginarse cómo hubiese sido su vida con un buen trabajo, de esos que te hacen madrugar, de esos que te dejan la espalda eslomada y las piernas llenas de varices, y de pronto...aparta la mirada del espejo. Esa nunca fue una vida para ella, y desgraciadamente, sigue pensando que escogió el camino correcto.
La luz del baño tintinea, sube la cabeza hasta alcanzar con su vista la bombilla, y llega a la conclusión que está tan desgastada como su persona, vuelve a reír.
Antaño fue una chica risueña, piensa, y supone que aún quedan estragos de aquella personalidad, pues en su estado sigue marcando con ironía la situación que le toca vivir. ¿Y qué puede hacer si no es reír? Ya no le queda nada. Solo su risa.

Sus pies se tambalean sobre un bulto en el suelo, sin mirar, se agacha para saber qué es. Agarra un pequeño osito hecho de trapos. Está sucio, como ella, y viejo, como ella. Siente como unas lágrimas inseguras intentan salir de sus ojos, pero no lo hacen. Hace tanto tiempo que dejó de llorar. Coloca el osito junto a su cara y vuelve a mirarse en el espejo. Está segura de que si no le hubiesen quitado a su hija, ese osito sería para ella. Pero no lo es. Ni su hija tiene el osito, ni ella tiene a su hija. 
No obstante, ni el mísero recuerdo de que un día fue madre, la hace cambiar de pensamiento. Ha escogido el camino correcto, esa es la vida que debía vivir.
Como si un chispazo le devolviera la razón, se aparta del espejo, suelta el osito, y al fin recuerda que había ido a buscar. Abre el primer cajón del mueblecito que está a su espalda, coge una nueva, y sin cerrar el cajón, sale del baño.
Enseña la jeringuilla a su nuevo acompañante, el que le ha traído la mercancía, éste, sonríe y comienza a preparar el pico.
Ella se sienta en el sillón más apartado, comienza su viaje, el motivo por el que sigue viva, la razón por la que lucha cada día, lo único que la hace sentirse útil.
Amarra la goma alrededor del brazo, busca la vena, y piensa "Esta es la vida que debo vivir"


8.6.21

RELATO: No es oro todo lo que reluce

Aparca el coche justo delante de su puerta, y antes de bajar, no olvida coger el pan del asiento de atrás. Al salir, se encuentra con su vecina, que como todos los días, lo saluda amablemente con la mano. Entra en casa, deja el pan sobre la encimera y mira el reloj que está sobre el frigorífico, son muchas horas sin comer, quizá debería bajarle algo. Abre la nevera y coge un pedacito de queso, casi pasado, y un tetrabrik de leche caducado hace dos días. Tiene tanta hambre que no le dará importancia al sabor.
Baja hasta el sótano, abre el primer candado de la parte superior, luego el segundo, más abajo, y finalmente, empuja la enorme puerta de hierro. 

Está exactamente como lo dejó ayer. Acurrucado en la misma esquina donde le puso el colchón, con la cabeza metida entre las piernas, dejando ver la cadena que le envuelve el tobillo.
Alfonso se acerca despacio, advirtiendo con sus fuertes pisadas que es hora de despertar. No se inmuta, sigue en la misma posición encogida, como si aquella circunstancia no fuera con él. Alfonso le da una pequeña patada, intentando llamar su atención, si no se despierta...la tortura no será igual de divertida.
-¡Tú! ¡Despierta! Toma, te he traído algo para que repongas fuerzas, ayer casi me abandonas cabrón.
Dice mientras le tira el trozo de queso al colchón y le coloca la leche junto a sus pies. 
Se marcha para que pueda degustar la comida con tranquilidad.

Hoy cocinará algo de pasta, se siente antojado de probar una receta nueva que vió ayer tarde en un canal de cocina. Mira el reloj del frigorífico, apenas marca las tres, si no se demora la preparación de la comida, incluso le dará tiempo a echarse una siesta, debe estar descansado para lo que viene después. Mientras cocina, canturrea unas de las canciones que suena desde el equipo de música, incluso contonea el cuerpo al son de las notas, dejándose llevar. Se siente de buen humor, la terapia de ayer consiguió calmarlo bastante, y hoy, al parecer, ha dado sus frutos.
Después de almorzar, como tenía previsto, consigue descansar durante media hora, y al despertar, se siente como nuevo. Ni siquiera prepara café, siente tantos deseos de bajar al sótano, que la misma adrenalina le proporciona la cafeína suficiente para comenzar la sesión de hoy. A ver lo que dura el bicho.
Antes de bajar, pasa por la habitación del fondo, y coge los juguetitos que utilizará con su víctima. Unos alicates, un destornillador y el arma estrella, un cortauñas. Ya está preparado para bajar al sótano.
Activa la música en el salón y sube el volumen al máximo, hay que camuflar los gritos.

El secuestrado se ha terminado el queso pero la leche ni la ha tocado. Se encuentra sentado, con la espalda apoyada en la pared. Su cara cambia radicalmente cuando ve entrar a su torturador, no sabe si será capaz de soportar un día más. Se siente muy débil, ha perdido la cuenta del tiempo que lleva encerrado, la locura casi domina su mente y lo único que lo mantiene vivo son los víveres que de vez en cuando le ofrece Alfonso. Preferiría estar muerto, pero sabe que Alfonso no lo permitirá hasta saciar su ira.
Alfonso le atiza un fuerte golpe en la cabeza, que lo deja medio ido, pero aún consciente, lo desencadena, y con esfuerzo, lo tumba sobre la camilla supletoria que ha colocado anteriormente en medio de la habitación. Le amarra los brazos, las piernas y el cuello, dejándolo casi inmóvil. Aturdido, la víctima, puede escuchar de fondo esas coplas tan sonoras que llegan desde otro lugar, su mente ya ha asociado esa música como el principio del dolor que le tocará soportar. Siente cómo el cuerpo le tiembla, como las náuseas recorren su esófago y la boca se le seca como si comiese albero.

En una mesita alta, Alfonso ha colocado estratégicamente las herramientas que adquirió hace unos minutos, un barreño con agua templada y unos paños. Primero coge los alicates, y con sumo cuidado, va arrancando cada uña de los dedos de los pies. Lo hace con naturalidad, como si se hubiese ganado la vida con ello desde su niñez, haciendo caso omiso de los gritos y aullidos que presenta el afectado. La sangre corre a borbotones, manchando el suelo. Alfonso, con la misma templanza, lo limpia con los paños que luego enjuaga en el barreño. Todo esto si mirar a su víctima a la cara. Eso no es lo que le da placer, no. El placer es sentirse imparable ante tanta crueldad.
Deja el alicate, y se anima con el destornillador. Cambia su posición, colocándose a la altura de la cabeza del que está atado. Le acaricia el pelo, como si pretendiese calmarlo, o quizá solo esté burlándose de él. Apunta el destornillador hacia la oreja, y muy sutilmente, lo introduce en el oído dando vueltas. Algo impide que pueda seguir adelante, empuja más fuerte el destornillador, nada, algo obstruye el recorrido, así que, haciendo uso de la fuerza de sus dos manos y su cuerpo, apoya el destornillador en su cadera y aprieta fuerte contra él. Se escucha un clac y el destornillador entra y sale sin dificultad. La sangre escandalosa se esparce por la camilla, por el suelo y por el cuerpo de la víctima. Alfonso, como la vez anterior, vuelve a coger los paños para recoger la suciedad.
Decide esperar unos minutos, su secuestrado parece que se ha desmayado del dolor, y como ha mencionado antes, si no está consciente, no es divertido. Moja uno de los paños y deja caer el agua sobre la cara. El efecto es el que esperaba, el torturado se despierta una vez más.
Agarra el cortauñas. Lleva días soñando y pensando qué hacer con él. Se dirige a la zona media del cuerpo, le baja los pantalones. La víctima comienza a retorcerse, intentando zafarse de lo que vaya a suceder, pero sabe que es imposible, aún así, no deja de intentarlo una y otra vez, hasta que Alfonso, impaciente, le atiza un golpe seco en el estómago, que hace que el hombre se encoja, dentro de lo que puede, de dolor. Coloca el cortauñas en uno de sus testículos, asegurándose de coger parte de la piel, y acto seguido, presiona el instrumento. Una vez más, y otra, y otra...y se ciega de placer.
Habiendo recogido todo el estropicio, se sienta en una silla y observa a su víctima. Cómo sufre, cómo suplica que lo mate de una vez, ya ni siquiera le pide que lo suelte, que lo libere.
Eso le reconforta, es señal de que ha hecho un buen trabajo, al final toda esta barbarie ha servido para algo.
Se enciende un cigarro y quema las heridas abiertas con él, si sigue sangrando, morirá, y ése, no es el final que ha diseñado para él. 
-Ahora te dejaré un rato a solas, para que reflexiones, bébete la leche, te ayudará a recomponerte. Más tarde, o quizá mañana, volveré.
Se dirige hacia la puerta, cansado, y siente como su aura se vuelve negra, pero es inevitable lo que su corazón le obliga a hacer. Piensa que ya queda poco, que pronto todo habrá acabado, y todos podrán descansar en paz. Abre la puerta y justo cuando se dispone a salir, escucha una leve vocecita, apenas sin fuerzas.
-¡Qué más quieres de mi! Me arrepiento, de verdad que me arrepiento. ¡Mátame de una vez!
Se para en seco. Siente como un odio feroz le sube desde los pies hasta el mismo cuello, como navega por sus venas una rabia en lugar de sangre, y siente el dolor más grande que ha sentido jamás, una impotencia tan severa que hace que elimine a su conciencia. ¿Por qué habla? ¿Por qué pide perdón? ¿No comprende qué es eso lo que alimenta mi ganas de verlo sufrir? Se pregunta a sí mismo, intentando controlar sus impulsos de seguir con la tortura.
Sin moverse, ni girarse, con una voz grave y segura, contesta.
-Quiero acallar con tus gritos y tu sufrimiento, los sollozos y súplicas que residen en mi mente, cada vez que imagino los últimos minutos de mi hija. Quiero que ella pueda descansar en paz, sabiendo que su padre vengará su muerte injusta. Quiero que te vayas al infierno siendo consciente del daño que causaste, y quiero, hijo de la gran puta, verte derramar hasta la última gota de sangre para así cerciorarme de que estás muerto para siempre, y de que nunca más volverás a dañar a ninguna otra niña.

Y se marchó, dejando tras de si el ruido propio de un portazo, a sabiendas de que volvería al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente, hasta acabar con el hombre que torturó, violó y asesinó a su hija.




29.4.21

Mi gato Tankyan: Has dejado un vacío en mi ser

Durante los últimos años, cuando te veía mayor, siempre temí este momento, el momento en el que me tocara vivir sin ti. Puedo decirte que no es fácil, mi fiel amigo, que a cada segundo mi mente se inunda con tus recuerdos, mi alma llora porque nunca más volveré a tenerte entre mis brazos, mi corazón se quebró al ser consciente de que tu ronroneo no lo enamoraría más. Aún así, intento ser lo más racional posible, pensando que tuviste una vida feliz y plena, que todos nacemos y morimos, y tú, mi pelotita negra, llegaste al final de tu camino.
17 años juntos, viviendo multitud de cambios, soportando mudanzas, observando cómo entraban y salían personas de mi vida, y siempre estabas ahí al llegar a casa. No te importaba que pasara contigo una hora, dos minutos o todo el día entero, disfrutabas de mi compañía al máximo, y me hacías quererte cada día más.

Cada noche dormías junto a mi, hasta llegar al punto de no poder conciliar el sueño si no te escuchaba ronronear. ¿Cuántas veces no te movía a propósito para que no cesase el ronroneo porque yo aún no me había quedado dormida? Eras tan bruto que al saltar sobre la cama hacías que se moviera todo el colchón, ¡Y cómo me ponía del mal humor cada vez que te lavabas justo antes de dormir! Llegué a pensar que lo hacías a posta, solo para sacarme de quicio.
¡Ay los despertares que me regalabas! Pasando por mi cara con tus patitas peludas sin importarte que me molestara. Cuando el sueño era más fuerte que yo, y veías que no tenía intenciones de levantarme, no cesabas tu insistencia, comenzando a darme pequeños mordiscos en la nariz y las orejas ¡Hasta hacerme reir! ¡Eras tan sutil mi pequeña patata!
¿Lo ves mi amor? Me duele tanto escribir de ti...que incluso habiendo pasado un mes desde que te fuiste, mis ojos derraman lágrimas al recordarte. ¡Cuánto te echo de menos!
Fuiste mi mejor confidente. La gente se pensaba que yo estaba loca por hablarte como si me entendieras, pero...¡Es que me entendías! Quizá no de la forma que a nosotros los humanos nos gustaría, pero si me entendías a tu modo. Me mirabas fijamente, con esos ojazos verdes, y cuando mi tono de voz cambiaba, eras tú quien me hablaba a mi, cerrabas los ojos con dulzura, y manteniéndolos entreabiertos, dejabas salir un leve ronroneo tranquilizador, luego, restregabas tu cuerpo por el mio, a veces no sabía quien acariciaba a quien.

¿Se puede una enamorar de su gato? Quizá no ese amor que todos conocemos, ese amor hacia otro ser humano que te hace sentir que será el hombre de tu vida. A lo mejor otro tipo de amor, otro tipo de enamoramiento, que surja entre un humano y un animal. Al fin y al cabo ¿Qué es el amor? La confianza plena entre dos seres, que se aportan respeto y cariño, que se preocupan el uno por el otro, que crean felicidad partiendo de la base del bienestar del otro. Yo tenía todo eso con él, todo eso y más que no puedo explicar con palabras, sin embargo, sé que muchos de vosotros me entenderéis a la perfección.

Me gustaba decir, a modo de broma, que eras el único macho que había podido soportarme tantos años, aunque en cierto modo, sea verdad.
Engatusabas a cada persona que entraba en casa, eras tan buen anfitrión...Incluso si la persona era reacia a los gatos, tú hacías que eso cambiase. Con tu elegancia ibas rodeando al invitado, sin perderlo de vista, aunque pareciera que te hacías el tonto, y cuando menos lo esperaba, te tumbabas encima, luego empezabas con tu seducción gatuna. Ronroneabas tan fuerte que hacías que la persona se sintiera obligada a acariciarte, y una vez que lo tenías en tus cuerdas, solo tenías que disfrutar. Cuantas veces me habrán dicho: Tu gato es el mejor. 
Sí que lo eras gordo.

Siempre pensé que te escogí yo a ti, sin embargo, ahora que ya no estás, que intento impregnar mi cerebro con tus recuerdos por miedo a olvidarme de ti, comienzo a pensar que fue al contrario, tú me elegiste a mi.
Era solo una niña cuando decidí emprender una vida alejada de mis padres, y aún, hasta hace muy poco, me sigo preguntando ¿Por qué? Es decir, en casa lo tenía todo, ¿Qué me hizo alzar el vuelo tan joven? Tenía claro que quería vivir sola, tener trabajo y acabar mis estudios, con tan solo 17 años. ¿Por qué no esperé? ¿Por qué me lancé al vacío sin ordenar mi futuro? Hoy, que ya no estás, lo veo claro.
Si no me hubiese marchado de casa, si no hubiese buscado trabajo, si no me hubiese independizado tan tempranamente, nunca habría podido vivir la historia de amor más bonita de mi vida. Como si hubiésemos estados destinados, como si algo en mi interior me indicase que estaría a salvo, que no me encontraría sola, porque tú, cosita negra, ibas a convertirte en el compañero más leal que cualquier persona desearía tener. Durante mi vida, sobre todo en los momentos amargos, he llegado a arrepentirme de esa decisión que me marcó tanto , pero claro, tú seguías conmigo, y según dicen, no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde. Ahora que no estás, lo comprendo. Tenía que ocurrir. Debía comenzar una nueva vida sola para encontrarme contigo, y juntos, construir todo lo que hemos vivido. 
Por eso tengo la certeza absoluta de que fuiste tú quien me eligió a mi.

Cada rincón de la casa me recuerda a ti. Miro al balcón, y te veo tomando el solecito, tu pelo negro casi se volvía marrón, cogiendo posturas extrañas, que desde mis ojos protectores, parecía que te ibas a descoyuntar. Miro el salón y te veo en cada parte del sofá, dónde más, en tu sitio preferido, si paso mi mano por encima, casi puedo sentir tu calor. Me siento a comer y te veo a mi lado, alzando tu patita con descaro para pedirme comida, y si miro al suelo, te veo maullando, esperando tu ración. Si voy hacia la cocina, puedo escuchar tus pasos corriendo, y te veo a mis pies, recordándome que no estoy sola. Al abrir el cajón de tus golosinas, casi puedo escucharte maullar. Voy al baño y te siento detrás de mi, eras incapaz de dejarme sola, ni si quiera en mis momentos íntimos.
Incluso aquí, en el estudio, mi lugar, donde he pasado horas y horas escribiendo, te veo aquí, encima de mis piernas, acurrucado en mi abdomen, buscando cariño o dándomelo tú. Aquí es donde más te añoro gordo. Horas eternas que he pasado en este cuarto, estudiando, escribiendo la novela, el blog, y tú a mi lado, te tumbabas y hasta que yo no decidiera levantarme, aquí seguias. Cuando estudiaba las oposiciones, y me entraba ese agobio, siempre sabias como distraerme, como entretenerme para que dejase de pensar y pudiese desaparecer esa angustia de los nervios. Y cuando te colocabas justo encima del ordenador, impidiéndome escribir, y encima tenías la poca vergüenza de mirarme a los ojos y ponerte a ronronear, ¡Ay mi niño! ¡Cuanto te he amado!

A la hora de dormir, mientras me lavo los dientes, sin querer, te busco a mi alrededor, pero no estas, ya no. Me meto en la cama, y mi subconsciente espera impaciente ese susto que durante tantos años me has dado, cuando saltabas a la cama y aparecías de la nada. Pero no hay susto, no saltas, ya no.
Al despertar, varios días, he estado abriendo la puerta donde tenía tu comida. Era lo primero que hacía nada más comenzar el día, meter la mano en tu saco de pienso y darte de desayunar, luego, cambiarte el bol de agua. ¿Cómo se prohibe al cerebro que deje de ordenar una acción que la ha estado ejecutando durante 17 años? ¡Cómo! No se puede, es el tiempo quien te enseña a dejar de hacerlo, aunque duela.

En algún momento llegué a pensar que serías eterno. Ojala. Pensaba en mi vida dentro de 20 años, y te veía conmigo. Estúpido ¿Verdad? 

Una de las decisiones más duras y triste de mi vida fue el dejarte ir. Sé que hice lo correcto, aunque mi corazón no estuviese de acuerdo. Al entrar en aquel cuartito del veterinario donde te encontrabas con el gotero puesto, y vi que incluso en tu estado, intentabas venir hacia mi...el mundo se me paró. La mejor decisión era dejarte marchar, no podía tenerte así, sufriendo, ya no eras tú, aunque tu mirada seguía siendo la misma.
Llegó el momento decisivo, sería la última vez que nos veríamos.
El doctor nos dejó solos, entre susurros, te dije por última vez todo el amor que me hacías sentir, te di las gracias por todos estos años maravillosos a tu lado, y te pedí que nunca salieras de mi corazón. Acariciaba tu rostro medio dormido, y aspiraba cada mota de tu fragancia por última vez, como si quisiera que el olor se quedase incrustado en mis fosas nasales. Te besé, como tantas veces te había besado, sin embargo, ésta sería la definitiva. 
Tu sufrimiento se evaporó hasta dejarnos solos. Parecías estar dormido, como tantas veces, solo que en esta ocasión, la luz de tus ojos verdes se había apagado para siempre.



Sé que algunos no entenderán este post, no podrán llegar hasta el nivel de sentimientos que puede producirte una mascota, y lo más triste, es que en lugar de intentar comprenderlo, juzgarán.
Para mi ha sido muy difícil escribir esto, pero debía hacerlo, debía sacar de mi interior todas las emociones que llevo guardando entre lágrimas durante un mes. Debía liberar ese dolor que lleva aplacando mi alma desde que él falleció. Debía hacerlo para poder seguir adelante.
Entiendo que haya personas que no puedan comprender las palabras que hay aquí escritas, que no vean el dolor entre las líneas. Entiendo. ¿Cuánta gente no ha perdido a un ser querido? ¿Cuántas madres no pierden a sus hijos? ¿Cuántas muertes repentinas y dolorosas no sufre el ser humano? Mi caso, en comparación con algunos de ellos, no es nada. No obstante, cada persona tiene derecho a sentir lo que quiera por quien quiera, y el dolor, es diferente en cada ser humano, al igual que el amor. 
Para mi, mi gato, lo ha sido todo durante una gran parte de mi vida. Noches en vela por gastroenteritis, por mal de amores, por dolores de regla, por insomnio...daba igual el motivo, Tankyan se mantenía a mi lado sin dejarme sola, y eso es mucho más de lo que algunas personas han hecho por mi.
Me ha costado un gran esfuerzo escribir esta entrada, no porque no me saliesen las palabras, sino por el dolor de recordarlo y saber que no volverá, pensé que me encontraría fuerte y sería capaz de escribir sobre él sin que me temblaran las manos, pero no ha sido así. Es más, normalmente suelo tardar en escribir una entrada sobre 2 o 3 horas, y con ésta, he tardado días, porque al colocarme frente al ordenador y pensar en todos esos momentos vividos...hacía que me derrumbara de dolor. Joder es que aún no me creo que ya no esté.
Todo aquel que haya entrado en mi círculo más íntimo y personal, que ha llegado a conocerme bien, sabe a la perfección lo importante que era él para mi, por tanto, sabe cómo debo sentirme ahora.

Tu nombre era Tankyan, aunque pocas veces te llamábamos así, unos te llamaban cosita bella, otros Ranky, algunos pantera, otros cuantos el gato de la pili, tu papi gordo, y yo cosita negra o pelotita negra. El caso, es que a todos los que te conocieron o pasaron algún rato contigo, conseguiste entrar en su corazón.
Has dejado un vacío en mi ser que no sé si algún día conseguiré curar.
Te querré siempre Tankyan.


23.3.21

LO QUE NADIE SABE: Detrás de las cámaras

Aún estoy..que no me lo creo.
Lo que comenzó siendo un sueño inalcanzable, ayer se convirtió en una visión más cercana de la meta, y es que al final va a resultar cierto eso que dicen "El que la sigue la consigue" 
Cuando me ofrecieron, así como el que no quiere la cosa, la oportunidad de poder realizar la presentación de mi libro, pensé que nunca llegaría a efectuarse, que todo quedaría en eso, una proposición. Sin embargo, la vida quiso hacerme un maravilloso regalo, quiso ofrecerme la posibilidad de cumplir un sueño, EL SUEÑO, MI SUEÑO. Y el procedimiento se puso en marcha, fijando fecha y hora.
Una semana justo antes del día indicado, para hacerlo casi perfecto, me dediqué día a día todas las horas libres que el trabajo me permitía, a ensayar la presentación. Era una gran oportunidad, y quizá ese tren no volvería a pasar para recogerme, así que debía emplearme bien a fondo para demostrar que nací para esto.
Escribí una especie de guión, para enfocar de la forma más correcta el contenido que deseaba transmitir, y así evitar equivocaciones o repeticiones. Cabe destacar que era la primera vez que hacía algo así, es decir, era la primera vez que me exponía a un público desconocido a través de una cámara, para hablar de un libro que había escrito yo. ¡Es que todavía lo digo en voz alta y no me lo creo!
Ensayaba una y otra vez, no me importaba el cansancio acumulado en el cuerpo debido a las horas de trabajo, sabía que sería duro no poder disfrutar de mi familia, conocía a la perfección todo el esfuerzo que debía hacer, y seguía ensayando, practicando, una vez tras otra, hasta quedarme afónica. Repetía el discurso hasta el límite de aborrecerlo, pero debía hacerlo, debía incrustar en mi subconsciente cada palabra elegida para pronunciar en el directo. 
Practicaba frente al espejo, mentalmente mientras atendía a los clientes, grabando con mi móvil, delante de mi pareja, ¡Hasta con el gato! Y todo me parecía insuficiente. Necesitaba más tiempo, más ensayo, y es que soy tan persistente...que pensaba que de un momento a otro me volvería loca.
Cuanto más se aproximaba el día, más nervios se acumulaban en mi estómago, tanto, que el sueño me abandonó por las noches, una ansiedad se apoderó de todo mi cuerpo, y mi apetito se esfumó como el humo de un cigarro. No importaba, había soñado tantas veces con este momento, que cualquier sufrimiento era mínimo.
24 horas con un único pensamiento en la cabeza, La presentación del libro, obsesionada hasta el punto de perder la percepción real y comenzar a adentrarme en otra dimensión irreal. Tranquilos, no llegué a perder el juicio, o eso creo.
Y llegó el día. Era pensar en verme allí sentada, con una cámara enfocando, expuesta a personas desconocidas...y mi cuerpo temblaba de manera desorbitada, incontrolable. ¡Qué exagerada! Pensaréis. Pues no, esta vez no estoy exagerando, en todo caso quitando hierro al asunto, porque os aseguro que si alguno hubiese estado dentro de mi organismo, se hubiese echado las manos a la cabeza.
También podéis pensar...tampoco es para tanto, vas, te sientas, dices lo que tengas que decir y listo. ¿No? Pues no, jeje. Si hubiese tenido que ir para hablar de algo ajeno a mi, o algo dictaminado por otra persona, quizá si hubiese sido así, fácil y sencillo, sin ningún tipo de nervios. Pero el simple hecho de hablar sobre algo mio, y el pensar que la gente se iba a conectar para verme a mi, ¡A Mi! ya me ponía los vellos de punta, y me creaba una inseguridad...que no se la deseo a nadie. ¿Por qué? Pues porque pienso que no soy ni importante ni interesante, una muchacha más que intenta luchar por conseguir un sueño, pero que en realidad, a nadie le importa. O eso pensaba, ya he comprobado que andaba equivocada.
Bueno a lo que iba, llegó el día. Me levanté super emocionada, con muchas ganas, por primera vez me pondría a prueba de verdad, vería hasta dónde soy capaz de llegar, y lo más importante, sabría de una vez por todas si sería capaz de hacerlo.
Segundos antes de comenzar el directo, mientras observaba como la compañera aseguraba que todo estaba en orden, y mi compañero se colocaba bien, me pregunté: ¿Qué hago aquí? Y siendo sincera, me entraron unas ganas enormes de levantarme y largarme de allí. En seguida me di cuenta que eran mis propios miedos los que controlaban mi mente, habían creado una capa tan espesa, que distorsionaban el verdadero motivo por el que estaba allí sentada. Así que respiré hondo, pensé en todas las personas que confiaban en mi y me apoyaban, creí en mi misma, cogí fuerzas y me dije: Si la vida te ha planteado esta situación, es porque puedes hacerlo.
Efectivamente, pude hacerlo. En cuanto comencé a hablar, sentí que mi boca pronunciaba las palabras como si estuviese mecanizada, como si alguien desde otro lugar, controlara todo cuanto tenía que decir. Me sentí segura, perfectamente capacitada para aquel evento. Los nervios fueron evaporándose como el agua cuando se calienta, el miedo se marchó sin dejar rastro, y todo fluyó de manera tan natural que comencé a desear que aquel momento no acabara nunca.


Una experiencia inolvidable. Me siento muy orgullosa de mi misma, he vencido un gran miedo. Y ahora...me siento capaz de cualquier cosa, es como si el miedo me hubiese abandonado para siempre, como si me sintiese invencible para cada aventura que me tiene preparada la vida. Me siento tan feliz...

Ayer por la noche, tumbada en la cama para dejarme vencer por el cansancio y dormir tranquila después de una semana agotadora, mientras visualizaba y recordaba el día tan intenso que había vivido, quise compararme con aquella niña de hace 20 años. Esa chiquilla que se ponía nerviosa y a llorar cada vez que su madre la mandaba a comprar el pan. Aquella niña que era incapaz de colocarse frente a su clase y leer en voz alta, que evitaba mirar a los ojos por miedo a llamar la atención, que sufría cuando se veía involucrada en una reunión de más de cuatro personas. Aquella criatura inocente que guardaba tanta vergüenza en su interior, que incluso evitaba mirarse al espejo. Y pensé en la mujer en la que me había convertido, fuerte, luchadora, moldeando a la timidez hasta darle forma de confianza, derribando obstáculos y guardando en una botella de cristal todas las inseguridades, para luego, tirarla al mar.
Por este motivo, desde aquí, doy ánimos y fuerza a todas aquellas personas que luchan por cumplir un sueño, a todas las personas que se limitan y se dejan vencer por un miedo inexistente, un miedo que ha provocado su propio corazón. Creed en vosotros mismos, nunca os deis por vencidos, y sobretodo, cuando penséis que no podéis, apartar esos pensamientos nefastos de vuestra mente, y concentraros en lo que verdaderamente deseáis, os aseguro que si yo he podido...cualquiera puede; solo hay que confiar en uno mismo, ser paciente y no rendirse jamás.

Aquí os dejo el enlace para que podáis ver la presentación, puede que se vea un poco pixelado, no se el motivo, al menos el audio es bueno que es lo importante. Y nada, espero que disfrutéis.